Crónica e imágenes del Viaje Guiado por la Arquitecturas Cisterciense, el 21/04/12
El pasado sábado 21 de abril tuvo lugar el tercero de los viajes guiados de ARTEGUIAS del año 2012 que, en esta ocasión, proponía una interesante ruta a través de la arquitectura cisterciense nada menos que recorriendo tres Comunidades Autónomas distintas, a saber: Castilla y León, Aragón y Castilla la Mancha.
Como cada vez que nuestra ruta tiene a la A-2 (carretera de Barcelona) como eje principal, el punto de salida quedó fijado en la intersección de la Avenida de América y la calle Francisco Silvela, de donde salimos a la hora prevista gracias a la exquisita puntualidad de todos los asistentes.
Durante el viaje de ida, y tras una breve parada para desayunar, se procedió a contextualizar histórica y artísticamente los distintos territorios y monumentos a visitar, prestando especial atención al fenómeno del monacato español y a los contrastes entre las dos ordenes preponderantes en el medievo: Cluny y el Císter, cuyas particularidades en su forma de vida y en la interpretación de la Regla de San Benito, influyeron decisivamente en la manera de construir y organizar una fundación monástica.
Así, a media mañana llegamos al primero de los destinos de la jornada, el Monasterio de Santa María de Huerta, aún en tierras sorianas pero muy cerca de los límites geográficos aragoneses. En él, tras explicar y fotografiar su espectacular fachada principal, procedimos a visitar su interior, empezando por la iglesia y continuando por el resto de dependencias monacales conservadas.
Una de las estancias que más llamó la atención fue, como no podía ser de otra forma, el refectorio de monjes, probablemente, el más espectacular de cuantas estancias de esta naturaleza se conservan no solo en España, sino también en toda Europa.
A continuación, nos dirigimos al Monasterio de Piedra, ya dentro de los límites provinciales zaragozanos, donde, amén del fantástico parque natural por casi todos conocido, ha llegado a nuestros días en relativo bien estado uno de los monasterios cistercienses que más estancias originales ha conservado.
En su interior pudimos disfrutar de su coqueta sala capitular y de otras estancias de interés como la cocina, la cilla dividida en dos pisos y reacondicionada en la actualidad como Museo del Vino, o el callejón de conversos, uno de los escasos que han perdurado en los monasterios españoles.
Tras la comida en uno de los restaurantes surgidos en torno al monasterio, tuvimos la oportunidad de dar un agradable paseo por el maravilloso vergel que constituye el Parque Natural del Río Piedra, donde sus fantásticas cascadas e inigualables paisajes hicieron las delicias de todos los presentes.
Así, ya por la tarde y con el sol por fin asomando sin complejo alguno, llegamos a la monumental Molina de Aragón, en Guadalajara, donde la primera parada tuvo lugar en la iglesia de Santa Clara, que si bien no dependió nunca del Císter, sí fue levantada siguiendo en muchos aspectos sus directrices constructivas. Justo a su portada, aprovechamos además para realizarnos nuestra tradicional foto de familia.
Como dignísimo colofón a una jornada magnífica, la última de las visitas previstas de la jornada fue al castillo de Molina, donde acompañados por las explicaciones de su guía local Yolanda, pudimos recorrer y conocer los secretos de las diferentes torres que conforman el recinto fortificado.
Así, tras un breve refrigerio en uno de los bares de una animada plaza de Molina de Aragón, emprendimos camino de regreso a Madrid, donde llegamos dentro del horario previsto.