Crónica e imágenes del Viaje Guiado a la ciudad de Zamora, el 10/04/10
Con la habitual puntualidad y con unas previsiones meteorológicas más que optimistas, partió la expedición desde la madrileña Plaza de Cristo Rey rumbo a Zamora; sin duda, la capital del románico español por excelencia gracias a los más de veinte templos de éste estilo conservados en la ciudad.
Tras las pertinentes explicaciones introductorias durante el viaje y una breve parada a mitad de camino para desayunar y estirar las piernas, poco antes de mediodía llegamos a nuestro destino, dejándonos el autobús junto a la muralla.
Desde ahí, un breve y ameno paseo nos condujo a las mismas puertas de la Iglesia de Santiago el Viejo o de los Caballeros; construcción emplazada extramuros que, pese a su aparente sencillez exterior, acoge entre sus muros un interesantísimo y sorprendente muestrario de capiteles figurados.
Continuando por los antiguos arrabales zamoranos, nuestra segunda parada se situó en la Iglesia de San Claudio de Olivares, templo que, al igual que el anterior y quizás por su situación algo alejada del centro urbano, suele quedar fuera de los circuitos turísticos zamoranos, circunstancia incomprensible dado el interés de la obra; tanto al interior, como al exterior, donde el mensario que adorna una de las arquivoltas de su portada septentrional, hizo las delicias de los visitantes.
Mediante una escalinata situada frente a San Claudio, accedimos al interior del antiguo burgo amurallado, visitando los exteriores de la conocida como "Casa del Cid" y dirigiéndonos a la Catedral. En ella, la visita comenzó por el Museo Catedralicio, donde un magnífico Cristo románico allí expuesto centró el interés de los expedicionarios. La seo zamorana, pese a su desnudez decorativa, hizo las delicias de todos, especialmente su espectacular cimborrio sobre el crucero, el más antiguo de los cuatro llamados "cimborrios del Duero" conservados en España.
Concluida la visita por el interior, aún nos esperaba una última sorpresa: la llamada Puerta del Obispo, cuya decoración fue objeto de interesantísimas disquisiciones entre los allí congregados. Antes de comer, aún tuvimos tiempo de disfrutar de un agradable paseo por el entorno del castillo, desde donde, aprovechando el soleadísimo día, podían tomarse magníficas instantáneas de la torre y el cimborrio románico de la catedral.
Por delante del legendario "Portillo de la Tradición", nos dirigimos al restaurante "Mesón el Castillo", donde pudieron ser cargadas las pilas de cara a la intensa sesión vespertina que teníamos por delante.
La tarde empezaría con una visita al exterior de la Iglesia de Santa María la Nueva, cuyo ábside es uno de los más interesantes de la capital zamorana tanto por sus arquerías como por sus capiteles, de gran primitivismo.
A continuación, la visita a la Iglesia de la Magdalena fue, sin duda, uno de los platos fuertes de la jornada. La enorme verticalidad de su única nave y, sobre todo, el originalísimo sepulcro adosado al muro norte, centraron la atención y los objetivos de todos los expedicionarios.
A continuación, en seguida llegamos a la Iglesia de San Cipriano, para algunos especialistas, la más antigua del románico zamorano. No pasaron desapercibidos en ella los relieves que adornaban las ventanas de su triple cabecera cuadrangular, los dos crismones que pueden encontrarse en el interior, y los restos de pintura mural conservados en uno de los vanos laterales, donde puede adivinarse un Pantocrátor rodeado del Tetramorfos.
Como suele decirse, la densidad de monumentos románicos existentes en Zamora permite ir "tropezando" con numerosas iglesias según se va paseando por su casco urbano, algo que pudimos comprobar sobre el terreno ya que, de camino a Santo Tomé, último de los edificios a visitar de la jornada, pasamos junto a la modesta Iglesia de Santa Lucía y la mucho más interesante de Santa María de Horta.
El mencionado templo de Santo Tomé, recientemente
restaurado y también fuera de los circuitos turísticos,
fue una guinda perfecta para una jornada completísima en
la que todos pudimos disfrutar, con la complicidad de un clima óptimo,
de un precioso recorrido por el románico zamorano más
antiguo y más desconocido.
¡Nos vemos en León!