Iglesia de Sant Joan de Boí
El lugar
Boí
es un pueblecito serrano encantador del Valle de Boí (Comarca
de Alta Ribagorza, Lleida) emplazada a la respetable altitud de 1220
metros sobre el nivel del mar. Cuenta en la actualidad con unos 216
habitantes, pero hay que tener en cuenta el elevado número
de segundas viviendas, dado el carácter turístico que
el Valle de Boí ha ido adquiriendo en los últimos años.
En el siglo XI, Boí era la población más importante de la zona, contando con un castillo, muralla y la iglesia de San Joan de la que nos ocuparemos a continuación.
El templo
La iglesia de Sant Joan de Boí (la advocación es de San Juan Bautista) es una de las iglesias más apreciables del románico de esta comarca leridana, lo que le hizo merecer la categoría de Monumento Nacional en el año 1962.
Puesto que se cita su existencia en el el año 1079 se la considera la más antigua de las iglesias lombardas de esta zona.
Arquitectura interior
De
planta basilical ligeramente irregular, está compuesta por
tres naves paralelas, más ancha la central, orientadas canónicamente
hacia el este, que en origen finalizaban en los característicos
tres ábsides escalonados de muros semicilíndricos.
La separación entre las naves se lleva a cabo mediante arcos formeros de perfil semicircular. Los apoyos son tres parejas de pilares (formando cuatro tramos), siendo los más cercanos a la cabecera de sección rectangular y el resto circular.
Como es habitual en la arquitectura lombarda de estos valles pirenaicos, solo los ábsides cuentan con bóvedas pétreas (de cascarón). Hay que tener en cuenta que el ábside principal, lamentablemente, fue rehecho en siglos modernos y ha perdido su aspecto original, cerrándose actualmente por un muro plano y bóveda de medio cañón.
Las
naves, por consiguiente, no se encuentran abovedadas sino que se cubren
con armadura de madera a dos aguas y por encima láminas de
pizarra.
Exterior
El absidiolo que mejor conserva su aspecto original es el del Evangelio -lado norte- que muestra muros de sillarejo tosco coronados por arquillos lombardos sin lesenas.
Torre campanario
Otro de los elementos exteriores que aporta gracia y belleza a la iglesia de Sant Joan de Boí es la torre campanario que se adosó, ya en el siglo XII, al muro meridional, muy próxima al absidiolo.
Muestra
la gallarda hechura de otros campanario del Vall de Boí pero
lamentablemente los cuerpos superiores se perdieron en algún
accidente o destrucción humana y fueron reemplazados en el
siglo XVIII por otros equivalentes en anchura y altura, pero lisos
y anodinos.
El
acceso a la torre se realiza mediante una puerta de medio punto muy
sencilla en el muro meridional del templo. En la actualidad, se permite
a los turistas subir para observar la estructura interior y la formulación
de las columnas parteluz o maineles de los ventanales bíforos
lombardos. Además, desde el piso superior se disfruta del precioso
paisaje montañoso que rodea la localidad.
Precisamente, ésta fue una de las funciones de la torre pues se sabe que fue empleada como atalaya de vigilancia del castillo de los Erill que se hallaba contigua a la iglesia.
Puerta norte
La iglesia tiene dos puertas. La del muro oeste es moderna, no así la del costado norte que es la original, que se cobijaba bajo un pórtico hoy ya desaparecido. Sorprende al turista encontrar aquí, al exterior, unas pinturas de estética románica. Se trata de una réplica de las que existían en ese mismo lugar y que se trasladaron al MNAC.
Se representa a cuatro ángeles sosteniendo un nimbo que mostraría una teofanía. Quizás un crismón, un Agnus Dei, etc. A los lados aparecen otros personajes. El mejor conservado es un hombre nimbado con barba que lleva un libro en la mano izquierda (quizás un evangelista u otro apóstol).
El conjunto de pinturas
Como
ocurre con los de la puerta norte, también los restos de frescos
del interior del templo que llegaron conservados al siglo XX fueron
arrancados y reinstalados en el MNAC. Los especialistas datan estas
pinturas en una fecha próxima al año 1100.
En la última restauración se colocó un conjunto de réplicas de todo este conjunto. Identificar el mensaje iconográfico de la totalidad mediante sólo ciertos motivos es difícil, aunque podemos imaginar una cabecera con la principal teofanía (Cristo en Majestad en la Parusía o un tema similar) y los seres sagrados esenciales del Cristianismo. También podemos imaginar las naves ocupadas por episodios bíblicos y temas hagiográficos. Precisamente, en el lado norte encontramos uno de estos episodios muy bien conservado: el martirio por lapidación de San Esteban, con el protomártir junto a sus tres verdugos y la mano de Dios iluminándolo.
En el hastial estaría pintado el Juicio Final, lugar donde solía ser reflejado este hecho capital para el Cristianismo. Uno de los motivos conservados y de los que gozamos de una buena réplica es, precisamente, la bestia apocalíptica de siete cabezas.
Otro
tema iconográfico interesante es el de tres juglares. El de
la derecha toca un arpa salterio, el segundo es un malabarista y el
tercero un contorsionista que parece que toma espadas con su boca.
Es díficil saber con precisión su valor simbólico
y moral. Por un lado podemos estar ante un mensaje de las actividades
humanas, en este caso, un tanto pecaminosa. Pero bien pudiera tener
un sentido más salvífico. La pérdida de las escenas
próximas nos hacen perder la información del contexto.
Otra
imagen impactante es la del joven cojo que echa su mano sobre el sexo.
Precisamente las partes pudendas del individuo fueron "censuradas"
y raspadas siglos más tarde.
Para terminar nos referiremos a la colección de animales del bestiario que se pintaron, sobre todo, en los intradós del los arcos formeros que separan las naves. Algunos son animales reales como el gallo o el dromedario, pero abundan más los híbridos fantásticos, algunos ciertamente difíciles de reconocer.