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Catedral de Santo Domingo de la Calzada

Situada al oeste de La Rioja y no lejos de los límites provinciales burgaleses, la ciudad de Santo Domingo de la Calzada, como bien refleja su topónimo, debe tanto su propio nombre como su origen a Santo Domingo, quien allá por las décadas finales del siglo XI fundaría la ciudad convirtiéndola, mediante la adecuación de sus caminos y la erección de un hospital de peregrinos, en un importante hito del Camino de Santiago.

Así pues, la hoy próspera ciudad calceatense es una de esas poblaciones que, desde el mismo Medievo, deben buena parte de su desarrollo a la Ruta Jacobea: y es que ya desde mediados del siglo XII, el Codex Calixtinus instaba al peregrino que pasase por la Calzada a visitar y venerar los restos de su santo patrón.

En la actualidad, Santo Domingo de la Calzada es una ciudad volcada al peregrino y una de las etapas más señeras del Camino de Santiago en tierras riojanas, constituyendo la torre de la catedral un faro de orientación más que idóneo para el caminante ya que, su agudo perfil, se hace perfectamente visible desde varios kilómetros atrás destacando por encima de los tejados de la ciudad.

Breve aproximación histórica

Escultura de Santo Domingo en la catedralLos orígenes de la ciudad de Santo Domingo de la Calzada y, por supuesto, de su catedral, hay que remontarlos a los años finales del siglo XI, cuando Domingo García -a la postre Santo Domingo- en su empresa de impulsar el Camino de Santiago por tierras riojanas y burgalesas, además de habilitar caminos y levantar puentes, funda un primer establecimiento humano a orillas del río Oja, dotándolo de un hospital de peregrinos y un primer templo.

Ese primer templo, levantado sobre un solar expresamente cedido por Alfonso VI, fue consagrado en el año 1106 por el Obispo Pedro de Calahorra con rango de colegiata. Aproximadamente medio siglo después y ante la pujanza que fue adquiriendo el lugar, el Obispado de Calahorra mandó sustituir la modesta construcción por un nuevo templo más ambicioso que, además de acoger a los numerosos peregrinos que se acercaban a venerar los restos del santo, servía como afirmación del poder episcopal frente a la influencia que ejercía el entonces importante cenobio benedictino de la no lejana Nájera.

Así pues, en el año 1158 y bajo la dirección del Maestro Garsión, se iniciaron en la Calzada las obras de la nueva iglesia, para cuya construcción fueron tomados como modelos los grandes templos de peregrinación de la Ruta Jacobea.

Entrado ya el siglo XIII, comenzó a plantearse la posibilidad de trasladar la sede episcopal desde Calahorra a Santo Domingo de la Calzada, circunstancia que se materializaría en 1232 mediante sendas bulas papales promulgadas por Honorio III y Gregorio IX, pasando desde ese momento a detentar la función de Concatedral de la Diócesis de Calahorra - la Calzada, hoy denominada de Logroño - Calahorra - la Calzada.

La catedral de Santo Domingo

Cabecera románica de la catedralLa actual Catedral de Santo Domingo de la Calzada se presenta ante el visitante como una amalgama de distintos estilos que van desde el románico de su cabecera, hasta el más puro barroco de su genuino campanario exento; todo ello pasando por su cuerpo de naves plenamente gótico y las distintas reformas y ampliaciones de las que sería objeto durante toda la Edad Moderna fruto tanto de restauraciones tras derrumbes o, simplemente, por el afán de sus distintos mitrados en adecuar la seo a los gustos y modas propias de cada momento histórico.

Consta el edificio de tres amplias naves con capillas adosadas que, tras un crucero marcado tanto en planta como en alzado, desembocan en una capilla mayor abrazada, como es propio en los templos de peregrinación, por una girola o deambulatorio a la que abren diferentes capillas radiales y una pequeña absdiola central.

Adosado al costado septentrional se levanta el claustro, originario del siglo XIV pero profundamente reformado en el siglo XVI, en torno al cual hoy se ha habilitado el Museo Catedralicio. Por último, hacia el sureste y en posición exenta respecto al conjunto catedralicio, se yergue su majestuoso e inconfundible campanario de casi 70 metros de altura.

La cabecera románica

Ventanal de la cabecera de la Catedral de Santo DomingoDe la primitiva iglesia construida aún en tiempos de Santo Domingo no se ha conservado vestigio alguno ya que tan sólo medio siglo después de su consagración y bajo la dirección del Maestro Garsión, se iniciarían las obras de un edificio mucho más ambicioso, del cual, tan sólo fue materializada su famosa cabecera ya que, la finalización tanto del cuerpo de naves como del crucero, mucho más simplificado respecto al proyecto inicial, se demoraría hasta entrados los siglos XIII y XIV.

Sumamente reformada, presenta un amplio casquete semicircular correspondiente a la girola a la cual abrirían otros tres ábsides menores, conservándose tan sólo el central dedicado a San Pedro ya que los dos laterales radiales fueron sustituidos en tiempos mucho más modernos por otras tantas capillas de gusto clasicista.

Al exterior, los restos románicos conservados se limitan a dos ventanales de la girola y al citado ábside central, el cual, mediante gruesos contrafuertes, queda dividido en tres paños abiertos en dos ventanales cada uno, habiéndose perdido el más meridional de todos debido a la adición de una estancia moderna que lo tapa.

Aunque deteriorado, este capitel de la cabecera de Santo Domingo de la Calzada es soberbioPese al alto grado de deterioro que presenta como consecuencia de llevar tantos siglos a merced del hombre y de las inclemencias meteorológicas, es de notable interés el programa escultórico desplegado en los capiteles de los vanos cabeceros, pudiendo ser reconocido un amplio repertorio de animales fantásticos, refinadas fórmulas vegetales, así como varias escenografías figurativas: siendo de destacar las representaciones de la Huida a Egipto, de San Martín cortando su capa para un mendigo, la Liberación de Pedro, o una misteriosa composición que algunos especialistas han identificado como la Presentación en el Templo.

Coronan los tramos medievales conservados en la cabecera una interesantísima colección de canecillos figurados en los que se distinguen animales reales, criaturas fantásticas, así como representaciones antropomórficas, algunas de ellas de enorme naturalismo.

Mucho mayor interés presenta el programa del interior de la cabecera y la girola, habiendo sido definido por muchos como uno de los conjuntos escultóricos más interesantes del tardorrománico hispano tanto por su calidad como por su riqueza iconográfica.

Curioso ventanal de la absidiola centralComenzando su lectura por el interior del único absidiolo original conservado, llama la atención la particularísima apertura de cada uno de los tres ventanales, divididos en dobles derrames mediante una arista coronada cada una de ellas por las efigies de Isaac, Abraham y Jacob. Los capiteles de este sector, sin embargo, se limitan a entramados vegetales apareciendo ocasionalmente algún animal fantástico.

Accediendo a la girola o deambulatorio desde la nave lateral norte, el primer capitel dispone una magnífica representación de la Maiestas dentro de la mandarla y flanqueada por ángeles portando en sus veladas manos los elementos de la Pasión de Cristo.

Capitel del "Señor de los animales"Tras un atlante de aspecto amenazante y otro capitel en el que seres monstruosos quedan atrapados en un entramado vegetal, aparece, en lo que sería la entrada a la desaparecida absidiola radial norte, una composición de difícil interpretación que para algunos estudiosos podría tratarse, pese a la contradicción en la sucesión cronológica, de la Matanza de los Inocentes.

Justo enfrente, sí que es perfectamente reconocible en esta ocasión la doble escena de la Anunciación y la Coronación de la Virgen, tras las cuales, se suceden una serie de capiteles vegetales y zoomórficos hasta el propio ingreso de la absidiola central o de San Pedro, la cual queda flanqueada en los capiteles de su arco de acceso por la Epifanía en uno de sus lados, y por un curiosa representación del Señor de los Animales al otro, escena que, por sus semejanzas iconográficas, puede dar lugar a confusión con el también recurrente pasaje de Daniel en el foso de los leones, tan frecuente en el románico español.

La última de las representaciones del costado sur del deambulatorio es la correspondiente a la Ascensión de la Virgen, con la particularidad de que, en este caso, en lugar de entronizada, aparece yacente y amortajada siendo portada a los Cielos por dos ángeles.

Capiteles figurados del interior de la girolaQueda delimitado el deambulatorio respecto al espacio cabecero presbiterial mediante una galería de arcos ligeramente apuntados sostenidos por potentes pilares coronados por enormes capiteles a modo de friso, en los cuales, también encontramos una interesantísima figuración.

Tras un primer capitel vegetal, en el segundo de ellos fue desplegado el pasaje de las Vírgenes prudentes y las Vírgenes necias. Tras él, en el siguiente encontramos varios angelotes en postura genuflexa; continuándose la lectura con otro en el que aparece representado el episodio de la Pesca Milagrosa en el Lago Tiberiades. El último de ellos, de más compleja catalogación, podría representar, según varios autores, los sufrimientos del Santo Job.

Una de las particularidades que hacen de la primitiva seo románica calceatense una obra única del tardorrománico español es la decoración figurativa de los frentes de los pilares del presbiterio, hoy visibles después permanecer durante siglos ocultos tras el retablo mayor de Forment, hoy retirado.

Articulación del presbiterio hacia la girolaDe las cuatro pilastras centrales, dos de ellas, concretamente primera y tercera comenzando la lectura desde el lado norte, presentan minuciosas composiciones vegetales a base de palmetas; mientras que son en la segunda y en la cuarta donde nos sorprende una estudiada composición figurativa cuyo leit-motiv principal parece girar en torno a la exaltación de la Santísima Trinidad, a quien estaba dedicada en origen la capilla mayor de la catedral.

El repertorio figurado de la primera de las pilastras comienza, en su registro más bajo, con una representación del Rey David Músico; sin duda, una de las principales señas de identidad de esta catedral. Sobre él, algo desfiguradas quizás por la instalación del ya mencionado retablo, se van sucediendo distintas figuras entre las que distinguimos una desnuda aferrándose a los ramajes de un entramado vegetal, varios ángeles, así como un personaje nimbado.

Trinidad Patérnitas coronando uno de los pilares del presbiterioEn la cuarta pilastra, llama la atención en su parte inferior un personaje también desnudo desde el que parece proyectarse el resto de la composición, circunstancia que ha hecho concluir a algunos autores de que podría tratarse del Árbol de Jessé, extremo de difícil constatación. Sobre él, aparece otro personaje nimbado lamentablemente mutilado en su cabeza, lo que dificulta su identificación, circunstancia que se repite en varias figuras más, una de las cuales podría ser la Virgen. Corona esta pilastra sur la efigie de una Trinidad Patérnitas, esta vez, perfectamente conservada.

En resumen, puede afirmarse que la cabecera románica de la Catedral de Santo Domingo de la Calzada es una de las obras claves del románico tardío español, y no sólo por su riqueza iconográfica, sino que también por la excelente calidad de su escultura monumental, en cuyos trabajos, según diversos estudiosos, se adivina la mano de hasta cuatro talleres, incluido uno ligado con el inconfundible Leodegarivs de la portada principal de Sangüesa.

La ampliación gótica

Una vez finalizada la compleja cabecera románica, y probablemente debido sobre todo a las urgencias existentes en cerrar definitivamente la catedral para hacerla útil a sus funciones, continuarían desarrollándose las obras. Así, ya en tiempos del gótico y siguiendo un esquema mucho más simplificado, los trabajos fueron centrándose en el crucero, las naves y el cierre de las cubiertas.

Fruto de todo ello es la actual configuración estructural del templo, dividido en tres naves separadas por arcos apuntados sobre pilares cruciformes, y un doble crucero cubierto por elegantísimas bóvedas estrelladas.

Bóvedas góticas en la nave centralAbren a las naves colaterales distintas capillas devocionales, algunas de ellas, sobre todo las del muro sur, considerablemente remodeladas y ampliadas entre los siglos XVI y XVII. Ya en el siglo XVIII y también al costado meridional justo a la altura del brazo principal del crucero, se plantearía la portada sur, obra de Martín de Beratúa. Consta ésta de un doble vano de ingreso presidido por tres hornacinas en las que aparece Santo Domingo de la Calzada flanqueado por los santos mártires Emeterio y Celedonio.

El segundo de los ingresos al espacio catedralicio, se sitúa a los pies del templo y está dedicado a San Pedro. Se trata de una portada gótica del siglo XIII conformada en siete arquivoltas lisas que, sin capitel alguno, se proyectan directamente sobre las basas, casi a ras de suelo. Sobre la puerta fue habilitada una hornacina que alberga un grupo escultórico, hoy bastante maltrecho, que representa a Cristo entregando las llaves a San Pedro.

Pocas décadas después, concretamente en el siglo XIV, fue levantado un potente cubo defensivo a modo de adarve para proteger el portal, confiriendo de este modo a la seo calceatense cierto aire fortificado.

Al lado norte, por último, se encuentra el claustro, levantado contemporáneamente al resto del cuerpo de naves pero que, durante el siglo XVI, fue profundamente remodelado. En la actualidad, tanto el propio espacio claustral como todas sus estancias anejas entre ellas la sala capitular, acogen el Museo Catedralicio, en el que se encuentran expuestas obras de gran interés tanto de la propia catedral, como del resto de la Diócesis.

La torre campanario

Campanario barrocoLa primitiva torre campanario medieval de la catedral de Santo Domingo se levantaba a los pies del brazo norte de crucero, justo sobre la tumba del santo patrón. A mediados del siglo XV, tras quedar parcialmente destruida por un rayo, se iniciarían las obras de reconstrucción, quedando éstas rematadas con la colocación de las campanas en 1560.

Ya en el siglo XVIII y debido al amenazante riesgo de ruina que se cernía sobre la torre, el Obispo Andrés de Porras encomendaría al arquitecto Martín de Beratúa la erección de un nuevo campanario, el cual se situaría en el remate norte del crucero cobijando a su vez la primitiva portada. Sin embargo, según fueron avanzando los trabajos, pudo constatarse el riesgo estructural y de estabilidad que el proyecto constituía para el resto del templo, por lo que hubo de plantearse un nuevo emplazamiento.

Fue así como surgió el actual y personalísimo proyecto de campanario exento que hoy podemos contemplar, cuyas obras comenzarían en 1762 a la par que se remodelaba la portada sur, que había quedado notablemente dañada.

Definida tradicionalmente como "la moza de La Rioja", la barroca torre de Santo Domingo de la Calzada se eleva nada menos que 69 metros desde el nivel del pavimento, destacando por encima de los tejados de la ciudad y siendo visible desde varios kilómetros de distancia, sirviendo igualmente de inconfundible faro para los peregrinos que recorren el Camino de Santiago.

La tumba de Santo Domingo y la falsa cripta

Desde el siglo XIV, el brazo sur del crucero acoge el sepulcro del santo ermitaño Domingo, cuyo emplazamiento fue escogido a propósito con la finalidad de crear, a la manera de los antiguos martyrium, un espacio a modo de deambulatorio para rodearlo.

San Juan y San Pedro en la falsa criptaLa tumba del santo, cuya visita ya recomendaba a los peregrinos Aymeric Picaud en su Codex Calixtinus, consta de tres partes claramente diferenciadas: una primera del primer tercio del siglo XIII que corresponde a la efigie yacente de Santo Domingo, obra cumbre de la escultura funeraria medieval; la caja sepulcral del siglo XV, de gran riqueza iconográfica; y el baldaquino, que pese a remontarse su confección a bien entrado el siglo XVI, fue concebido imitando la estética goticista.

Durante la última reforma de la catedral, materializada durante la primera mitad del siglo XX, fue habilitada bajo el brazo lateral sur del crucero una falsa cripta destinada a albergar un nuevo sepulcro - relicario de Santo Domingo. La pequeña cámara, accesible a través de unas escaleras, fue concebida para permitir al visitante o peregrino rodear la tumba respetando la tradición canónica.

En la pequeña antesala que precede el espacio sepulcral, fueron recolocadas varias piezas medievales reaprovechadas, como un friso escultórico con el Calvario, dos altorrelieves de San Pedro y San Juan, así como una representación de Santo Domingo que también se encuentra en el museo. Es probable que algunas de estas piezas procedieran de la desaparecida portada sur.

El Gallinero

Situado a los pies del brazo sur del crucero junto a la tumba del santo se ubica, protegido por una bonita reja, el famoso gallinero; sin duda, uno de los símbolos más identificativos tanto de la propia Catedral de Santo Domingo de la Calzada como de todo el Camino de Santiago.

El gallinero, que desde el siglo XV mantiene en su interior de manera perpetua un gallo y una gallina viva, conmemora el milagro de Santo Domingo en que salvó a un joven peregrino alemán tras ser ajusticiado después de ser injustamente acusado de robo. De ahí el famoso dicho popular de "Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada".

 

(Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)

 

 

 


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