Ermita de la Virgen de la Octava de Peñarrubias de Pirón (Segovia)
Para
llegar a la Ermita de la Virgen de la Octava de Peñarrubias
de Pirón, hemos de atravesar la pequeña población
de Parral de Villovela y a unos doscientos metros antes de llegar
a Peñarrubias, el siguiente pueblo, encontramos al pie de la
carretera, esta bonita ermita.
Conserva su original estructura románica, aunque parece que la actual nave quedó acortada por derrumbe del tramo occidental. Su fábrica es de humilde mampostería rosada salvo las partes más delicadas e importantes del templo, construidas en sillería.
Presenta la estructura habitual de planta de salón, presbiterio y ábside semicircular. La portada se abre en el costado meridional, en un saliente del muro y bajo tejaroz. Cuenta con tres arquivoltas.
La
arquivolta externa, lisa y de aristas vivas está trasdosada
por una delgada chambrana de dibujo vegetal, concretamente de flores
de aro, la intermedia es de baquetón y apea sobre una pareja
de columnas; la arquivolta inferior, lleva una estupenda y finísima
colección de flores de seis pétalos inscritos en círculos,
de manera que cada dovela lleva cuatro.
A pesar de lo pequeño de los motivos, la pericia en la labra, que más parece de orfebre que de escultor, crea un efecto estético muy agradable.
De los dos capiteles de las columnas, destaca el que muestra un ave mordiendo sus patas. En otro, entre complejo follaje, parece adivinarse la lucha entre hombres y bestias.
El
artífice de este capitel puede ser el mismo que esculpió
algunos capiteles de la galería de El Arenal.
El tejaroz que protege la entrada presenta un alero decorado con tallos vegetales que se erizan formando una sucesión plena de expresividad. Los canecillos se encuentran muy estropeados, aunque se adivinan animales fantásticos, personajes, etc.
Más destacables son las metopas, en el que se despliega un rico repertorio de motivos vegetales y geométricos, además de un fantástico cuadrúpedo, con cabeza de reptil, mordiendo una de sus patas traseras. La cabecera presenta la fórmula clásica de presbiterio recto y ábside semicircular, y es de extrema sencillez. Presenta en el centro un ventanal de arquivolta sobre columnas. Uno de sus capiteles se adorna con una sirena de doble cola.
En
el interior, los fustes de las columnas del arco triunfal han desaparecido
dejando los capiteles aflorando del muro. Estos representan motivos
de leones y grifos.
Sin duda, uno de los atractivos de esta construcción es la belleza añadida de su emplazamiento, en un altozano y entre campos de labor, lo que imprime en el visitante una imborrable huella. Desde aquí es posible llegar al puente medieval de Covatillas siguiendo el curso del río Pirón hacie el sur.
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Románico
en Turégano y El Pirón