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Crónica e imágenes del Viaje Guiado a la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, el 13/11/10

Era el último de los viajes guiados de ARTEGUÍAS del año 2010 y la niebla no se lo quiso perder, así que, puntual a la cita, al igual que todos los participantes, se presentó a la hora fijada en la Plaza de Castilla. Sin embargo, pese al protagonismo que en ocasiones se empeñaba en concentrar, pasado el Túnel de Somosierra por fin decidió abandonarnos definitivamente.

El viaje guiado al románico de Tierras de Sepúlveda tuvo en la iglesia de Duratón uno de sus momentos de máxima expectación

Y así, tras las pertinente contextualización histórico-artística de la ruta y una breve parada en nuestra ya conocida cafetería de Santo Tomé del Puerto para desayunar, llegamos a la primera de las iglesias románicas a visitar, concretamente la de la Nativdad de Sotillo, donde Antonio, el amabilísimo alcalde de la localidad, nos esperaba llave en mano para acceder al interior.

El de Sotillo era quizás el templo menos conocido de cuantos componían nuestra ruta por la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, sin embargo, tanto los capiteles del interior como, sobre todo, la magníficamente conservada colección de canecillos dispuestos en las cornisas del exterior, hicieron las delicias de los asistentes, siendo objeto de interesantísimos debates acerca de su siempre subjetiva interpretación simbólica y de los posibles talleres que participaron en su realización.

Las cámaras se apresuraban a captar las escenas de la cornisa de la iglesia de Sotillo

Apenas a diez minutos de Sotillo se encuentra la aislada y coquetísima iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Duratón, edificio que, por méritos propios, se perfilaba como uno de los platos fuertes del día. En ella, después de admirar desde el interior la sofisticada estructura de su cabecera, centramos nuestra atención en su celebérrima galería porticada, una de las más relevantes joyas del románico rural segoviano.

Ante la iglesia de la Asunción de Duratón

En torno a ella, y pese a que la temperatura parecía empeñarse en recordarnos que estamos ya en pleno mes de noviembre, tuvimos la oportunidad de admirar de primera mano uno de los programas iconográficos más completos del románico segoviano, un programa que nos ofrece tanto escenas religiosas magníficamente conservadas, como un variadísimo repertorio animalístico que nos dio la oportunidad de repasar in-situ las distintas connotaciones simbólicas de los seres fantásticos que componen el bestiario románico.

Los numerosos capiteles del ábside de la iglesia de Duratón nos permitió adentrarnos en su rica escultura

Explicada también la temática de canecillos y metopas, y planteado el reto de identificar la primera de las siete escenas de Daniel en el foso de los leones que encontraríamos durante el viaje, reemprendimos ruta hacia Sepúlveda, ya que, en uno de sus afamados mesones, nos esperaba una merecida y reconfortante comida a base de alubias y cordero.

A la salida del restaurante, la tarde nos regaló una agradable sorpresa: y es que el sol, tímido durante la mañana, por fin se decidió a lucir sin complejos acompañándonos durante toda la sesión vespertina. Iniciamos la visita a Sepúlveda por su iglesia de San Bartolomé, situada en los aledaños de la Plaza Mayor y que, pese a su deficiente estado, presenta evidencias suficientes como para catalogarla como una de las más antiguas de la villa.

Foto de Familia en la Plaza Mayor de Sepúlveda, con la iglesia del Salvador de testigo

A continuación, un breve recorrido ascensional a través de estrechas callejas de enorme sabor nos condujo a la Iglesia del Salvador, donde con la inestimable colaboración de Margarita, guía oficial de Sepúlveda, comprendimos el papel de fortaleza y vigía que desempeñó la iglesia durante los turbulentos siglos medievales. De templo del Salvador llamó igualmente la atención la antigüedad de su galería porticada y, sobre todo, su esbeltez de líneas, circunstancia que choca frontalmente con el tópico erróneo de que la arquitectura románica huye de la verticalidad.

Margarita, la guía de Sepúlveda . nos contó la historia de los fueros de Sepúlveda en el marco incomparable de la iglesia del Salvador

La tercera de las iglesias sepulvedanas a visitar fue la Basílica de Nuestra Señora de la Peña, cuyo airoso y privilegiado emplazamiento nos permitió contemplar espectaculares panoramas de las Hoces del Duratón, así como identificar, con la ayuda de nuestra guía local, los lugares en los que se asentaron las nada menos que quince parroquias con que contó la villa durante los siglos XII y XIII.

Frente la iglesia de la Virgen de la Peña

Ya frente a la basílica, fue sin duda su magnífica portada principal, con su pantocrátor y su crismón de claro sabor aragonés, el elemento que concentró el objetivo de nuestras cámaras fotográficas, permitiéndonos corroborar como la Sepúlveda medieval, al igual que su Comunidad de Villa y Tierra, fue, como anunciaba el viaje guiado, foco de confluencia de distintas culturas.

Momento en el que desgranamos la iconografía del tímpano de la puerta. Virgen de la Peña de Sepúlveda

Como colofón a una espléndida jornada de arte románico, concluimos nuestro recorrido por Sepúlveda en la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, parroquia que, tras su restauración, alberga en la actualidad el Museo de los Fueros. En ella, su directora Ana recogió el testigo de Margarita y nos explicó los aspectos constructivos del templo, los detallados pormenores de su restauración, y, por supuesto, las interesantísimas piezas allí expuestas.

El mirador de la Virgen de  la Peña nos ofreció una emotiva vista de las Hoces del Duratón

Ya con la oscuridad propia de las tardes otoñales, y después de un reconfortante café en un hotel cercano, emprendimos camino de regreso hacia el autobús para llegar a Madrid, tras una intensísima jornada, dentro del horario previsto.


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