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Guía del Monasterio de Meira, Lugo

Libro: ICONOGRAFÍA Y SIMBOLISMO ROMÁNICOIntroducción

Meira es localidad lucense (Galicia), capital de la comarca homónima de Meira, al noroeste de la provincia. Este lugar tiene una altitud de 485 metros sobre el nivel del mar y cuenta con 1.753 habitantes censados. Sin duda, el monumento esencial de Meira es el monasterio que fuera cisterciense de Santa María.

El Monasterio de Santa María de Meira no es de los más conocidos de Galicia a pesar de su valor.

Iglesia del Monasterio de Meira, Lugo

Un primitivo origen de una comunidad monástica pudo datar del siglo X, pero lo que sí se conoce con certeza es que en 1151 y 1154, el monarca Alfonso VII el Emperador hace donaciones al monasterio.

Para algunos historiadores estas ayudas económicas indicarían que el monasterio debería estar ya en funcionamiento, posiblemente desde 1142, según indicaba -al parecer- una inscripción desaparecida. El fundador sería Álvaro Rodríguez de Sarria, conde Galicia y miembro de la nobleza cercano al monarca leonés, en un territorio virgen y despoblado, como era preceptivo, cerca de las fuentes del Miño.

Nave central de la iglesia de Meira con bóveda de medio cañón con arcos fajones

Para otros estudiosos, la fundación de Meira se efectuó una década más tarde, entre los años 1151 y 1154, sin descartar que esta fundación fuera el resultado del traslado de una comunidad formada en otro lugar el 1142.

La casa madre de donde partieron -como era preceptivo en las fundaciones cistercienses- los 12 monjes y el abad Vidal no fue otro que la mismísima abadía de Claraval. Fue consagrada el 3 de junio de 1258 por el Obispo Martín de Lugo.

Interior de la iglesia del Monasterio de Meira

La época de mayor esplendor del Monasterio de Meira corresponde a los siglos medievales inmediatamente posteriores a su fundación. De él dependían dos abadías cistercienses femeninas, la de San Salvador de Ferreira y la de Santa María de Moreira.

Pero en el siglo XV, con la llegada de la perniciosa "costumbre" de los abades comendatarios, miembros de la nobleza que en teoría se debían ocupar del mantenimiento y funcionamiento de la comunidad, pero que de hecho casi siempre sólo se lucraban de sus rentas, Meira entró en crisis.

En 1503 el Monasterio de Meira quedará integrada en la Congregación Cisterciense de Castilla que permitió una revitalización de la comunidad, lo que impulsó el emprendimiento de nuevas campañas edificativas como la sustitución del antiguo claustro medieval por otro del siglo XVI y la construcción de otro, de nueva planta, con sus dependencias anexas.

A comienzos del siglo XIX, durante la Guerra de Independencia, fue ocupado por las tropas francesas que lo emplearon como hospital militar y polvorín de guerra.

Capitel interior

Pocos años después, en 1835 con la Desamortización de Mendizábal, los monjes fueron exclaustrados, lo que provocó la creciente ruina hasta que en 1845 fue donado al ayuntamiento. Gracias a su uso como iglesia parroquial, el templo se conservó en aceptable estado. Sin embargo, de las dependencias monacales apenas queda algo en las dependencias ocupadas por la rectoría y las oficinas municipales.

Arquitectura

La enorme iglesia abacial de Santa María de Meira tiene planta de cruz latina, mediante tres naves de nueve tramos cada una, siendo la central el doble de ancho que las laterales. Tiene un largo transepto que se evidencia en planta y en alzado, al que se engarza la cabecera que es pentaabsidal. El ábside central tiene planta semicircular, mientras que los otros cuatro (dos a cada lado) son cuadrados y de igual tamaño.

Sus dimensiones son casi catedralicias. Con sus 70 metros de longitud y 14 metros de altura, Meira es, sin duda, una de las iglesias cistercienses más importantes y monumentales de toda Galicia.

Desde el punto de vista estilístico, la iglesia del Monasterio de Meira es el clásico templo románico cisterciense de gran sobriedad a la par que gran monumentalidad. Posee la traza habitual de la arquitectura cisterciense, aunque en este caso se aprecia un apego mayor a las formas románicas que otras iglesias más evolucionadas. Tal extremo se observa en los abovedamientos de la nave central mediante medio cañón apuntado y las laterales con bóveda de arista.

Interior

Exteriormente, su aspecto es de gran horizontalidad, algo que suele ser común en las iglesias cistercienses, debido a la gran longitud del cuerpo de la iglesia y en ocasiones a que los muros suelen estar algo clavados o rehundidos respecto al suelo circundante. Pero al entrar en el templo, esta sensación desaparece, puesto que, aunque en absoluto estos templos tienen la verticalidad de las iglesias románicas de peregrinación, como la de Santiago de Compostela, o las catedrales góticas, su altura es considerable y su fraccionamiento en tres naves la hace más esbeltas.

Como ya indicamos anteriormente, la nave central y los dos brazos del transepto se abovedan con medio cañón apuntado, mientras que las laterales lo hacen con bóveda de arista. El crucero se cubre con bóveda de crucería.

Bóveda de crucería del crucero

Por su parte, en la cabecera, los cuatro ábsides cuadrados tienen bóveda de medio cañón y el central, de cuarto de esfera.

Estas naves se separan mediante arcos formeros apuntados que apoyan sobre gruesos pilares prismáticos con tres semicolumnas (que soportan los formeros y los perpiaños de las naves laterales). Los fajones de la bóveda de la nave central apoyan en columnas de fustes truncados que no llegan hasta el suelo.

Nave lateral con arcos apuntados y bóvedas de arista

La mayor parte de los capiteles -especialmente los de las naves- son troncocónicos con las superficies ligeramente cóncavas y relieve nulo. Son totalmente lisos.

Capitel vegetal

Sin embargo las semicolumnas de los apoyos de la cabecera y el transepto, siguen el aniconismo cisterciense pero, al menos, fueron esculpidos con diferentes combinaciones de hojas, en ocasiones rematadas en cogollos o volutas.

Los ventanales de iluminación de la nave central se horadaron en el arranque de la bóveda de medio cañón apuntado.

Se aprecia también una cierta irregularidad en el aparejo de la sillería y sillarejo de las distintas partes de la iglesia, con relación a lo que es habitual, es decir, sillería perfectamente cortada y escuadrada.

Todo el conjunto trasmite una sensación de sobriedad y desnudez extrema.

Desde el interior, no debemos olvidar pasar a la sacristía que ocupa un espacio delimitado por el brazo meridional del transepto y el primer tramo de la nave desde éste. Una vez dentro, observamos una de las puertas románicas de comunicación del claustro con la iglesia. Tiene arquivoltas de medio punto formadas por multitud de boceles y escocias sobre cuatro columnas.

Monasterio de Meira: puerta de comunicación de la nave meridional y el claustro

El tímpano es interesante porque en su centro se esculpió una pequeña representación del Cordero Místico con una cruz muy decorada y dos árboles a sus lados.

Agnus Dei en el centro de tímpano

En el interior de la iglesia del Monasterio de Santa María de Meira también se conserva el sarcófago de Doña María de Bolaño de 1543, y una lápida labrada de 1659, además de interesantes retablos barrocos de los siglos XVII y XVIII que hubieran consternado al propio San Bernardo de Claraval.

Exterior

Cabecera

De la cabecera de la iglesia del Monasterio de Meira, el ábside central está parcialmente tapado por una estancia moderna.

No obstante, se precia su cornisa a lo "zamorano y orensano" es decir, el alero queda sujeto por una serie de arquillos que son soportados por ménsulas a modo de canecillos. Tienen decoración mayoritariamente vegetal y geométrica como era preceptivo en un monasterio cisterciense. Sin embargo, también se ve alguna cabeza de animal.

Ábside central

Queda también a la vista el ventanal absidal meridional que tiene dos arquivoltas de arista abocelada sobre dos pares de columnas de las que han desparecido los dos fustes interiores. Los capiteles también son vegetales.

Fachada occidental

Santa María de Meira muestra en su fachada occidental unas correctas formas del románico monacal cisterciense, con sus característicos estribos alineados a los soportes de las naves, un gran rosetón y una puerta de arquivoltas de medio punto más tímpano sin esculpir y tres parejas de columnillas de fino fuste y cestas vegetales. Hay que fijarse en la delicadeza con que fueron talladas en el granito anaranjado local las escocias de las arquivoltas y las cestas de los capiteles a base de flores, tallos ondulantes, etc.

Monasterio de Meira: capiteles y arquivoltas de la puerta occidental

Igualmente, hay que observar los herrajes de las puertas que son los originales. Están formados por listones alargados de hierro que simulan ser los troncos de un árbol del que salen a ambos lados vástagos a modo de ramas y hojas que rematan en formas de espiral.

Herrajes románicos de la puerta

Puerta norte

La puerta septentrional, abierta en el muro de cierre del brazo norte del transepto, es bastante más sencilla, constituida por dos arquivoltas de bocel, tímpano liso y dos parejas de columnas cuyos capiteles apenas esbozan unas ciertas formas vegetales.

Monasterio de Meira. Puerta norte de la iglesia

Del resto de dependencias monásticas originales de Meira no se conservan actualmente más que ciertos restos como algún muro del que fuera claustro renacentista adosado al costado meridional de la iglesia y donde se aprecian arranques de nervios de una bóveda de crucería.

Muro sur de la iglesia donde existía el claustro


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