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Crónica e imágenes del Viaje Guiado de las Ermitas Segovianas, el 26/05/12

El pasado sábado 26 de mayo tuvo lugar el último -hasta ahora- de los viajes guiados de ARTEGUÍAS que, en esta ocasión, proponía una interesantísima ruta por la Segovia rural al encuentro de ermitas románicas de ensueño.

La expedición partió desde la madrileña Plaza de Cristo Rey, aprovechándose el trayecto de ida, como en otras ocasiones, para explicar y contextualizar histórica y artísticamente el conjunto de monumentos a visitar durante la jornada.

Así, tras una breve parada técnica en Torrecaballeros para desayunar y estirar las piernas, llegamos puntuales a nuestro primer destino previsto, la ermita de la Virgen de las Vegas de Requijada, muy cerca de Pedraza.

Explicaciones sobre ela arquitectura de la Ermita de la Virgen de las Vegas

La ermita de Las Vegas de Pedraza es un soberbio edificio románico porticado de tres naves que nos sirvió como ejemplo perfecto para explicar el origen de estas misteriosas construcciones aisladas en medio de la nada, que hoy denominamos ermitas pero que, en su inmensa mayoría, no son sino las antiguas parroquiales de viejos despoblados medievales desaparecidos al quedar deshabitados.

De este modo, la ermita causó sensación entre todos los asistentes además de por sus imponentes proporciones, por el encantador paraje natural en que se ubica y que, este año, debido a las lluvias caídas en abril, presentaba un verdor inusual por estas fechas del calendario.

Admirando el conjunto de la ermita

Como no podía ser de otra forma, su armónica galería porticada fue el elemento que más atrajo la atención de los flashes de los concurrentes, aunque por supuesto, no pasó desapercibido su elegantísimo espacio interior y su antiquísima piscina bautismal concebida para el rito por inmersión situada a los pies de la nave lateral sur.

Desde Requijada, en apenas diez minutos llegamos a Pedraza, una de las villas más importantes de la Segovia medieval que, aún hoy, ha sabido conservar su encanto y su patrimonio monumental.

La torre románica de San Juan preside la villa de Pedraza

Ya con el sol en todo lo alto pese a sus reticencias de las primeras horas del día, tuvimos la oportunidad de recorrer las evocadoras calles de su casco histórico, visitando el castillo, su plaza mayor soportalada y presidida por la torre románica de su iglesia parroquial, y dos de sus ermitas románicas urbanas (antiguas parroquias de la villa): la arruinada y consolidada de Santa María de Mediavilla, y la de San Pedro de la Florida, hoy propiedad particular y convertida en vivienda, circunstancia que llamó notablemente la atención a muchos de nuestros amigos.

Terminada la visita a Pedraza no sin antes deleitarnos con la preciosa panorámica de su castillo que se observa desde la carretera, emprendimos rumbo nordeste para visitar la iglesia de San Juan de El Arenal o Revilla-Orejana, donde nos esperaba su amabilísimo párroco para abrirnos tanto la puerta del templo, como la de su recinto ajardinado, normalmente cerrado.

Analizando la puerta occiental de la galería de la Ermita de El Arenal

De nuevo, como en la ermita de Las Vegas de Pedraza, volvió a llamarnos la atención la existencia de un edificio de gran tamaño y considerable calidad en un paraje totalmente aislado, un hecho que encuentra su explicación en su funcionamiento, desde época medieval, como parroquia de concejo, la cual, prestaría servicio a varias minúsculas poblaciones que existirían (y algunas existen aún) en sus inmediaciones.

En la iglesia de San Juan, también el principal interés de todos se centró en su galería porticada, la cual conserva magníficos capiteles en los que la figuración se entremezcla con exquisitos entramados vegetales.

Explicaciones sobre la curiosa iconografía de este pórtico

De este modo, culminamos la jornada matutina dirigiéndonos a San Pedro de Gaíllos, en cuya plaza principal y ante el incomparable marco del pórtico románico de su iglesia, disfrutamos de una sensacional comida y una no menos agradable sobremesa.

En la iglesia de San Pedro de Gaíllos

Antes de coger el autobús en dirección a nuestro siguiente destino, como no podía ser de otra forma, aprovechamos para acercarnos a la contemplar y fotografiar la mencionada galería porticada románica.

Por la tarde, y como aperitivo idóneo para el plato fuerte que nos esperaba como remate final a la jornada, nos acercamos a la minúscula población de Aldehuelas de Sepúlveda, cuya iglesia parroquial, también aislada fuera del núcleo urbano y accesible a través de un encantador paseo entre una exuberante vegetación, es una de las menos conocidas del románico de la prolífica Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda.

La iglesia de Aldehuelas de Sepúlveda se encuentra en un magnífico paraje

El templo, también porticado como los anteriores, llamó sin embargo la atención por su uno de sus capiteles interiores del arco triunfal, en el que aparece una curiosa escena de temática erótica, que si bien no es extraña en el románico, si es menos habitual encontrarla en el interior de la iglesia y no en el exterior.

Y para terminar la jornada, quedaba el que para muchos era el plato fuerte del día: la visita al antiguo Monasterio de San Frutos del Duratón, en el que el arte y la historia se conjugan en perfecta armonía dentro de uno de los parajes naturales más espectaculares de Castilla y León.

Interior de la iglesia monástica de San Frutos de Duratón

Así, en un agradable paseo contemplando las hoces que traza el río Duratón y los buitres que sobrevolaban la zona, llegamos al antiguo cenobio, donde primero visitamos la iglesia y, a continuación, tras hacernos nuestra tradicional foto de familia junto a la portada, recorrimos las distintas dependencias anejas del monasterio, todas ellas dispuestas sobre espectaculares miradores naturales hacia las hoces.

Tras ello, reemprendimos camino de vuelta hacia el autobús aprovechando para apurar la batería de nuestras cámaras fotográficas e inmortalizar los majestuosos vuelos de los buitres que habitan el entorno.

El grupo posando ante la Ermita de San Frutos

Ya en el autobús, una última parada para recuperar fuerzas en una cafetería de las afueras Sepúlveda, y camino de regreso a Madrid, donde nos despedimos citándonos para el próximo viaje guiado.


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