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Crónica e imágenes del Viaje Guiado a la ciudad de Salamanca, el 14/02/09

La mañana estaba muy fría a las 9 en la madrileña Plaza de Cristo Rey, pero el cielo estaba raso y se presumía que disfrutaríamos de un día soleado y templado a media que avanzara la mañana.

Agrdable y animado almuerzo en el Restaurante El JamónEl camino a Salamanca desde Madrid es un poco largo, así que dio tiempo a desgranar el contexto histórico y geográfico en el que se repobló la vieja ciudad romana y en el que aparecieron las iglesias parroquiales románicas y la catedral salmantina.

Tras ver algún vídeo sobre el proceso de repoblación y el nacimiento del románico en la meseta castellano-leonesa, paramos en Peñaranda de Bracamonte, en el Bar El oso y el Madroño (curioso nombre para un bar salmantino) a tomar un café.

Llegamos a Salamanca antes de las 12 y el conductor del autocar nos dejó, como estaba previsto, enfrente de la iglesia de Santo Tomás Cantuariense. Como todavía el sol se encontraba en el sureste, la cabecera de esta iglesia presentaba un espléndido aspecto soleado y su piedra refulgía en color dorado.

Ventanal con signos solares esculpidosEstudiamos el exterior del templo y debatimos sobre las posibles razones que aconsejaría a los artífices a terminar la iglesia con una sola nave cuando se había iniciado con tres ábsides. También comentamos la función de las marcas de cantero que abundaban en sus sillares y sobre el posible simbolismo de los dos discos solares superpuestos en uno de los arcos.

Allí nos esperaba Inés, la amable Guía Oficial de Turismo de Salamanca que nos invitó a acercarnos a la iglesia, también románica, de San Cristóbal, (que no estaba prevista en nuestro recorrido) antes de poder visitar el interior de Santo Tomás.

Como era lógico, surgieron preguntas e hipótesis sobre el significado simbólico de los peculiares canecillos de San Cristóbal, aquéllos que muestran cabezas humanas solitarias o bien emparejadas y en tríos de personajes que escudriñan desde el alero.

De vuelta a Santo Tomás Cantuariense, nos deleitamos en el acogedor y espiritual interior del templo, con sus tres ábsides y crucero con bóveda reforzada por nervios. Analizamos la sabiduría y armonía de la arquitectura románica en esta modesta pero atractiva iglesia.

Marcas de Cantero. Iglesia de San Marcos

A la salida, nos dirigimos al otro lado del casco antiguo, en dirección a San Marcos el Real. Esta iglesia ha sido siempre un misterio incluso para los más eruditos estudiosos, que no se ponen de acuerdo entre ellos. Así que nosotros no íbamos a ser menos y lanzamos nuestras propias hipótesis sobre la razón de la circularidad del edificio, así como de sus distintas fases constructivas.

El día ya se nos mostraba magnífico, con un sol reconfortante y una temperatura que invitaba al paseo. Y así hicimos, pasear hasta el Restaurante Mesón El Jamón donde nos esperaban (bueno, mejor las esperamos nosotros) unas ricas ensaladas y parrilladas de carnes y pescados.

Románico, historia, viajes y hasta economía y política fueron los temas de conversación que animaron el almuerzo. Tan agradable rato pasamos comiendo y charlando durante la comida que se nos hizo un poco tarde para ir a San Juan de Barbalos y preferimos dirigirnos hacia San Martín, iglesia que no nos podíamos perder bajo ningún concepto.

Observamos los capiteles de la iglesia de San Martín

San Martín es una iglesia que siempre sorprende porque aunque está en el centro de la ciudad (a escasos metros de la Plaza Mayor) casi nadie, salvo los muy entendidos, saben que allí se yergue una soberbia iglesia románica de tres naves muy relacionada con la catedral.

Primero, disfrutamos de la bonita portada norte con su expresiva estatua románica tardía de San Martín rasgando su capa con la espada para compartirla con el mendigo desnudo.

En el interior apreciamos la elegancia de sus tres naves, aunque parcialmente rehechas por los desplomes provocados por el Terremoto de Lisboa. Los capiteles son de primerísima calidad, tanto los vegetales como los historiados.

Admirando la magnífica portada occidental de San Martín

Y si San Martín es un pequeño secreto casi hermético de Salamanca, no digamos ya su portada occidental, escondida en una capilla barroca. Apiñados en un breve espacio, todos nos deleitamos en la decoración de sus arquivoltas. Nos llamó la atención el tamaño de la puerta, sus numerosas arquivoltas decoradas sobre oras tantas parejas de columnas. Lo más llamativo es, con todo, la decoración escultórica de la penúltima arquivolta, donde además de aparecer grandes cabezas de dragones, existen una serie de figuras que han sido recientemente identificadas como pertenecientes a un calendario agrícola.

Camino de la Catedral Vieja, Inés nos habló de la historia y arte de las emblemáticas Casa de las Cochas, Iglesia de la Clerecía y de la gótica Catedral Nueva. No todo iba a ser románico en una ciudad tan monumental como Salamanca...

En el Patio Chico de la Catedral Vieja. Enfrente, el cimborrio románicoNo pudimos entrar en la catedral pero pudimos analizar desde el Patio Chico la arquitectura de su cabecera triabsidal y especialmente de la Torre del Gallo. Hablamos de sus relaciones con la arquitectura bizantina y la francesa (Poitou) así como de su parentesco con otros cimborrios del Duero, tales como Zamora, Toro y Plasencia.

Antes de tomar un nuevo café (la temperatura bajaba rápidamente a medida que se echaba la tarde) Inés nos explicó una de las más afamadas obras de arquitectura de Salamanca, la iglesia plateresca de San Esteban.

En el autocar y camino de Madrid, nos sorprendió que nuestros amigos pasajeros quisieran más románico aún, así que proyectamos más vídeos sobre el tema casi hasta llegar a las mismas calles madrileñas.

Aunque un poco cansados y somnolientos por las caminatas en busca de la piedra románica salmantina, llegamos satisfechos por haber disfrutado de buen románico y, sobre todo, de unos buenos amigos con quienes pasamos un agradabilísimo día.

Desde Arteguias mandamos a nuestros viajeros acompañantes un afectuoso abrazo y esperamos que nos podamos ver pronto de nuevo.


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