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Crónica e imágenes del Viaje Guiado por el románico rural de la 'Soria Mágica', el 31/05/14

Los viajes a la provincia de Soria están ineludiblemente teñidos de romanticismo. En parte, ello es debido a su dilatada historia y riqueza patrimonial, pero también a sus bellos paisajes y su exigua demografía que permite recorrer sus pueblos y campos sin apenas cruzarnos con nadie.

Imagen del grupo posando para la "Foto de familia" ante la preciosa Ermita de San Bartolomé del Cañón del Río Lobos

Realizamos nuestra segunda edición de la Ruta de la Soria Mágica de Arteguias el sábado 31 de mayo aprovechando unas fechas primaverales que permiten disfrutar plenamente de la belleza de la "Soria profunda". En concreto, en este viaje guiado recorrimos Castillejo de Robledo, Ucero con su castillo, el sendero del Cañón del Río Lobos que llega hasta la emblemática Ermita de San Bartolomé y la pintoresca villa de Calatañazor.

Uno de los momentos culminantes del viaje fue la  visita al Cañón del Río Lobos

La primera visita de la jornada fue para el pueblecito de Castillejo de Robledo, ubicado en el extremo occidental de Soria, muy cercano al límite provincial con Segovia y Burgos.

Castillejo de Robledo está ligado al episodio del Cantar de Mio Cid conocido como la Afrenta de Corpes en la que los maléficos Condes de Carrión ultrajaron y golpearon a las hijas del Cid. Pero también se ha dicho por numerosos autores que su castillo es de origen templario, con la consiguiente riada de historias y leyendas que se cuentan sobre estos caballeros mitad monjes y mitad guerreros.

Primera visita de la ruta: Castillejo de Robledo

De este castillo quedan sólo un par de torres y algunos lienzos de sus murallas. Aún así dimos un breve paseo para rodear el cerro en que se asienta y poder hacer algunas fotografías. Es sólo una ruina, sí, pero muy fotogénica.

Ya en el pueblo nuestro objetivo principal fue la iglesia parroquial de La Asunción, que es un notable edificio del románico rural soriano, con equilibrado ábside y elegante puerta. La escultura de los canecillos, como es habitual, nos mostró alguna escena "subida de tono".

Explicaciones ante la puerta de la iglesia parroquial de Castillejo de Robledo

El interior tampoco nos dejó indiferentes, gracias a las extrañas pinturas murales góticas de algunas de sus paredes.

Finalizada nuestra presencia en Castillejo, retomamos el autocar en busca de una de las antiguas cabezas de Comunidad de Villa y Tierra de Soria. Nos referimos a Ucero, caserío presidido por uno de los más espectaculares castillos sorianos. Se sabe que esta fortaleza perteneció al obispo de El Burgo de Osma, pero también se ha dicho que en el siglo XII fue sede de la Encomienda templaria de San Juan de Otero.

Tomando instantáneas del fotogénico castillo de Ucero

Como es sabido, todo lo que tiene que ver con el temple suscita acaloradas controversias sobre sus orígenes.

Para nosotros, la subida al castillo tenía el aliciente de disfrutar de una de las ruinas medievales más imponentes de la provincia y poder otear un amplísimo paisaje de las montañas circundantes, incluida la entrada al famoso Cañón del Río Lobos.

Otro momento de la visita al castillo de Ucero

Por su parte el castillo de Ucero cuenta con una soberbia torre del homenaje, con algunas misteriosas esculturas en su cornisa y en la bóveda de crucería que la cubre.

A primera hora de la tarde, tras una suculenta comida, nos adentramos en el Parque del Cañón del Río Lobos con la meta de recorrer algo más de un kilómetro de pista forestal en busca de la celebérrima Ermita de San Bartolomé, asentada en uno de los meandros del río, rodeada de paredones calizos y cuevas. Un lugar mágico que es cada día más visitado por turistas de todo tipo.

Cañón del Río Lobos: en el sendero que lleva a la Ermita de San Bartolomé

En pocos lugares como en éste, una obra hecha por el hombre armoniza tanto con el paisaje. Los sillares calizos de color gris y naranja se mimetizan con los farallones dolomíticos que la rodean.

En la puerta de la ermita

Con todo, a veces nos olvidamos de que San Bartolomé es un imponente edificio tardorrománico del siglo XIII con unas dimensiones poco habituales. Su presencia en este recóndito lugar ha sido ligada de nuevo a los templarios, como la iglesia de la encomienda de San Juan de Otero. Para la el criterio oficialista nada hay de templaria en ella sino un templo abacial dependiente del Obispado de El Burgos de Osma.

El grupo intentando descifrar los relieves de los canecillos

En cualquier caso, las curiosidades esculpidas en los canecillos y los pentagramas invertidos de los óculos del transepto invitan a imaginar algo más esotérico que un simple edificio monástico más.

El regreso hasta el pinar donde se encuentra el aparcamiento estuvo amenizado por el incesante croar de las ranas del Río Lobos.

De regreso al autocar

Nuestro siguiente destino era, nada menos que Calatañazor, una localidad que ha sabido conservar pulcramente su arquitectura popular como si el tiempo su hubiera parado hace siglos.

Para llegar hasta allí preferimos tomar una carretera rural que atraviesa preciosos pinares y campos deshabitados, incluso una aldea despoblada el siglo pasado como es Cubillos, localizable por los tejados hundidos de sus semiderrumbadas viviendas.

Llegada a Calatañazor: Ermita de la Soledad con las murallas al fondo

Esta carretera llega a Calatañazor por el noroeste, que nos ofrece la más elocuente estampa de la villa, mostrando los lienzos de la muralla medieval, las ruinas del castillo y los restos de la antigua parroquia románica de San Juan Bautista.

Muy próxima está la Ermita de la Soledad que no es otra cosa que la iglesia parroquial de un barrio extramuros. Este pequeño edificio ha sabido mantener su estructura románica, con ábside y puerta en el muro norte. También se conservan en aceptable estado los canecillos de la cabecera, con algunas simpáticas escenas como una perfecta cabeza de jabalí.

En la iglesia de Santa María del Castillo de Calatañazor

Siguiendo la empinada Calle Real para llegar al castillo, hicimos dos breves paradas en la iglesia de Santa María del Castillo y en la estatua del caudillo musulmán Almanzor, cuya muerte, como es sabido, está ligada legendariamente a Calatañazor.

Junto al busto de Almanzor, explicando un resumen de la biografía del visir cordobés

Desde el castillo de Calatañazor se otea un paisaje impresionante del Valle de la Sangre (lugar donde se disputaría la supuesta batalla entre cristianos y sarracenos) rodeado por farallones calizos animados por pinos y sabinas.

Balcón del castillo con vistas del Valle de la Sangre

A estas alturas de la jornada las nubes que nos habían acompañado durante buena parte del viaje estaban despejándose, dejando una tarde soleada y agradable. Motivo por el cual dedicamos media hora para pasear por las calles y visitar las tiendas típicas de Calatañazor antes de retornar hacia Madrid.

En definitiva, una nueva visita a Soria que nunca decepciona. El próximo sábado 7 de junio regresamos con nuevos amigos por esta misma ruta. Hasta entonces.


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