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Biografía de Ramiro II. Rey de León

Biografía de Ramiro II, "El Grande" de León

Estatua de Ramiro II de LeónBeligerante, enérgico, inteligente, gran estratega y hábil político, Ramiro II pasó a la posteridad con el sobrenombre de "El Grande", poniendo fin con su mandato a una de las etapas más brillantes de la historia del reino astur-leonés, que tras la muerte de este monarca comienza a eclipsarse ante el empuje pamplonés y castellano.

Ramiro II fue capaz de unir a los cristianos frente a su gran enemigo, Abd al-Rahmán III, que también se enfrentara a su padre Ordoño; apoyó a los rebeldes toledanos y zaragozanos para debilitar a su contrincante, reforzó las relaciones con Navarra y extendió las fronteras de su reino hasta sobrepasar la barrera natural del río Tormes, hecho impensable hasta años antes de su reinado.

Libro: ICONOGRAFÍA Y SIMBOLISMO ROMÁNICOLa llegada al poder de Ramiro

Tras la repentina muerte de Fruela II en el año 924, se produce una crisis sucesoria que enfrenta a los hijos de Ordoño II, Alfonso, Sancho y Ramiro Ordoñez, con el descendiente del recién fallecido monarca, Alfonso Froilaz. De esta contienda saldría vencedor Alfonso, hijo de Ordoño, que fue apoyado por el rey Sancho Garcés I de Pamplona, puesto que el leonés estaba casado con su hija Onega Sánchez. Sin embargo, la muerte prematura de ésta, sume al nuevo monarca en una profunda depresión que le conduce a la reclusión monacal en Sahagún.

Estatua de Fernán González en el Arco de Santa María de BurgosRamiro aprovecha la circunstancia para erigirse como rey hasta que Alfonso IV, ya recuperado y arrepentido de la decisión, se corona en Simancas. Nuevamente se produce un enfrentamiento entre ambos candidatos, que se salda con el definitivo ascenso al trono de Ramiro quien, como escarmiento, ordena el castigo de exorbitación para su hermano, al que recluye en el monasterio de Ruiforco de Torío, cerca de León. La pena se hace extensible a todos sus parientes en edad de gobernar, lo que constituye toda una advertencia para la levantisca nobleza cristiana.

En este contexto se explica el fulminante ascenso de Fernán González, conde de Castilla que gobernaba las tierras de Lara. Según Pérez de Urbel, habría dos Castillas diferenciadas, la del Ebro y el Arlanzón y la del Duero y el Arlanza. La primera, representada por Fernando Ansúrez y Álvaro Herraméliz, conde de Álava, y la segunda, por Fernán González. El apoyo de éste último a la causa ramirense sería la clave por la que se explicaría su acopio de poder durante estos años, que terminará, como veremos, en una rebelión contra el poder leonés.

Las campañas militares

Ruinas del Castillo de Osma, SoriaSampiro nos cuenta que mientras Ramiro lideraba una campaña contra la fortaleza de Madrid, que consiguió ocupar, recibió noticias de Fernán González desde la frontera castellana, que le informaba de la llegada de un gran ejército cordobés, comandado por el propio Abd al-Rahmán III. El rey leonés tuvo que abandonar su intención de apoyar a los rebeldes toledanos, a los que había prometido protección, para acudir a las proximidades de Osma, donde derrota al soberano omeya en el año 933, lo que ponía en duda la teórica superioridad militar de los musulmanes.

Castillo de Coruña del Conde, cerca de CluniaAl año siguiente, Abd al-Rahmán III inició la llamada "Campaña de Osma" para consolidar su hegemonía. Se internó en Navarra, forzando a la reina Toda a firmar una paz humillante, se adentró en Álava, saqueó Burgos y San Pedro de Cardeña y recorrió Clunia, Huerta y Alcubilla, cruzando el Duero para llegar hasta Gormaz, desde donde volvió victorioso a Córdoba. La incursión supuso un duro golpe para los cristianos.

En el año 935, el rey leonés firma con su enemigo musulmán un acuerdo de paz, que el propio Ramiro se encarga de romper apoyando a los rebeldes zaragozanos, que se habían levantado contra Córdoba. Tras varios intentos de sofocar la rebelión, Abd al-Rahmán tiene que presentarse en Calahorra desde donde lanza un ejército que asedia y rinde Zaragoza en el año 937, tras ocupar Calatayud y Daroca.

Estos éxitos animan al soberano cordobés, que se decide a intensificar las aceifas para provocar el temor entre los cristianos y conseguir una serie de triunfos que le garanticen la estabilidad fronteriza. En el año 938 lidera una incursión por tierras norteñas que se salda con 200 cabezas de cristianos cercenadas y enviadas a Córdoba, como muestra del poder de su líder. Ibn Hayyan nos cuenta como, al año siguiente, durante una campaña leonesa en Al-Ándalus, cien nobles leoneses son apresados y conducidos hasta la capital musulmana, donde Abd al-Rahmán ordena decapitarlos frente a los habitantes de la ciudad, como señal de su fuerza.

Iglesia de Albendiego. Se cree que cerca Ramiro II venció de nuevo a Abderramán III tras SimancasMuy crecido por estas escaramuzas, el soberano omeya llama a la Guerra Santa contra los cristianos y recluta un ejército jamás visto hasta entonces. Con mercenarios procedentes del norte de África, voluntarios cordobeses, nobles y miembros de su guardia, parte el 28 de junio del año 939 hacia el norte pasando por Toledo. Sin embargo, los cronistas musulmanes nos cuentan como un mal presagio acontecido al abandonar la capital de la Marca Media, hace que la moral de la tropa omeya se resienta, un eclipse de sol.

Pese a todo, la campaña comenzó bien. Abd al-Rahmán recorre las tierras norteñas, consigue el apoyo de Muhammad ibn Hasim al-Tuchibí, emir de Zaragoza que se había rebelado con el apoyo de los leoneses dos años antes, y obtiene una primera victoria sobre los cristianos. Sin embargo, los leoneses se recomponen y lanzan una contraofensiva que supone la derrota y apresamiento de ibn Hasim.

Como respuesta, Abd al-Rahmán se presentó con su ejército ante las puertas de la ciudad de Simancas, pero fue derrotado de nuevo por una coalición formada por leoneses, navarros y castellanos, que le persiguieron en su huida hasta el barranco de Alhándega, que Gonzalo Martínez Díez ha situado en el término de Caracena, en el camino hacia la fortaleza de Atienza. La destrucción del ejército omeya fue prácticamente total, hasta el punto de que Abd al-Rahmán consiguió escapar a duras penas, recomponiendo lo que pudo de su ejército para retirarse a Córdoba, donde ajustició públicamente a los nobles militares que habían provocado divisiones en el seno de su tropa, entre ellos Fortún b. Muhammad b. Tawil.

El final del reinado de Ramiro II

La victoria de Simancas supuso un duro golpe para los musulmanes, que vieron como Ramiro II extendió la frontera de su reino hasta el Tormes, repoblando Ledesma y Salamanca.

Paralelamente, en el año 940, Fernán González repuebla Sepúlveda. Abd al Rahmán no volvió a liderar personalmente ninguna campaña, se refugió en su capital, donde mandó construir para su distracción el complejo de Madinat al-Zahra.

En el año 940, un contingente omeya trata de dificultar la repoblación en la ribera del Tormes y se interna en Galicia, pero no ocasiona graves daños. Se produce entonces un nuevo pacto entre el rey leonés y el soberano cordobés, que se rompe en el año 941, cuando el monarca de Pamplona se apodera de algunas fortalezas de Huesca con el apoyo de Ramiro II, lo que vuelve a desencadenar las hostilidades con los musulmanes entre los años 942 y 944.

En torno a estos años, se produce también la rebelión de Fernán González, fruto de la contradicción existente entre la incipiente Castilla y la monarquía leonesa. Temeroso del poder que iba consiguiendo el conde de Lara, Ramiro II entrega el condado a Ansur Fernández, lo que no debió de sentar bien a su antiguo aliado, que comenzaría a sentar las bases de una independencia real que se plasmaría a la muerte del monarca leonés.

Entre el año 947 y el 950, los musulmanes lanzan nuevas incursiones por Salamanca y Galicia, pero son derrotados en Talavera por un Ramiro II que liderará su último gran triunfo, ya que muere en el año 951 tras abdicar en su primogénito Ordoño III, poniendo fin a una de las etapas más brillantes del reino astur-leonés.


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