Crónica e imágenes del Viaje Guiado al Monasterio de Huerta y a la ciudad de Soria, el 26/09/09
Para poder aprovechar mejor el día, nos emplazamos en Avenida de América a las 8:30 de la mañana. A pesar del madrugón, todos fuimos estrictamente puntuales y en los rostros había más sonrisas que ojeras.
En Guadalajara hicimos una breve parada para recoger a dos compañeros alcarreños y seguimos ruta hacia Huerta. Ya en este pueblito se produjo el anécdota del día, al no poder tomar café porque los bares o estaban cerrados o no admitían tantas personas.
Una vez en el Monasterio de Santa María, saboreamos la arquitectura cisterciense de sus viejas estancias (con especial mimo hacia los refectorios de los conversos y de los monjes) y aprovechamos para hacer compras en su tienda artesana, especialmente de sus riquísimas mermeladas y dulces de membrillo.
Aunque el día estaba completamente soleado, comprobamos la dureza del clima soriano y más de uno se acordó de la chaqueta olvidada en el autocar, especialmente en el interior de la grandiosa y gélida iglesia monacal.
Seguimos camino a la ciudad de Soria que encontramos repleta de turistas atraídos por la exposición las Edades del Hombre. Aquí la temperatura ya estaba muy caldeada y disfrutamos de una tarde agradabilísima.
La primera iglesia que visitamos fue la de Santo Domingo. Como es natural, la armonía de su fachada y la rica iconografía esculpida en ella merecieron cientos de fotografías por parte de todos. Ante ella pudimos desgranar y saborear todo lo relatado en esta auténtica Biblia en piedra.
A unos metros de Santo Domingo teníamos la reserva del restaurante y tras reponer fuerzas nos dirigimos en el autocar a San Juan de Rabanera, donde pudimos admirar su peculiar arquitectura exterior e interior.
La siguiente visita fue San Juan de Duero con su misterioso claustro y edículos interiores de la iglesia. Allí pudimos enumerar las distintas teorías que se han enunciado sobre el origen y formas de este pintoresco lugar. De nuevo, las cámaras retrataron masivamente los capiteles de los templetes y las orientalizantes siluetas de los arcos.
A continuación, accedimos al interior de la concatedral de San Pedro para ver la exposición de Las Edades del Hombre, que se encontraba abarrotada de visitantes.
La escasa representación medieval de sus piezas y la mala educación de parte de su personal nos invitó a abandonarla pronto para admirar algo mucho más valioso: el precioso claustro románico de la antigua colegiata, con sus arquerías y tallas de influencia silense.
El viaje de vuelta, como es habitual, se nos hizo más corto de lo esperado, por la animada conversación que mantuvimos entre nosotros. Como siempre, llegamos a Madrid algo cansados pero muy satisfechos por haber compartido un buen día entre amigos y haber saboreado las doradas piedras románicas de Soria.