Crónica e imágenes del Viaje Guiado a Alba de Tormes y Ciudad Rodrigo, el 13/07/13
Aprovechando que por estas fechas de comienzos de julio los días son especialmente largos, acometimos el ambicioso reto de realizar un largo viaje guiado en busca de dos preciosas localidades salmantinas que éramos conscientes que eran poco conocidas, entre otros motivos, por las largas distancias que existen desde Madrid.
Salimos desde la Plaza de Cristo Rey en Moncloa, a las 8:30, en dirección a la autovía A6 para llegar primero a Ávila y luego a Salamanca.
Tras la parada habitual para tomar café a la altura de Villacastín nos dirigimos a Peñaranda de Bracamonte donde se tomar el desvío de Alba de Tormes.
Esta localidad de 7.000 habitantes está regada por el caudaloso río Tormes y tiene un puñado de monumentos singulares y de gran interés.
El primero en ser visitado, junto a la guía oficial, Merce, fue el célebre castillo de los Duque de Alba, o mejor dicho: su torre del homenaje, puesto que el resto fue destruido durante la Francesada.
Aún con eso, es un lugar digno de ser visitado, ya que la torre alberga un museo con la historia de la fortaleza, así como la Sala de la Armería con sus famosos frescos sobre la Batalla de Mühlberg, entre las tropas de Carlos V y la Liga de Esmalcalda.
Desde este lugar, seguimos una senda descendente para visitar los demás monumentos de Alba de Tormes: iglesias de Santiago y San Juan, además de la Basílica de Santa Teresa.
Ante la cabecera de la iglesia de Santiago, pudimos conocer la accidentada historia de este templo y, también, las diferencias entre el "Modelo Toresano" y el "Modelo de Tierra de Pinares" del románico mudéjar en Castilla y León.
Pero de alguna manera todos esperábamos el momento más apetecido de nuestra visita a Alba, que no era otro que la visita a la iglesia de San Juan, en plena plaza mayor.
Esta iglesia seduce por su cabecera de ladrillo y capiteles románicos de piedra, su elegante interior con los ábsides del siglo XII bien conservados, pero ¡cómo no! por su extraordinario Apostolado.
No es, ni mucho menos habitual, poder contemplar a escasos centímetros de distancia de nuestros ojos y cámaras unas esculturas pétreas policromadas de gran tamaño, puesto que éstas tienen su lugar natural en grandes fachadas y portadas a bastante altura de la vista.
Tras la sosegada y fructífera visita a San Juan nos dispusimos a tomar el autocar, no sin antes echar un rápido vistazo al faraónico proyecto -y por ello inacabado- de la Basílica historicista (neogótica) de Santa Teresa de Jesús. En sus escaleras nos hicimos una foto de grupo para la Web oficial de Alba de Tormes.
De aquí a Ciudad Rodrigo hay algo más una hora de viaje que disfrutamos por el paisaje del Campo Charro, con sus conocidas dehesas de encinas salpicadas de reses bravas.
Llegamos a Ciudad Rodrigo a las 14:30 y atravesando la muralla entramos en el Restaurante Conde Rodrigo I, a escaso metros de la catedral.
Tras la comida, nos recibió Beatriz, guía oficial de la ciudad y con ella contextualizamos históricamente los lugares que íbamos a visitar, especialmente los monumentos medievales, pero sin olvidarnos del inmenso patrimonio eclesiástico y palaciego renacentista que atesora todos el casco antiguo.
La Catedral de Ciudad Rodrigo interesa en el conjunto y en los detalles: las cuatro puertas medievales: Las Cadenas, Amayuelas, de la Gloria y la del claustro, etc. pero no cabe duda que la de las Cadenas es la más espectacular de las que se observan desde fuera, con las roscas de su portada, las esculturas encastradas y el friso gótico superior, todo ello tallado en la dorada arenisca del lugar.
En el interior observamos la elegante arquitectura románico-gótica, con sus grandes ventanales y sus famosas bóvedas angevinas.
Dejamos para casi el final la contemplación de la majestuosas Puerta del Perdón o de la Gloria, relacionada con la de la Colegiata de Toro. Toda una joya del siglo XIII repleta con escenas marianas (la más importante, la de su coronación) y de la Pasión de Cristo, además de alusiones al Juicio Final.
Para terminar el periplo por la catedral, la rodeamos por encima de la muralla para llegar a la Puerta de Amayuelas y de aquí al corazón de la ciudad episcopal, atravesando la Plaza Mayor y llegando a la iglesia de San Pedro e Isidoro, pequeño tesoro con partes románicas de piedra, de ladrillo, además de otras góticas y renacentistas.
A continuación y si perder de vista los numerosos palacios señoriales desperdigados por las calles de Ciudad Rodrigo, nos dirigimos al tramo de la muralla más cercano al Castillo de Enrique II, desde donde se tiene buenas panorámicas de la vega del río Águeda e, incluso, de las tierras de Portugal.
A continuación, vuelta al autocar para emprender la vuelta, pero como el día había sido caluroso y apetecía un rápido refrigerio, hicimos una parada temprana en una estación de servicio. El resto, de un sólo tirón a Madrid, con el anécdota de la tormenta que nos cayó en las cercanías de Salamanca.
Gracias a todos por acompañarnos. Seguro que volveremos en el futuro a estas dos monumentales poblaciones salmantinas. La larga distancia recorrida mereció la pena.
Nos vemos por Cantabria.