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Arte Románico en la comarca de Solsonés

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Introducción

Castell de LladursOcupando el mismo centro geográfico de Cataluña, la Comarca del Solsonès se sitúa al nordeste de la provincia de Lleida, limitando con los territorios ya barceloneses del Bages y del Berguedà, y no lejos de la gerundense Cerdanya, de la que queda separada al norte por la espectacular sierra del Cadí.

Atraviesa de norte a sur el Solsonès el río Cardener, afluente del Llobergat y principal responsable de la fértil meseta en el que se enmarca buena parte del territorio comarcal, cuyo relieve, montañoso en su tercio septentrional, va suavizándose a medida que va descendiendo hacia el sur al encuentro de la Noguera, la Segarra y L'Anoia.

Más allá de la próspera Solsona, donde se concentra más de la mitad de los aproximadamente 11.000 habitantes que pueblan la comarca, se caracteriza el Solsonès por su eminente carácter rural, quedando salpicado el territorio por pequeños núcleos de población y, por supuesto, por las personalísimas e inconfundibles masías, muchas de ellas documentadas desde fecha medieval y que desde entonces hasta prácticamente nuestros días, han sabido funcionar como entidades agrícolas y ganaderas autosuficientes.

Contexto histórico

Poblado desde la remota prehistoria como bien lo atestiguan los diversos restos en forma de túmulos y dólmenes conservados en localidades como Ceuró y LLobera, el Solsonès fue posteriormente solar de íberos y lacetanos que, al igual que en comarcas vecinas, sufrirían su correspondiente proceso de romanización. En la actualidad viene siendo identificada Solsona con la primero íbera y después romana ciudad de Setelsis, habiendo aparecido en sus alrededores diversos restos.

Wilfredo el Velloso (Monasterio de Poblet)Tras las invasiones bárbaras y sarracenas, los primeros testimonios de un intento de organización y ordenación tanto del territorio como de la población se debe al poder carolingio durante los siglos VIII y IX, proceso que quedaría culminado con Wilfredo el Velloso, Conde de Urgell y Cerdanya, quien tras anexionar a sus dominios buena parte del actual Solsonès, llevó a cabo una concienzuda empresa repobladora.

A principios de la décima centuria encontramos las primeras referencias a la fundación de centros monásticos en la comarca, siendo de destacar los de Santa María de Solsona, Sant Llorenç de Morunys y Sant Pere de Graudescales; cenobios todos ellos que competirían en hegemonía territorial con las distintos linajes señoriales que poco a poco fueron estableciéndose en el Solsonès, los cuales implantarían en sus dominios pequeños regímenes de tipo feudal en torno a su masía o, en el caso de aquellos más poderosos, su castillo o palacio.

La histórica Torre d'ArdèvolLos siglos XI y XII vinieron marcados en los territorios que nos ocupan por las continuas tensiones entre las distintas casas nobiliarias más influyentes de la zona, razón por la cual, incluso a día de hoy, es posible encontrar a lo largo y ancho del Solsonès distintas edificaciones de carácter militar y defensivo tales como castillos y torres.

Finalmente y merced a una alianza matrimonial entre las casas de Urgell y Cardona sellada a principios del siglo XIII, gran parte de la comarca quedaría bajo los dominios de los Vizcondes de Cardona, linaje que, a medida que avanzó la Baja Edad Media, fue ganando en influencia dentro del entramado político de los Condados Catalanes.

A finales del siglo XVI el Solsonès viviría un segundo proceso de esplendor merced a la conversión de la canónica solsonesa en sede episcopal, razón por la cual el monasterio fue exclaustrado y su iglesia, convertida ya en catedral, profundamente reformada y ampliada.

Características generales del románico del Solsonès

La tierras de Solsona, al igual que las comarcas adyacentes tanto ilerdenses como barcelonesas, son enormemente fecundas en cuanto a la densidad de edificaciones románicas se refiere: solamente en el Solsonés e incluyendo tanto construcciones militares como religiosas, rozan el centenar las llegadas a nuestros días mejor o peor conservadas.

Sant Serni del Grau o Vilamantells, en GuixersLa razón que justifica esta proliferación monumental hay que hallarla en los numerosos núcleos poblaciones y masías que fueron desarrollándose en el territorio en fecha medieval, los cuales, fueron dotadas desde un primer momento tanto de equipamientos militares para su defensa como de pequeñas iglesias y oratorios para sus servicios religiosos.

A lo largo del Solsonès, además de una amplísima nómina de torreones defensivos y casas fuertes, encontramos un románico de lo más variado que va desde aquellas manifestaciones más arcaicas casi de transición desde el prerrománico, hasta buenos ejemplos de románico internacional, que alcanzaría su máximo esplendor dentro de la comarca en el primero monasterio y después catedral de Solsona.

Fórmulas lombardas en Sant Esteve d'OliusNo fue ajeno tampoco el territorio que nos ocupa a la corriente lombarda que caracteriza el primer románico del ámbito geográfico pirenaico y prepirenaico; conservándose buenos ejemplos de ábsides animados a base de las prototípicas arquerías ciegas y lesenas: un modelo decorativo que, lejos de estancarse y extinguirse en el siglo XI, trascendió como recurso ornamental incluso en edificaciones de bien entrado el siglo XII como es el caso de la seo solsonesa, donde repertorios lombardos y fórmulas internacionales conviven en magnífica armonía.

Virgen con el Niño en la portada de la Mare de Déu de Puig-AguilarExceptuando la citada catedral, donde trabajarían maestros de buena formación, la escultura monumental es un fenómeno bastante excepcional en todo el Solsonès, reduciéndose a mínimas manifestaciones de carácter rural y siempre de extrema inocencia en Sant Lleïr de Casavella y en La Mare de Déu de Puig-Aguilar.

El Museu Diocesà i Comarcal instalado en la propia ciudad de Solsona constituye una visita obligada para conocer el románico de la comarca ya que en él se exponen buenas representaciones de escultura, imaginería, pintura y artes aplicadas medievales.

La Catedral de Santa María de Solsona

Situada en el centro de la pujante localidad de Solsona, la hoy catedral de Santa María remonta sus orígenes nada menos que al siglo X, cuando, concretamente en la fecha de 977, fue consagrado sobre su solar un primer monasterio regido por la regla de Aquisgrán. A lo largo del siglo XI y a medida que el cenobio fue ganando en relevancia y posesiones una vez implantado en él la regla agustiniana, el edificio fue sometido a una primera ampliación culminada hacia el año 1069, en el que está contrastada una segunda consagración.

La Catedral de Solsona desde la cabeceraTras sucesivas ampliaciones durante la primera mitad de la duodécima centuria, hay que esperar hasta 1163 para encontrar la tercera y definitiva consagración de la canónica solsonesa, debiéndose a este periodo la mayor parte de los restos románicos hoy conservados.

Ya en fechas bajomedievales una nave gótica sustituiría la primitiva románica, sucediéndose a partir de entonces y casi sin solución de continuidad una serie de reformas que acabarían culminando en el siglo XVIII. De enorme relevancia para el devenir histórico de Santa María de Solsona fue el establecimiento en 1593 de una sede episcopal que englobaba un conjunto de parroquias hasta entonces incluidas en las mitras de Urgell y Vic. En ese momento, la canónica agustiniana fue exclaustrada y convertida en catedral.

El edificio, en su estado actual, se presenta como un conjunto bastante caótico en apariencia debido a las numerosas ampliaciones que fueron acometiéndose a lo largo de los siglos, conservándose de su primitiva obra del siglo XII la cabecera, la torre, algunas cornisas de canecillos de enorme interés, y la antigua puerta de acceso al claustro, hoy de estructura barroca pero que, a juzgar por los restos aparecidos, debió ser una obra considerablemente ambiciosa.

Ábside central de la Catedral de SolsonaLa cabecera triabsidal destaca por su enorme empaque, siendo muy llamativo el hecho de que mientras las absidiolas laterales presentan la prototípica decoración a base de arquillos ciegos lombardos en sus cornisas, el hemiciclo central fue concebido según los más estrictos cánones del románico internacional; con un vano de medio punto sobre columnas en su frente y un alero volado sobre interesantes canecillos figurativos. Al interior, el ábside central queda animado mediante un registro de arcos de medio punto sobre columnas a la altura de los vanos, un recurso sino excepcional, sí bastante residual en tierras catalanas.

La torre, adosada al muro meridional del crucero, se eleva en tres cuerpos abiertos mediante huecos de campana típicamente románicos, siendo de factura posterior el piso superior.

La Mare de Dèu del ClaustreAl costado septentrional de la iglesia abriría una portada románica que, a juzgar por los escasos restos apreciables tras una ampliación barroca, debió ser monumental; circunstancia que se repite en el claustro, reedificado durante la Edad Moderna y del que apenas ha podido ser conservado, además de un interesante lapidario expuesto hoy en el museo, una bella portada a base de arquivoltas de medio punto de molduración geométrica, obra de la escuela ilerdense.

Por último, digna de ser reseñada por tratarse de una de las obras más representativas de la imaginería medieval catalana, es la escultura de la Mare de Déu del Claustre, obra firmada por el Maestro Gilabert en el siglo XII.

Sant Pere de Graudescales

El antiguo monasterio benedictino de Sant Pere de Graudescales, situado en un paraje de incomparable belleza muy próximo a los límites provinciales de Barcelona, es uno de los monumentos románicos más interesantes y fotogénicos no sólo del Solsonès, sino incluso de todo el prepirineo catalán.

Sant Pere de Graudescales desde la cabeceraHeredero de una primitiva fundación monástica consagrada en el año 913 por el Obispo de Urgell, fue reconstruida durante la segunda mitad del siglo XI, viviendo un breve periodo de prosperidad a lo largo del siglo XII hasta que, a partir de la decimotercera centuria, iniciaría un lento declinar hasta que, en el siglo XV y con la comunidad monástica ya extinta, pasaría a detentar la función de iglesia parroquial. En el siglo XIX y debido a la Desamortización de Mendizábal, la iglesia quedaría abandonada, iniciándose un irremediable proceso de ruina afortunadamente subsanado en el siglo XX gracias a una cuidadosa y acertadísima restauración.

Fachada occidental de Sant Pere de GraudescalesDesaparecidas las distintas dependencias monacales que se erigirían al costado norte, es la iglesia el único resto conservado del primitivo cenobio, caracterizándose ésta por su planta de cruz griega configurada por una sola nave y un desarrolladísimo transepto al que abren tres ábsides semicirculares de los cuales, el central adquiere mayor desarrollo tanto en altura como en perímetro.

Al exterior, donde predomina la más absoluta austeridad, tan sólo queda rota la monotonía merced a la decoración lombarda que, en forma de arquillos ciegos, recorre las cornisas de la cabecera triabsidal; mientras que al interior, cubierto en su totalidad con bóveda de cañón, destaca el cimborrio cupulado de planta ochavada sobre trompas arquitectónicas que preside el crucero.

Sant Llorenç de Morunys

En el centro de la preciosa localidad, segunda en importancia de la comarca sólo por detrás de la capital Solsona, se erige desempeñando hoy la función de iglesia parroquial lo que en origen fue el Monasterio de Sant Llorenç de Morunys; a juzgar por la documentación sobre él conservada, uno de los más antiguos de la provincia de Lleida ya que su primera mención se remonta nada menos que al año 885.

El reformado claustro de Sant Llorenç de MorunysTras sufrir innumerables reformas a lo largo de su dilatadísima historia, el actual edificio, bastante congestionado de construcciones anejas, se presenta como una fábrica de tres naves separadas por arcos de medio punto sobre pilares cruciformes que, tras un transepto no marcado en planta, desembocarían en tres ábsides semicirculares de estética lombarda de los cuales, tan sólo han sobrevivido dos ya que, en fecha posterior, uno de ellos fue sustituido por una capilla rectangular dedicada a la Virgen.

Mientras que las naves laterales cubren mediante bóvedas de arista, la central, más ancha, hace lo propio mediante bóvedas de cañón reforzadas por fajones de medio punto cuyos soportes se proyectan sobre los pilares torales configurando así su morfología cruciforme. Empotrada en uno de los pilares de la nave central se conserva una misteriosa lápida con una inscripción trazada a punzón que ha venido siendo datada entre finales del siglo X o principios del XI.

Al exterior, tan sólo ha sobrevivido una de las tres portadas con que contaría en origen, concretamente la meridional, que comunicaría con las dependencias claustrales.

Sant Esteve d'Olius

Constatada su existencia posiblemente como pequeño cenobio desde la temprana fecha de 985, sería objeto de una reconstrucción a mediados del siglo XI cuando la Condesa Constanza de Urgell donaría una serie de heredades al templo, el cual sería definitivamente consagrado en el año 1079.

Cabecera lombarda de Sant Esteve d'OliusEl edificio actual, conservado prácticamente intacto, es uno de los más interesantes del ámbito geográfico del Solsonès al conservar, como fenómeno único en toda la comarca, una magnífica cripta bajo la cabecera, de manera que en origen llegó a contar con doble advocación: Sant Esteve y La Mare de Déu, a quien estaría consagrado el altar de la cripta.

Consta el espacio eclesial de una sola nave cubierta con bóveda de cañón que desemboca, tras un profundo tramo recto presbiterial elevado, en su correspondiente ábside semicircular cubierto en cuarto de esfera y animado al exterior mediante la recurrente decoración lombarda a base de arquillos ciegos y lesenas. Al interior llama la atención la peculiar articulación de los muros laterales de la nave, formulados a base de pares de profundos arcos de medio punto habilitados, como si de nichos se tratara, entre los soportes que sustentan la bóveda.

Cripta de Sant Esteve d'OliusBajo el presbiterio y accesible a través de unas escaleras habilitadas al final de la nave, abre una magnífica cripta que, adaptándose al hemiciclo superior, distribuye su espacio en tres naves de tres tramos cada una; dando así lugar a nueve espacios cubiertos con bóvedillas de arista independientes que van a descansar sobre toscas columnas centrales y pilastras adosadas al muro.

Contemporánea al templo y muy digna de ser reseñada es la magnífica barandilla de hierro forjado que protege las escaleras de acceso al presbiterio.

Sant Julià de Ceurò

Dentro del término municipal de Castellar de la Ribera, la iglesia de Sant Julià de Ceurò, levantada sobre un escarpe rocoso natural desde el que es posible dominar amplísimos horizontes, fue construida en el siglo XI, constando ya en el año 1100 dentro de la amplia nómina de posesiones con que contaba el Monasterio de Santa María de Solsona.

La iglesia de Sant Juliá de Ceurò en su privilegiado emplazamientoSe trata de un templo rural de una nave rematada en un ábside semicircular decorado a la tradicional manera lombarda, dándose la particularidad de que las cornisas de arquillos ciegos y lesenas no se circunscriben exclusivamente al casquete absidal, sino que remontan el tramo recto adentrándose incluso en el muro de la nave, donde se pierden ocultas tras una desafortunada ampliación posterior.

Sant Pere de Madrona

Erigida también en posición dominante coronando un castro rocoso, la iglesia de Sant Pere de Madrona, documentada desde el siglo XI dentro del elenco de posesiones y heredades con que contó el Monasterio de Santa María de Solsona, presenta en la actualidad un deplorable estado de ruina y abandono pese al cual, es posible adivinar que se trataba de una construcción de considerable empaque.

Los maltrechos restos de Sant Pere de MadronaConstaba de una única nave rematada en un ábside semicircular notablemente desviado respecto al eje principal, circunstancia que se explica en virtud de la notoria irregularidad del terreno sobre el que se asienta el edificio. De apariencia fortificada, llama la atención el potentísimo basamento sobre el que se eleva el ábside, en el cual, pese a su deterioro, es posible reconocer los arquillos ciegos lombardos y las lesenas verticales que articulaban sus paramentos exteriores.

Santa Eulalia de Timoneda

Campanario románico de Santa Eulalia de TimonedaDentro del extenso término de Lladurs, la reformada iglesia de Santa Eulalia de Timoneda llama la atención por conservar el único campanario románico de la comarca más allá del de la Catedral de Solsona.

El templo, que perteneció a la mitra urgelesa primero y a la solsonesa después, consta de una sola nave cubierta con bóveda de cañón a cuyo costado norte se adosa la citada torre, de dos cuerpos principales en altura en los que fueron horadados tres registros de huecos de campanas: el inferior a modo de estrechas saeteras, el intermedio a base de pares de arcos geminados, y el superior mediante vanos de medio punto dovelados.

Santa Creu d'Ollers

Santa Creu d'Ollers desde la cabeceraEn el término de Guixers, la pequeña iglesia de Santa Creu de Ollers es una encantadora edificación lombarda conservada prácticamente intacta. Consta de una nave cubierta con bóveda de cañón ligeramente apuntada y reforzada por fajones de idéntico perfil que, sin solución de continuidad, abren a un presbiterio compuesto de tramo recto y hemiciclo absidal, decorado éste al exterior mediante arquillos lombardos y lesenas.

La pequeña iglesia de Ollers constituye un magnífico ejemplo de cómo las fórmulas lombardas, tan características del primer románico, llegan incluso a trascender al siglo XII, sobre todo en zonas rurales y aisladas como la que nos ocupa. Buena muestra de tal circunstancia es el ligerísimo apuntamiento que acusan algunos arquillos ciegos de la cornisa del ábside.

Sant Lleïr de Casavella

Jamba derecha de la portada de Sant Leïr de CasavellaVinculado desde principios del siglo XI a Sant Llorenç de Morunys, éste a su vez dependiente del importante monasterio de Sant Sernì de Tavérnoles, la iglesia de Sant Lleïr de Casavella (o Casabella) sería una más de las numerosas manifestaciones románicas rurales que jalonan el Solsonès de no ser por la curiosísima figuración escultórica desplegada en su portada principal.

A la derecha del vano de ingreso aparecen dos figuras flanqueando una central de aparente vestimenta sacerdotal, motivo por el cual se ha identificado la escena como la representación de la consagración del templo.

Jamba izquierda de la portada de Sant Lleïr de CasavellaEn el lado izquierdo encontramos dos figuras que parecen blandir sendas espadas y que flanquean un Agnus Dei y una serpiente, pudiendo interpretarse la escena como una confrontación entre el bien y el mal. En el intradós del vano son reconocibles también dos círculos que inscriben dos motivos vegetales: una hexapétala y lo que parece ser un cardo, motivo heráldico relacionado con el cercano Vizcondado de Cardona.

Pese a tratarse de sencillísimas e inocentes figuras confeccionadas probablemente por un maestro rural carente de destreza alguna, la escultura de Sant Lleïr de Casavella adquiere un valor añadido por tratarse de un fenómeno prácticamente excepcional en el románico rural del Solsonès que, más allá de la propia catedral, solamente se repite en el la modesta Iglesia de La Mare de Déu de Puig-Aguilar.

Otros templos románicos del Solsonès

Sant Juliá de CanaldaAdemás de los detallados, dentro de los límites comarcales del Solsonès, son igualmente dignos de destacar edificios como Sant Miquel de Vallmanya y Sant Quirze de La Coma, dotados ambos de la prototípica decoración lombarda en sus ábsides; las iglesias de Sant Martí o Santa María de La Grau dentro de los límites municipales de Guixers; Sant Martí y Sant Quintí de Cambrils, enclavadas en paisajes de extraordinaria belleza; o las iglesias de Sant Just de Joval y Sant Julià de Canalda.

Igualmente, es amplia la nómina de de construcciones rurales románicas que prestarían servicio bien a pequeñas agrupaciones de población o, incluso, de manera privada, a las numerosas masías que salpican el territorio solsonés, algunas de las cuales, como señalábamos, documentadas de forma fehaciente desde el Medievo.


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