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Crónica e imágenes del Viaje Guiado: Ruta por el Valle de Manzanedo. 28 y 29 de mayo de 2022

Durante el último fin de semana del mes de mayo y con la primavera en su máximo apogeo tuvo lugar la primera edición del Viaje Guiado ARTEGUIAS "Ruta paisajística y románica por el Valle de Manzanedo".

Se trata de un itinerario por el noroeste de la provincia de Burgos para recorrer algunas de sus Merindades menos conocidas en las que, además de un paisaje insuperable caprichosamente tallado por el río Ebro y sus afluentes, se puede admirar un románico rural de lo más especial en el que a su encanto innato hay que añadirle el extra que supone la belleza del medio en el que se enclava.

Tal y como estaba previsto, el sábado 28 salimos puntualmente de la Plaza de Castilla en dirección norte para, a la altura de Lerma, realizar la parada técnica reglamentaria y, una vez rebasada la capital, adentrarnos a través de sus verdes páramos en el Cañón del río Ebro, indiscutible protagonista y fiel acompañante durante toda nuestra ruta.

Nuestro primer destino temático fue la población de Escalada, pintoresca a más no poder, puerta de entrada a Las Merindades por el este y a Valderredible por el oeste y que cuenta en su reformada iglesia parroquial con una de las portadas más bellas del románico burgalés.

Frente a ella tuvimos ocasión de interpretar detenidamente tanto sus capiteles vegetales, obra de una mano de lo más aventajada, así como la figuración de sus capiteles y de la arquivolta central, con un interesante elenco de personajes en posición radial desempeñando diversas actividades.

A continuación, pocos kilómetros Ebro arriba llegamos a Orbaneja del Castillo, una de las poblaciones castellanas más espectaculares por su ubicación en pleno cañón y rodeado de personalísimas formaciones kársticas, y con esa inconfundible cascada que brota del casco urbano y mana ladera abajo entre las viviendas dando como lugar una de las estampas más fotografiadas de Las Merindades.

Qué mejor sitio que ese para hacernos la foto de familia tras la comida en uno de los varios mesones abiertos en los últimos años en la localidad.

Continuando con la vertiente más paisajística de nuestra ruta, regresamos al autobús para dirigirnos hacia el noreste en dirección a la Merindad de Sotoscueva, la cual alberga otra de las joyas naturales de la comunidad castellanoleonesa: el Monumento Natural de Ojo Guareña.

Enclavada en un entorno de enorme verdor, Ojo Guareña es un extensísimo complejo kárstico de nada menos que 6 pisos y más de 100 kilómetros de galerías esculpidas por las corrientes acuíferas, de las cuales una pequeña parte de ellas son visitables.

Así, ataviados con los reglamentarios cascos que se proporcionan a la entrada y en compañía de los guías oficiales del lugar, recorrimos los sectores visitables hasta desembocar en la llamada ermita de San Bernabé, una preciosa iglesia tallada en la roca y cuajada de graciosísimas pinturas dieciochescas de sabor popular.

Desde la Merindad de Sotoscueva, ya atardeciendo y siempre con el Ebro a nuestra vera, represado en su parte final, pusimos rumbo hasta nuestro hotel de Reinosa, el principal núcleo de población de la zona con capacidad hotelera.

Tras un sábado de talante más paisajístico, la jornada del domingo y siempre por entornos de enorme belleza, encaramos la vertiente más monumental de la ruta, accediendo al Valle de Manzanedo por su boca oeste y visitar la iglesia de la Inmaculada Concepción de Crespos.
Esta iglesia, tan minúscula de dimensiones que hasta nos obligó a dividir el grupo para acceder a su interior, causó sensación entre todos nuestros acompañantes, y es que es el ejemplo paradigmático de ese románico rural planteado para prestar servicio a una comunidad humana de escasísimos habitantes.

Antes de continuar nuestro periplo por el Valle de Manzanedo, hicimos la habitual y recomendable parada técnica en Valdebezana para, desde allí, llegar hasta las ruinas del Monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco, un espectacular cenobio que hasta hace pocos era pasto de las ruinas y las zarzas hasta que una admirable asociación local organizada y a través de talleres de voluntariado, ha restaurado y consolidado hasta hacerlo visitable, algo impensable.

Con las explicaciones de uno de esos voluntarios que con sus propias manos han rescatado de la ruina el cenobio, visitamos las diferentes estancias del lugar: iglesia, sala capitular y, por supuesto, su icónico claustro herreriano, más fotogénico imposible.

Tras la comida en un restaurante de Medina de Pomar, nos adentramos por tercera vez en Manzanedo para visitar la iglesia de San Martín del Rojo, otra de esas iglesias del románico rural que dejan huella en todo visitante por su idílico entorno con un toque romántico además, al ubicarse en una localidad completamente despoblada.

Y como colofón a nuestra ruta y ya en las profundidades del valle, visitamos también la que quizás es la iglesia más importante de todo Manzanedo como es la de San Miguel de Cornezuelo, de origen monástico y en cuyos capiteles trabajaron las mismas manos que en otros templos del entorno.

Y así, abandonamos Manzanedo para emprender regreso a Madrid, donde llegamos tras las paradas técnicas pertinentes. Muchas gracias por vuestra compañía.

 

 

 

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