Crónica e imágenes del Viaje Guiado a los confines de Soria (Tiermes y Caracena), el 20/10/12
Puntualmente, partimos de la madrileña Plaza de Castilla a las 8:30 hs. en dirección a la autovía A1. La lluvia no nos desmotivaba en absoluto pues el viaje prometía grandes alicientes.
Paramos para desayunar en la Plaza Mayor de la segoviana villa de Riaza, ya muy cerca del límite provincial con Soria. La llegada al entorno de Tiermes es espectacular, con sus paredones de rocas rojizas.
La iglesia románica de Santa María de Tiermes está junto a una necrópolis visigoda, razón por la cual se piensa que se construyó sobre un templo de esta época.
Como iglesia románica, llama la atención las generosas dimensiones de su nave, la cabecera con su arco triunfal con parejas de columnas de fustes sogueados (de sabor prerrománico y muy relacionable con las iglesias de San Esteban de Gormaz) pero sobre todo los capiteles de su pórtico, donde encontramos escenas tan diversas como episodios neotestamentarios, monstruos fabulosos o una escena de clara alusión a la guerra contra los musulmanes.
Esta iglesia de Santa María se ubica a pocos metros de la ciudad celtibérica y romana de Termancia, que fue uno de los grandes atractivos del viaje. Pero para aprovechar convenientemente la visita a un yacimiento arqueológico tan relevante como Tiermes era necesario contar con un guía especializado y nada mejor que gozar de las explicaciones de Víctor Mayoral, arqueólogo oficial y especialista en la civilización celtibérica y romana.
Con él acudimos a contemplar la zona acondicionada más recientemente, la del gran foro romano que se hallaba rodeado de tiendas y de un conjunto de edificios dedicados a la administración de esta urbe romana. Posteriormente, nos dirigimos a ver los restos de una gran "domus" o rica vivienda de un magnate de la época, con una extensión de 1.800 metros cuadrados de superficie (nos sorprendió esta fabulosa extensión, en comparación con la de las viviendas populares que nos solían superar los 30 - 40 metros).
Ya en el Museo y Centro de Interpretación tuvimos la ocasión de conocer el método que emplean los arqueólogos para excavar las necrópolis, fuente de la mayor parte de los restos de valor recuperados. También pudimos ver gran cantidad de urnas funerarias, restos de armas, abalorios personales, etc.
Una vez finalizada la vista a Tiermes nos dirigimos al este en dirección a la villa de Retortillo de Soria donde paramos para comer.
No hicimos demasiada sobremesa porque queríamos contar con tiempo suficiente para hacer visitas pausadas a lugares tan interesantes como Aguilera y Caracena. Además la lluvia había cesado y la tarde prometía ser sumamente agradable.
Camino de Aguilera pudimos contemplar de cerca la majestuosa alcazaba califal de Gormaz y hacer una breve explicación sobre su historia en relación a la Marca Media de Al-Andalus y las guerras de frontera acaecidas en el siglo X.
Aguilera es un pueblecito recostado sobre las laderas de un cerro donde debió existir una fortificación medieval. En la falda está la iglesia de San Martín a la que llegamos tras subir una empinada escalera. Visitamos tanto el exterior, con su deliciosas galería porticada y portada, como el interior cuya cabecera destaca por lo angosto de su arco triunfal.
Pero restaba el plato fuerte de este viaje guiado que no era otro que la visita a la recóndita villa de Caracena. El viaje a este pueblecito de un puñado de habitantes es casi una aventura, pues sólo se comunica con el resto de la provincia de Soria por una estrecha y sinuosa carretera.
En Caracena todo es apreciable, no sólo por sus monumentos sino por el entorno que lo circunda. Visitamos las iglesias románicas de Santa María y San Pedro con su galería porticada románica casi gemela -en cuanto a su escultura- a la de Santa María de Tiermes.
La subida el castillo quedaba reservada para el sorbo final. El cerro en que se asienta es empinado y cuesta un cierto esfuerzo llegar hasta lo alto, pero las vistas de la aldea y de los cañones calizos que lo rodean merecieron la pena.
Casi al anochecer subimos satisfechos al autocar para iniciar el regreso a Madrid. Aún en la penumbra del valle del río Caracena pudimos avistar a un grupo de simpáticos cervatillos que se encontraban pastando hierba de la vera.
Tras tomar un postrero café en San Esteban de Gormaz, enfilamos el camino hacia Madrid.