Crónica e imágenes del Viaje Guiado: Ermitas y Monasterios de ensueño en las Sierras de Navarra. 5 , 6 y 7 de abril de 2019
Durante el fin de semana de viernes 5 al domingo 7 de Abril tuvo lugar la primera edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta de los Monasterios y Ermitas en las Sierras de Navarra", un itinerario en el que abarcamos buena parte del sector noroccidental de la Comunidad Foral al encuentro de singulares construcciones románicas poco conocidas y enclavadas, por lo general, en entornos paisajísticos de especial belleza.
La matinal del viernes quedó ocupada en su totalidad por el viaje de ida, con la pertinente parada técnica y las ya habituales explicaciones introductorias históricas y artísticas de los lugares a visitar.
Tras la comida en un mesón de la localidad de Viana, nos adentramos en el entorno serrano que daba título al viaje a través de la preciosa Sierra de Codés, que nos recibió con una climatología bastante inestable que nos obligó a recurrir a chubasqueros y paraguas durante el bonito sendero que conducía a nuestro primer destino temático: la ermita románica de San Bartolomé de Aguilar de Codés.
Enclavada en un entorno de especial encanto paisajístico, el interés de esta ermita se centró, como no podía ser de otra manera, en su portada sur, coronada por un tímpano con un crismón como protagonista, lo cual nos sirvió para explicar sus particularidades, variedades y simbolismo ya que iban a ser varios más los que íbamos a tener la ocasión de admirar durante el fin de semana.
Desde Aguilar de Codés, en apenas 5 minutos llegamos a la localidad de Azuelo, antiguo monasterio convertido hoy en parroquia del pequeño pueblo que lo circunda bajo la advocación de San Jorge.
Allí, tras una primera parada en un improvisado mirador de una loma contigua desde que el pudimos tomar magníficas fotografías del viejo cenobio, nos recibió Pedro, guía habitual del monumento y siempre activo en su voluntad de difusión del patrimonio del valle.
Finalizadas las explicaciones históricas, artísticas y etnográficas de Azuelo, descendimos a territorios más llanos para realizar nuestra habitual parada técnica en la población de Los Arcos, desde la cual, accedimos a nuestra última visita de la jornada: San Andrés de Learza.
Coronando el minúsculo y semidespoblado caserío, la iglesia de Learza se presenta majestuosa y cuidadísima gracias al empeño de los moradores del señorío al que pertenece, y desde cuyos campos adyacentes pudimos tomar infinidad de fotografías de lo más lucidas gracias a su situación libre de construcciones anejas.
Desde Learza, regresamos a nuestro hotel en las proximidades de Logroño para descargar maletas, adjudicar habitaciones y bajar a cenar.
La jornada de sábado amaneció con una climatología mucho más benévola de la que tuvimos el viernes, así que, sin más dilación embarcamos en el autobús y nos dirigimos al precioso Valle de Yerri, uno de esos vallecillos de la Navarra Central cuyo aislamiento y despoblación le ha permitido conservar un rico patrimonio medieval.
El primer punto de interés fue el Monasterio cisterciense de Santa María la Real de Iranzu, el cual tuvimos la fortuna de visitar acompañados de las atinadas explicaciones del Padre Manolo, que nos condujo por su monumental iglesia primero y sus diferentes estancias claustrales conservadas después.
Desde Iranzu descendimos hasta las inmediaciones de la población de Azcona para visitar la aislada ermita de Santa Catalina de Alejandría, una construcción de dimensiones reducidísimas y enclavada en una pradería de cautivadora belleza.
Además, cuenta con una colección de canecillos y capiteles directamente emparentados con los talleres del Monasterio de Irache, San Miguel de Estella y del segundo taller de Silos.
A escasos kilómetros de Azcona, la última visita de la mañana se centró en el también minúsculo caserío de Eguiarte, cuya antigua iglesia conserva capiteles hermanos de los anteriormente vistos en Azcona.
A continuación abandonamos el Valle de Yerri para dirigirnos a la Cuenca de Pamplona, donde nos esperaba una reconfortante comida en el Palacio de Zuasti, el cual nos recibió de lo más animado al celebrarse en sus instalaciones una competición deportiva de gran tradición en la zona y que acostumbra a reunir a un gran número de participantes.
Junto a Zuasti, no podíamos dejar pasar la oportunidad de visitar la iglesia de San Andrés de Añézcar, cuya portada, ya de bien entrado el siglo XIII y de cronología gótica, conserva en el estilismo de sus capiteles ciertos resabios románicos.
También en el entorno metropolitano de Pamplona y a pies del Camino de Santiago, la antigua iglesia hospitalaria de San Miguel de Cizur Menor fue una de las grandes sorpresas de la jornada, un templo que, desde hace pocos años, ha recuperado su función primigenia de hospitalidad y atención al peregrino junto a un albergue regentado por la Orden de San Juan de Jerusalén.
Tras aprovechar los bares de Cizur Menor para cumplimentar nuestra parada técnica de la tarde, el más que digno colofón a una jornada de lo más intensa, variada y rica en emociones tuvo como escenario la iglesia de Gazólaz, construcción que presenta la sorpresa de conservar una armónica galería porticada al más puro estilo de las que solemos visitar de manera mucho más habituales en territorios del sur de Castilla.
Desde Gazólaz, en unos tres cuartos de hora de viaje en la que nos cayó todo el agua que por suerte conseguimos esquivar durante la jornada, llegamos a nuestro hotel dispuestos a cenar y descansar de cara a la jornada final.
El domingo la visita se centró en los alrededores de las Sierras de Aralar, Andía y Urbasa, comenzando nuestra visita por el poco conocido Monasterio de Zamartze, muy cerca de Huarte-Arakil, donde además de su belleza arquitectónica y escultórica, quedamos absolutamente maravillados por las explicaciones y la trayectoria vital de la hermana Guadalupe, guardesa habitual del monumento.
Tras la pertinente parada técnica, nos adentramos en un vallejo secundario para visitar la solitaria ermita de Santiago de Itsasperri junto a la localidad de Egiarreta, también fotogénica como ella sola al situarse en medio de una verde pradería sin obstáculo visual alguno para su fotogenia.
En esta ermita se celebraban hasta hace no demasiado tiempo las juntas del Valle de Arakil, por lo que hubo delante de la portada una Casa de Juntas a modo de porche de madera adosada al propio templo.
El último de los monumentos visitados en la ruta fue la iglesia de San Vicente de Larumbe, situada en la parte más alta de la pequeña aldea y accesible a través de un empinadísimo camino que nuestros valientes viajeros afrontaron con una sonrisa en la cara sabedores de que el esfuerzo merecería la pena.
Y efectivamente, así fue, la iglesia de Larumbe nos cautivó a todos por su situación, por sus vistas y por la riquísima iconografía que anima su galería porticada ya de estilo gótico, la cual, tuvimos la ocasión de desgranar al detalle con la participación de todos nuestros amigos.
Desde Larumbe, en apenas diez minutos llegamos a la populosa población de Irurtzun para comer en un céntrico restaurante y, ya desde allí, iniciar nuestro viaje de regreso a Madrid, donde llegamos dentro del horario previsto.
Muchas gracias a todos por acompañarnos y, los que no pudieron en estas fechas, recordarles que repetiremos esta misma visita en una segunda edición ya por el mes de octubre.