Iglesia de Santa Clara de Molina de Aragón (Guadalajara)
Introducción a la historia de Molina de Aragón
En
el alfoz de Molina se establecieron pueblos celtibéricos como
lo demuestra el poblado de Ceremonio, con necrópolis incluida.
Algunos restos romanos y visigodos certifican que la vida continuó
durante los primeros siglos de nuestra era. Con la llegada de los
musulmanes, Molina se debió convertir en una más de
las poblaciones de carácter defensivo y fronterizo. Se debió
construir la alcazaba con un cinturón amurallado.
Algunos autores defienden la posibilidad de la permanencia de una comunidad mozárabe que utilizaría, para sus cultos, la antigua iglesia visigoda de San Martín.
Tras
la caída del Califato, Molina, alejada del resto de los reinos
musulmanes, pudo formar una pequeña taifa independiente aunque
tributaria en ocasiones de Castilla, Valencia, Zaragoza o Toledo,
durante el siglo XI. Parece que Fernando I aprovechó una expedición
realizada en el año 1057 para reclamar al rey Abenamar las
correspondientes parias. Durante unos años, la amistad del
rey Aben-Galbón con el Cid permitiría al primero liberarse
de los impuestos que exigía Valencia.
La
reconquista cristiana de Molina es la consecuencia del imparable impulso
guerrero de Alfonso I de Aragón que conquista a los musulmanes,
en una carrera imparable, Zaragoza en 1118, Calatayud en 1120, Daroca
en 1121 y, por fin, Molina en diciembre de 1128.
Se sabe que en 1137, tras la disputa por la ciudad entre Alfonso VII y Ramón Berenguer, se adopta la solución salomónica de conceder al Conde Don Manrique Pérez de Lara el Señorío hereditario de la población de Molina, iniciando su proceso de reconstrucción y repoblación. En abril de 1154 el señor de Molina otorga fuero a la ciudad con el fin de estimular aún más dicha repoblación, fuero que se amplía en 1240 y 1263. Este hecho va a suponer la llegada de innumerables emigrantes desde Francia, Castilla, Navarra, etc.
Así Molina de Aragón se convierte en una populosa e influyente ciudad, cabeza de Comunidad de Villa y Tierra que, por dos siglos, ve levantar numerosos edificios religiosos y militares, como el soberbio castillo que la preside y protege. Gracias a su magnífico patrimonio arquitectónico, Molina de Aragón ha sido declarada Conjunto Histórico-Artístico.
Iglesia de Santa Clara
La
iglesia de Santa Clara, a pesar de quedar inacabada, es uno de los
mejores ejemplos del tardorrománico de toda la provincia. Construida
en el siglo XIII, inicialmente fue la parroquia de Santa María
de Pero Gómez, así denominada porque fue este caballero
su patrocinador. Ya en el siglo XVI, el obispo de Sigüenza, fray
Lorenzo de Figueroa, la dona a Juan Ruiz Malo para darle un nuevo
uso como capilla del convento de monjas clarisas que se estableció
junto al templo. Es en este momento cuando cambia su nombre para denominarse
Santa Clara.
El templo, indudablemente, fue construido por un taller de gran sabiduría arquitectónica, fiel siempre, dada su datación, a las normas ornamentales cistercienses.
Se trata de un templo cuidadamente restaurado en los años noventa. Todo él es de sillería de piedra arenisca de color rojizo perfectamente concertada. Presenta una inacabada nave de sólo un tramo, crucero acusado en planta y cabecera dividida en presbiterio recto y ábside semicircular.
Exteriormente
el ábside acusa su estructura vertical mediante seis haces
de triples columnas sobre altos plintos, más ancha la central,
que articula cinco paños murales. El del centro tiene un ventanal
con arquivolta y chambrana lisa sobre columnillas de capiteles vegetales.
De similar factura son los vanos que se abren en los dos muros rectos del presbiterio. Dos ventanales más se abren en el muro oriental del brazo sur del crucero y en el tramo de la nave.
La gran portada principal, una de las más hermosas de Guadalajara, ha sido completamente restaurada en los últimos años mostrándose perfecta ante el observador. Se abre en el hastial del brazo sur del crucero, aunque descentrado respecto al eje del mismo.
Cuenta con tejaroz soportado por seis canecillos escoltados por una sorprendente colección de metopas de tipo segoviano, casi ausentes en el resto de la provincia. Dos pares de estilizadas columnas llegan hasta el alero de este tejaroz y enmarcan la puerta.
Tiene cinco arquivoltas donde se alternan finos baquetones y nacelas más guardapolvos con puntas de diamante. Los apoyos lo constituyen cinco pares de columnas esbeltas y elegantes sobre altos plintos con capiteles alargados de fina decoración vegetal, más ábacos moldurados. A esta puerta se accede por una escalera pétrea.
La
iglesia tenía otra sencilla puerta, hoy cegada, situada en
el hastial del brazo norte del crucero con arco de medio punto.
Si de gran belleza y elegancia es el exterior del templo de Santa
Clara, nos quedamos sorprendidos por la armonía de volúmenes
y formas de su interior.
El tramo de la nave está abovedado con cañón apuntado, al igual que los brazos del crucero y el presbiterio. El abovedamiento del ábside es de cuarto de esfera y el transepto posee bóveda de crucería sencilla que gravita sobre ménsulas.
Es muy destacable la estructura columnaria que sirve de apoyo a las cubiertas, con capiteles de ornato vegetal muy estilizado.
El arco triunfal y los dos arcos fajones de entrada a los brazos del crucero son ojivales y doblados y apoyan en grupos de tres columnas, más gruesa la central. La entrada al ábside tiene otro arco apuntado que cabalga sobre dos parejas de columnas, más estrechas las occidentales.
Los ventanales descritos en el exterior se abren con amplio derrame interior para iluminar el templo. Destaca por su hermosura el del brazo sur del crucero, que en el interior presenta una arquivolta de baquetón con guardapolvos de puntas diamante que voltean sobre columnillas estilizadas y que rodean al vano de aristas aboceladas.