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Crónica e imágenes del Viaje Guiado a Toro y dos iglesia vallisoletanas, el 12/03/11

El segundo viaje guiado de Arteguías del 2011 había de llevarnos al encuentro de la ciudad zamorana de Toro, por lo que, puntuales a la cita, partimos de la Plaza de Cristo Rey de Madrid para, en seguida, tomar la carretera de La Coruña.

Pese a que una vez cruzado el túnel de Guadarrama el cielo continuaba mostrando el mismo tono gris que en su vertiente madrileña, el optimismo y las ganas de todos continuaba intacto, de manera que, después de una breve parada para desayunar y dentro del horario previsto, llegamos a nuestro destino, donde nos esperaba Begoña, guía oficial de la provincia de Zamora y que nos acompañaría durante toda la mañana.

El grupo junto a la iglesia de San Lorenzo el Real de Toro

El primer punto de interés que visitamos en Toro fue la Iglesia de San Lorenzo el Real, una armónica construcción mudéjar a la que no siempre es fácil acceder y que constituyó un aperitivo perfecto de cara a las muchas sorpresas que nos esperaban durante toda la mañana.

En la Colegiata de Toro

El punto culminante de la visita a la ciudad toresana era, sin lugar a dudas, la colegiata de Santa María la Mayor, considerada de manera unánime una de las construcciones románicas más importantes de Castilla y León. En su exterior, sobre todo en la zona de su fotogénica cabecera, pudimos contemplar el magnífico cimborrio que corona el crucero, hallando sus diferencias formales respecto a sus hermanos de Plasencia, Zamora y Salamanca, bien conocidos por muchos de los asistentes.

Interior de la Colegiata de Toro

Ya en el interior de la colegiata, las explicaciones se centraron en los soportes y las bóvedas, cuya particular concepción hace que sean perfectamente distinguibles las manos de los dos maestros arquitectos que participaron en su erección, el primero más audaz y el segundo mucho más conservador.

Como perfecto colofón, la visita a la colegiata toresana concluyó en la soberbia Portada de la Majestad, sobre la cual, todo fueron elogios.

El último de los monumentos visitados por la mañana fue la iglesia de San Salvador de los Caballeros, cuyo exterior hace perfectamente comprensible las genuinas características del mudéjar toresano y en cuyo interior, ha sido habilitado un pequeño museo de arte sacro cuyas imágenes, la mayoría medievales, hicieron las delicias de todos los presentes.

Después de una agradable comida en un céntrico restaurante de la ciudad de Toro, nos despedimos de la provincia de Zamora para, siempre a la vera del río Duero y con el sol queriendo hacer acto de presencia, adentrarnos en la provincia de Valladolid para visitar dos iglesias relacionadas con la Orden Sanjuanista y bastante desconocidas para el gran público.

Desde la Iglesia de Castronuño las vistas son excelentes

La primera de ellas era la de Castronuño, una construcción para la que, pese a encontrarse en una comarca donde predomina el ladrillo, fue empleado un material pétreo de buena calidad. Después de admirar sus considerables proporciones exteriores y su coqueto interior, no quisimos despedirnos de Castronuño sin antes asomarnos al precioso mirador habilitado junto a la iglesia, desde el cual es posible contemplar amplias panorámicas de la ribera del Duero.

Interior de la iglesia de Castronuño

El último de los monumentos a visitar era la iglesia de San Juan Bautista de Fresno el Viejo, un templo en el que llamó la atención de todos el hecho de que fuese iniciada en sillería de magnífica calidad pero que, a partir de un cierto punto y posiblemente motivado por las dificultades a la hora de trasladar los bloques de piedra, fue concluida en ladrillo, una circunstancia bastante anómala que se repite en unos pocos templos más, entre ellos, el celebérrimo de San Tirso de Sahagún de Campos.

Explicaciones en la iglesia de Fresno el Viejo

Tras un breve repaso terminológico de los elementos más recurrentes del románico mudéjar presentes en su fachada principal, accedimos al interior, recientemente restaurado de manera muy acertada y en el que es posible contemplar un magnífico compendio de arquitectura, escultura y pintura.

Así pues, una vez concluida la jornada y tras un revitalizante café en uno de los bares del propio Frenso el Viejo, emprendimos camino de regreso hacia Madrid, donde nos despedimos hasta el próximo viaje, que tendrá como escenario el precioso románico rural de Atienza y de la montaña de Guadalajara.


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