Crónica e imágenes del Viaje Guiado al Románico de la Montaña de Guadalajara, el 29/07/17
El pasado sábado día 29 de julio tuvo lugar la segunda edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta del Románico Rural en la Montaña Norte de Guadalajara", un recorrido que nos llevó al encuentro de algunas de las manifestaciones románicas más importantes de la provincia alcarreña, las cuales, se concentran en los elevados territorios norteños prácticamente lindantes con Soria y Segovia.
Precisamente a través de tierras segovianas
iniciamos nuestra aproximación al núcleo principal
del viaje, aprovechando como siempre el recorrido de ida para contextualizar
histórica y artísticamente tanto las localidades como
los monumentos a visitar, con especial atención a la villa
de Atienza, de dilatadísima historia medieval.
Nuestra primera parada temática de la ruta tuvo como escenario la pequeñísima población de Albendiego, cuya incomparable iglesia de Santa Coloma la ha hecho merecedora de figurar como imprescindible en cualquier mapa de todo aficionado al románico que se precie.
A través de un ameno sendero entre sotos y praderías nos aproximamos a la iglesia, distante del escaso casco urbano varios cientos de metros. Como no podía ser de otra forma, nuestra primera visión del templo consistió en acercarnos a la cabecera para admirar su magnífico ábside semicircular, cuyos ventanales, cuajados de celosías geométricas de gusto orientalizante, fueron concebidos deliberadamente para salirse de los cánones prototípicos del románico.
Tras visitar su interior para comprobar de primera mano los interesantes efectos lumínicos de esa luz tamizada por tan peculiares celosías, regresamos al autobús para aproximarnos a nuestra segunda etapa de la ruta: la población de Campisábalos, de actualidad en los últimos meses tras aparecer en los medios tras ser distinguida como la localidad con el aire más sano de España y tercero del mundo.
En Campisábalos tuvimos la oportunidad de visitar dos construcciones en una: el binomio monumental que conforman la iglesia parroquial de San Bartolomé y su aneja capilla funeraria de San Galindo.
Ésta última es famosa por conservar en su muro cabecero sur uno de los escasos mensarios o calendarios agrícolas completos del románico español.
A continuación, en un moderno restaurante de reciente apertura en la propia localidad disfrutamos de una agradable comida que nos sirvió para recargar fuerzas de cara a la ambiciosa jornada de tarde que nos esperaba.
Y es que la tarde fue dedicada íntegramente a la antaño pujante villa de Atienza, hoy en serio declive demográfico pero que conserva numerosos testimonios de esa enorme importancia medieval que confirman las crónicas, las cuales, hablan de que llegó a contar con casi diez mil habitantes y nada menos que quince parroquias, siendo tan inexpugnable su plaza que el propio Cid Campeador, según versa el propio Cantar, pasó de largo frente a sus murallas.
En Atienza iniciamos nuestro recorrido por su parte más elevada, apreciando de cerca los restos de su castillo y la iglesia de Santa María del Rey, que conserva una puerta que, pese a la erosión de su escultura, es de visita imprescindible.
Descendiendo por la ladera en la que se acomoda la villa, visitamos a continuación la antigua parroquia de la Santísima Trinidad, convertida en museo y en la que se exponen varias piezas meritorias de arte sacro procedente de la propia Atienza y poblaciones circundantes.
Tras una breve parada técnica en la plaza principal para refrescarnos, continuamos nuestro recorrido atencino por la iglesia de San Gil, también musealizada y que tuvimos la ocasión de admirarla gracias a la inestimable amabilidad de su párroco Don Agustín.
Es una persona entrañable donde las haya y cuya labor al frente de las iglesias de Atienza durante varias décadas ha sido clave para que su ingente patrimonio se salvase de la desaparición a la que irremediablemente parecía condenado.
A través de las pintorescas callejas de la zona más baja de la villa nos acercamos a la tercera de las antiguas parroquias musealizadas de Atienza; en este caso bajo la advocación de San Bartolomé y cuya seña de identidad más reconocible es su galería porticada amén de la ingente colección de fósiles recopilados por el propio párroco Don Agustín y que se exponen en su interior.
Por último y como dignísimo colofón a nuestro recorrido monumental por Atienza, buena parte del grupo, desafiando al cansancio y al calor, se aventuró a descender hasta la ermita de Nuestra Señora del Val, situada entre prados a las afueras del núcleo rural y que conserva en su portada una de las arquivoltas más curiosas y personales del románico español.
Finalizada la visita, tuvimos la oportunidad
de disfrutar de unos minutos de tiempo de libre disposición
antes de emprender el camino de regreso a Madrid, el cual realizamos
en su primera parte a través de los bellísimos paisajes
de la Alcarria alta hasta desembocar en Guadalajara capital primero,
y en Madrid poco después.
Muchísimas gracias a todas y todos por acompañarnos y feliz verano.