Crónica e imágenes del Viaje Guiado: Lisboa, Évora, Santarém y Sintra: Patrimonio de la Humanidad (Portugal). 21, 22, 23 y 24 de noviembre de 2024
Durante los días 21 al 24 de noviembre tuvo lugar la primera edición del nuevo Viaje Guiado ARTEGUIAS "Lisboa, Évora, Santarém y Sintra: Patrimonio de la Humanidad", un completo recorrido por algunos de los principales conjuntos monumentales del bonito país vecino y los magníficos enclaves que bien han merecido la máxima calificación de la UNESCO.
Teniendo en mente el cambio horario, el jueves salimos bien temprano de la concurrida Puerta de Toledo de Madrid y tras las dos paradas reglamentarias, llegaríamos a la antiquísima "ciudad-museo" de Évora. Nuestra primera visita fue para su catedral gótica de la Asunción, uno de los edificios medievales más destacados de Portugal que incluye uno de los claustros más elegantes del país vecino.
Comentamos con detenimiento su bonita portada y paseamos por el monumental claustro, admirando su soberbia decoración escultórica; también subimos al sobreclaustro para contemplar la magnífica panorámica de la ciudad y poder admirar la belleza de su famoso cimborrio gótico.
Por último, nos acercamos a su pequeño museo de arte sacro, que acoge, entre otras obras, un soberbio relicario cuajado de gemas que custodia un fragmento del Lignum Crucis.
Después de una primera comida familiar, nos acercamos a la singular Capela dos Ossos, ubicada en las antiguas dependencias conventuales de San Francisco. Esta capilla, datada a mediados del siglo XVII, no deja indiferente a nadie, puesto que está construida con los huesos de más de 5000 personas. Sin embargo, no debe entenderse como algo macabro, sino como una invitación a reflexionar sobre la fragilidad y la fugacidad de la vida humana, algo que todos los allí presentes, sin duda, hicimos.
Visitamos también la iglesia del convento franciscano, una de las primeras sedes portuguesas de esta Orden, aunque con fuertes intervenciones manuelinas, renacentistas y barrocas.
Antes de recogernos en el autobús, hicimos una última parada para admirar el templo romano del siglo I d.C., el edificio más antiguo de la ciudad. Aunque popularmente se conoce como Templo de Diana, en realidad está dedicado al culto imperial de Octavio Augusto. Si bien no ha sido ajeno a los estragos del tiempo, sorprende su magnífico estado de conservación.
Con esto, dimos por finalizado el día y nos dirigimos a nuestro lujoso hotel a orillas del Tajo en la localidad de Alcochete para cenar y descansar del largo viaje.
El viernes lo dedicamos por completo a la antiquísima capital de Portugal, la bella Lisboa. Escenario de grandes acontecimientos históricos desde época fenicia hasta la Revolución de los Claveles, pocas capitales europeas pueden competir con la alegría y el colorido lisboeta.
Comenzamos, como no podía ser de otra forma, por el Monasterio de los Jerónimos. Aunque su iglesia se encuentra recientemente clausurada por restauración, sí pudimos disfrutar de sus dos soberbias portadas, todo un programa propagandístico esculpido a la gloria del rey Manuel I.
Además, dedicamos a su magnífico claustro y a las dependencias monacales más de una hora para comentar los intricados detalles de esta obra cumbre de la arquitectura manuelina.
Llegada la hora del desayuno, nos acercamos a degustar los típicos pastelitos de nata de Belém, antes de seguir bordeando el puerto hasta el Monumento a los Descubridores, una colosal carabela de piedra que honra a los navegantes portugueses como Vasco de Gama, Fernando de Magallanes o Pedro Alvares Cabral.
No podíamos irnos de esta zona sin visitar la icónica Torre de Belém. Construida en la desembocadura del Tajo en el siglo XVI con fines defensivos y en un delicadísimo estilo manuelino, en la actualidad se ha convertido en el emblema de la ciudad de Lisboa. Tras subir a su bonita logia y tomarnos unas fotos en la barbacana, cogimos nuestro bus hacia el centro de la ciudad para seguir con nuestra programación.
Nuestra próxima visita fue el Museo Arqueológico do Carmo, ubicado en las ruinas de un antiguo convento carmelita de estilo gótico venido a menos tras el terrible terremoto de 1755. Movidos por el espíritu romántico decimonónico, la primera Asociación de Arqueólogos portugueses decidió instalar su sede en tal mágico lugar y preservar así una nutrida colección de piezas prerromanas, romanas, precolombinas, medievales...
A continuación, cruzamos la popular Plaza del
Rossio para entrar en la Iglesia de Santo Domingo, en apariencia,
una sobria iglesia barroca. Su interior, sin embargo, es verdaderamente
sobrecogedor, pues se encuentra quemado y semiderruido, testigo
de los numerosos terremotos e incendios que han sacudido la capital
lusa a lo largo de los siglos.
No se plantea su restauración, pues los lisboetas quieren
dejarlo como testimonio vivo de su historia, y en este caso, no
podríamos estar más de acuerdo, pues el lugar está
envuelto en misticismo y emoción.
Tras una fantástica comida en un céntrico restaurante, ascendimos por el casco histórico hasta la Catedral de Lisboa, uno de los templos más importantes para la historia portuguesa pues su construcción está marcada por la reconquista de la ciudad a los musulmanes. En origen románica, en época gótica se construirá una girola con diez capillas para dar cabida a todos los peregrinos que venían a honrar las reliquias de San Vicente, actualmente expuestas en su pequeño museo capitular.
Como todavía era temprano y el buen tiempo acompañaba, dispusimos de un buen rato de tiempo libre para recorrer la ciudad a nuestro antojo, tomarnos un refresco en la vital Plaza del Comercio o comprar souvenirs antes de recogernos en nuestro hotel para cenar y descansar.
La mañana del sábado la dedicamos por completo al maravilloso Palacio da Pena de Sintra, residencia de verano de la familia real portuguesa y máximo exponente del estilo romántico en el país. Construido en el siglo XIX sobre las ruinas de un antiguo convento medieval, este singular lugar no nos dejó indiferente a ninguno por su eclecticismo y su colorido.
Aunque de difícil acceso, pues requiere de un periplo de tres autobuses para llegar a la cima, recorrimos con gusto todas sus estancias, perfectamente musealizadas, y disfrutamos del paraje tomando numerosas fotografías.
A mediodía llegamos a la ancestral ciudad de Santarém, que remonta sus orígenes a las primeras colonias fenicias, aunque también pasarían por ella griegos, romanos, visigodos y musulmanes. Su rica historia se evidencia en su nutrida arquitectura, aunque nosotros nos centramos en los conjuntos medievales, ya que Santarém es conocida como la capital del gótico portugués.
Tras una estupenda comida, en la que degustamos los tradicionales torricados, nos acercamos rápidamente a conocer el claustro del convento de San Francisco, de remarcable importancia histórica pues fue la primera fundación de la orden en Portugal.
Tristemente, su estado de conservación no es demasiado bueno, puesto que el abandono iniciado en el siglo XIX y posterior expolios han dejado su interior casi irreconocible. En la actualida se usa la iglesia para diversos eventos políticos y sociales.
Seguimos nuestra ruta gótica hacia la bonita iglesia conevntual de Santa Clara. Con una fachada sobria, su interior sorprende por sus diáfanos 72 metros de longitud, rematados por un sencillo rosetón a cuyos pies se encuentra la historiada tumba de Doña Leonor, que destaca por su relieve de San Francisco recibiendo los estigmas.
Continuamos paseando por el casco histórico hasta la monumental iglesia de Santa María de Graça y su espléndida fachada flamígera dominada por un intrincado rosetón de tracerías. Su interior es armónico y luminoso, y custodia varios sepulcros nobiliarios de especial interés, como el de Pedro Álvares Cabral, descubridor de Brasil, cuya lauda se encuentra tallada con una delicada inscripción en letras góticas.
Terminamos la tarde en la recién inaugurada iglesia de São João de Alporão. Tras varios años cerrada por una meticulosa restauración, fuimos unos de los primeros afortunados en volver a contemplar su bello y peculiar ábside hemidecagonal, así como los intrincados túmulos adosados a la nave. ¡Bien ha merecido la pena la espera!
Con la caída de la tarde, las terrazas de Santarém comenzaron a animarse, así que decidimos dejar un rato libre para tomarnos algo y charlar animadamente antes de emprender el camino de vuelta al hotel de Alcochete.
Aprovechamos la mañana del domingo para hacer una última visita antes de regresar a Madrid, y nos desviamos hacia el municipio de Óbidos. Esta coqueta ciudadela recibe el nombre de "Vila das Rainhas", pues desde el siglo XIII será incluida en las dotes de las reinas portugueses, quienes harán cuantiosas donaciones para embellecer la ciudad. Eso da como resultado un encantador pueblecito plagado de calles laberínticas, casitas blancas, capillas manuelinas y acogedoras cafeterías y tiendas típicas donde venden la famos ginjinha que es un riquísimo licor de guindas. Una forma relajada y agradable de terminar un viaje tan cargado de arte.
Ganando kilómetros hacia Madrid, paramos a hacer una última comida familiar todavía en Portugal. Tras las dos paradas reglamentarias, llegaríamos a casa una hora antes de lo previsto.
¡Gracias a todos por acompañarnos un año más! Esperamos contar con todos vosotros en los viajes del año 2025.