Crónica e imágenes del Viaje Guiado por el románico del Valle del Esgueva, el 22/06/13
¡Por fin llegó la primavera! Este año 2013 se había hecho de rogar la llegada de los días soleados, pero lo hizo justo a tiempo para nuestro viaje al pintoresco Valle del Esgueva, en su tramo burgalés. Nos esperaban, nada menos, que media docena de edificios románicos.
Saliendo de la Plaza de Castilla, lugar habitual de arranque de los viajes que tienen como destino gran parte de Castilla y León, nos adentramos en la comarca burgalesa de La Ribera del Duero por la autovía A-1 para hacer la primera parada turística en el pueblo de Oquillas, situado al lado mismo de esta carretera.
Celestino, amable encargado de la iglesia, nos prestó las llaves de la misma, que esta siendo restaurada, como atestigua el andamio colocado en el ábside.
Esta iglesia cuenta con dos partes bien diferenciadas: la cabecera, con escultura realizada por un taller muy cercano a Silos y una nave -puerta incluida- obra de un taller menos cualificado.
Los canecillos y capiteles -tanto exteriores como interiores- del ábside son una delicia desde el punto iconográfico y plástico. Localizamos arpías, basiliscos, un monje portando un libro, un cantero tallando un sillar a hacha, un sapo, etc.
Tras dejar Oquillas, nos dirigimos al Valle de Esgueva propiamente dicho: Bahabón de Esgueva y Santibáñez de Esgueva.
Esta última localidad tuvo una iglesia parroquial románica que hoy se encuentra desplazada del caserío, junto a la carretera del valle. Se ha convertido en la "Ermita de El Salvador".
Aunque el templo tiene alicientes propios como la cabecera con una articulación que recuerda al románico lombardo o algunas encantadoras e ingenuas representaciones de sirenas-pez, no cabe duda que el máximo exponente de su belleza es el lugar donde se sitúa, en un altozano desde el que se divisan formidables vistas del valle.
Otro de los "platos fuertes" del viaje nos esperaba a continuación: el precioso y poco conocido Monasterio de Santa María la Real de Tórtoles de Esgueva.
Cenobio benedictino desde el siglo XII y caído casi en la ruina en el siglo XX, ha sido adquirido y restaurado como lujosa Posada Real de Castilla y León.
Su amable propietario, José Luis, nos deleitó con un tranquilo paseo por las dependencias monásticas: iglesia, capilla de los fundadores, claustro, sala capitular y refectorio, además de los jardines y otros lugares con encanto propio. No explicó el estado en que se hallaba este precioso monumento y las obras que se tuvieron que acometer para su recuperación.
Precisamente, fue en el refectorio de este venerable monasterio de monjas benedictinas donde pudimos degustar una buena comida para reponer fuerzas, ya que buena parte de las visitas monumentales las habíamos reservado para la tarde.
La primer visita vespertina fue para la aldea de Villovela de Esgueva. Tiene su iglesia parroquial una singularidad que nos deleitó a todos: la convivencia de dos templos de épocas distintas: el románico del siglo XII, reconvertido en nave norte y el edificio tardogótico como nave principal.
Tal circunstancia nos permitió comparar los conceptos arquitectónicos tan distintos que animan ambos estilos y que, con frecuencia y de manera errónea, se consideran "emparentados".
La siguiente parada: Villatuelda, donde nuestro amigo Felipe, su amable encargado, nos abrió su iglesia para comprobar cómo se trata de un templo con cabecera más gótica que románica, a pesar de contar con partes románicas en su interior.
Dejamos para el final uno de los templos románicos más importantes del Valle del Esgueva en su tramo burgalés: la iglesia de Pinillos de Esgueva: edificio perfectamente conservado con la cabecera de tipo pseudolombardo -como la Ermita de Santibáñez- la portada y el interior completamente cubierto con bóveda de medio cañón.
La cicerone encargada de enseñarnos esta iglesia no fue otra que Doña Ignacia, persona entrañable y encantadora que nos amenizó la visita con su desenfadado carácter.
El viaje tocaba a su fin pero nos dejó el buen sabor de boca que siempre trasmite el románico rural, si además acompaña un pintoresco paisaje -como lo es el Valle del Esgueva- y un hermoso día soleado.
¡Nos vemos por Salamanca!