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La Catedral (concatedral) de Mérida

En el mismo centro de la capital emeritense, y aparentemente resignada ante la atención y los elogios que acaparan por parte del visitante las innumerables ruinas romanas que afloran por doquier en todo el casco urbano, se yergue la histórica Concatedral de Santa María, un edificio que si bien no es considerada una joya artística de primer orden, sí puede jactarse de ser la heredera de una de las primeras sedes arzobispales cristianas de la Península Ibérica.
Una aproximación a su historia

La actual seo emeritense se emplaza sobre el solar en el que fue levantada la primitiva catedral metropolitana de Emérita Augusta, una de las más relevantes e influyentes de la Hispania Visigoda. Tras la caída de la ciudad en manos musulmanas y pese a que, según las crónicas, la población cristiana gozó de cierta libertad en cuanto a sus prácticas religiosas se refiere, la sede episcopal fue progresivamente perdiendo influencia hasta que, de manera definitiva, la mitra primada emeritense fue trasladada junto a todo su patrimonio de reliquias a Santiago de Compostela.
Alfonso IX arrebataría la ciudad al poder musulmánDe esta manera, la primitiva catedral sufriría un lento proceso de degradación y ruina hasta que, con la reconquista de la ciudad por el Rey Alfonso IX a principios del siglo XIII, fue mandada levantar sobre el mismo solar una iglesia bajo la advocación de Santa María, iglesia que, en el siglo XV, fue sometida a una profunda ampliación que la convertiría en el templo más importante de la ciudad.

A lo largo de la Edad Moderna la fábrica sería remodelada en diferentes etapas en función de las nuevas necesidades derivadas del crecimiento de la ciudad, sin embargo, pese a su dilatada historia, hubo que esperar hasta la última década del siglo XX para que, mediante una bula papal promulgada por Juan Pablo II, le fuese restituido su antiquísimo rango catedralicio, constituyéndose junto a la vecina seo de Badajoz en sede de un único arzobispado que se extiende, a día de hoy, por todo el sur de la Comunidad Autónoma Extremeña.

La primitiva catedral visigoda
Libro: ICONOGRAFÍA Y SIMBOLISMO ROMÁNICOSe ha podido constatar que, desde fecha muy temprana, cohabitarían en la Emérita Augusta romana pequeños reductos de población cristiana que, una vez fue decretada la libertad de culto en todo el Imperio, conseguirían establecer una sólida organización religiosa en torno a un primer templo cristiano dedicado a Santa Jerusalén.
Con el establecimiento de una importante diócesis primada en la Mérida Visigoda, se iniciarían las obras de una catedral impulsada por mitrados de la importancia de San Paulo y San Fidel.

Restos de la primitiva catedral emeritense, en el Museo VisigodoDe esta primera catedral, progresivamente abandonada a raíz de la dominación árabe, apenas se han conservado escasos vestigios hoy depositados en el Museo Visigodo de la ciudad, sin embargo, merced a las fuentes escritas y a distintas campañas de excavaciones allí practicadas, ha podido constatarse la existencia de un importante complejo episcopal formado por una iglesia principal que a lo largo del tiempo cambiaría su advocación de Santa Jerusalén a Santa María; un baptisterio anejo dedicado a San Juan Bautista; y un suntuoso palacio arzobispal acorde al rango metropolitano de la mitra que albergaba.

La concatedral en la actualidad
Aspecto exterior de la Concatedral de MéridaLa actual concatedral de Mérida, levantada sobre el propio solar en el que se erigía la primitiva construcción visigoda, se presenta como un complejo edificio fruto de distintas campañas constructivas que abarcan desde los albores del gótico hasta finales de la Edad Moderna.
La primera fase de la obra habría que encuadrarla inmediatamente después a la reconquista de la ciudad durante la primera mitad del siglo XIII, sin embargo, el grueso de la fábrica actual pertenecería a la importante ampliación a la que fue sometida a finales del siglo XV por mandato de Alonso de Cárdenas, Maestre de la Orden de Calatrava y natural de la ciudad.
El templo se estructura en tres naves separadas por arcos de medio punto que van a apear sobre esbeltos pilares cuadrangulares con columnillas adosadas en cada uno de sus frentes. Los arcos que delimitan la nave central presentan una rosca ligerísimamente sobrepasada a modo de herradura, guiño inequívoco a la influencia visigoda e islámica que tanto arraigo tuvo en la ciudad; mientras que a las laterales, más estrechas que la central, abren distintas capillas funerarias y devocionales. Originalmente el templo se cubriría con un armazón mudéjar, sustituido en la actualidad por bóvedas de aristas encaladas más modernas.
Concatedral de Mérida, ventana gótica en la cabeceraLa nave central desembocaba originalmente, a través de un arco triunfal apuntado, en un único ábside de planta poligonal cubierto con bóveda de abanico y terceletes en su tramo recto, aunque con posterioridad fueron añadidas a cada uno de sus flancos la Capilla del Sagrario y una modesta sala capitular.

En el exterior, de gran sobriedad, llama la atención la ventana central que ilumina el presbiterio, de indudable sabor goticista y uno de los restos más antiguos conservados en todo el conjunto. De sus portadas, la occidental, orientada hacia la plaza, abre mediante un vano adintelado de gusto clásico coronado por un camarín dieciochesco que alberga una imagen de Nuestra Señora de la Guía. Este camarín vendría a sustituir a otro anterior del siglo XVI mandado realizar por Francisco Moreno Almaraz, uno de los conquistadores del Perú.
Concatedral de Mérida, la torre campanario  desde el norteLa fachada de los pies, también denominada Puerta del Perdón, es un sencillo vano neoclásico flanqueado por elegantes pilastras de inspiración clásica en dos alturas. También a los pies se eleva su airosa torre campanario, de planta cuadrangular y estructurada en dos esbeltos cuerpos de campanas.
Las capillas laterales fueron añadidas progresivamente entre los siglos XVI y XVIII, siendo de destacar las de Los Mendoza, también mandada construir por Francisco Moreno de Almaraz; la de Jesús de Medinaceli; la de Los Vera (también llamada de Nuestra Señora de los Desamparados); la de La Soledad y la de San Antonio.
En cuanto a bienes muebles, sin duda las piezas más sobresalientes que alberga el inmueble son los sepulcros en alabastro del caballero santiaguista Don Diego de Vera y Mendoza y su esposa, abiertos en sendos arcosolios a ambos lados del presbiterio. El retablo mayor es de mediados del siglo XVIII.


 


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