Guía de la iglesia de Saint Pierre d'Aulnay
Introducción
El punto más septentrional de nuestra ruta a través de la Vía Turonensis tendrá como escenario la antigua colegiata de San Pedro de Aulnay de Saintonge (Saint Pierre de la Tour), más o menos a mitad de camino entre Tours y Burdeos y literalmente a los pies de la ruta jacobea, la cual aprovechaba una importante calzada romana.
Declarada Monumento Histórico desde nada menos que 1840, la colegiata de Saint Pierre d'Aulnay es uno de los monumentos mejor conservados y más fotogénicos del románico francés, debido principalmente a que apenas ha sufrido reformas y ampliaciones a lo largo de su historia.
Levantada según la mayoría de especialistas entre 1130 y 1150 sobre los restos documentados de una construcción anterior, responde al modelo de planta basilical de tres naves abovedadas, crucero marcado en planta y alzado rematado con una cúpula sobre pechinas sobre la que se yergue el campanario, y tres ábsides, siendo el central de mayor relieve.
Es precisamente la torre-campanario erigida sobre el crucero el único elemento posterior del conjunto, ya que diversos problemas estructurales obligaron a aligerarla ya en los siglos del gótico.
Más allá de su armónica y elegante arquitectura, es en el campo de la escultura donde verdaderamente sobresale este templo, destacando su riquísima colección de canecillos, la ventana central del ábside mayor con personajes atrapados entre tallos que son auténticas filigranas y, por supuesto, sus dos fachadas principales (sur y oeste), sin lugar a dudas, entre las más interesantes del románico francés.
La portada sur, abierta en el brazo meridional del crucero consta de cuatro arquivoltas ricamente decoradas. La más externa despliega en posición radial un riquísimo y variado bestiario tanto real como fantástico, llamando la atención entre otras muchas, la figura de un asno músico.
La rosca subsiguiente y también en posición está íntegramente dedicada a los ancianos del Apocalipsis tañendo diversos instrumentos musicales, aunque sorprende la presencia de un total de 31 en lugar de los habituales 24.
A continuación, esta vez sí, aparecen 24 personales portando alternativamente libros y lo que parecen frascos ungüentarios. Estos personajes han sido identificados por los especialistas como los doce apóstoles y otros tantos profetas.
Por fin, en la arquivolta más interna identificamos seis seres teriomórficos (tres grifos y tres esfinges) atrapados entre entramados vegetales similares a los vistos en la ventana axial de la cabecera.
Más interesante si cabe resulta su fachada occidental, dispuesta a modo de arco de triunfo romano a base de un ingreso central flanqueado por sendos arcos ciegos dotados de su correspondiente tímpano, a la derecha del vano dedicado a la Crucifixión de San Pedro (titular del templo), y a la izquierda Cristo triunfando sobre la muerte entre Pedro y Pablo.
En cuanto a las arquivoltas se refiere, encontramos un completísimo zodiaco asociado a las labores propias de cada mes; combates entre virtudes y vicios (explicadas con inscripciones) en las que las primeras, personificadas como guerreros, someten a las segundas representadas a modo de seres monstruosos; ángeles, así como el tema de la parábola de las Vírgenes necias y prudentes.
Completaba el programa una monumental estatua ecuestre de Constantino similar a la existente en Saint Hilaire de Melle, pero fue eliminada durante la Revolución Francesa.
Al interior, los capiteles sobre los que descansan los arcos torales y formeros presentan también bellísima y variada decoración vegetal y figurada, llamando la atención la presencia de animales exóticos como elefantes, escenas de vida cotidiana o pasajes bíblicos como Dalila cortando el cabello a Sansón o el pasaje de Caín y Abel.
Dentro de la unidad formal de todo el conjunto, los estudiosos han querido ver en Saint Pierre d'Aulnay la presencia de hasta tres talleres que trabajarían casi contemporáneamente: uno que laboraría en los ábsides, en la puerta sur y en los capiteles interiores de crucero y cabecera; un segundo taller que remataría la portada sur y los capiteles de la nave, y por último otro que se encargaría en exclusiva de la fachada norte.
Mención especial merece el entorno del templo, en el que un cementerio del siglo XIX (con presencia de tumbas anteriores) ayuda a imprimir más carácter si cabe a este monumento clave del románico francés.
Autor del texto del artículo/colaborador de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)