Monasterio de Santa María de Valdediós
Para ir a este "valle de Dios" situado en el valle de Boides, no es necesario alejarse mucho de Villaviciosa, pues se encuentra a no más de 10 km. en carretera.
El Monasterio cisterciense de Santa María
de Valdediós visualiza la evolución arquitectónica
medieval sufrida en tres siglos, los que van de finales del IX en
que se construye el Conventín prerrománico de San
Salvador de Valdediós y los comienzos del XIII en que se
edifica Santa María.
Introducción histórica
El Monasterio de Santa María se fundó en el seno de un profundo y fértil valle conocido desde antiguo como Boges o Boides y que los propios monjes cistercienses renombraron con el romántico y piadoso nombre de Valle de Dios "Valdediós".
Es conocido que el rey leonés
Alfonso IX dona este terreno para una fundación cisterciense
ex-novo. El lugar reunía las condiciones necesarias para
el asentamiento de una abadía cisterciense pues se encontraba
en un valle aislado de población humana; contaba con agua
abundante pues estaba regado por el río Asta y se contaba
con una cantera de piedra para la edificación. Por contra,
el lugar era muy húmedo y en invierno las horas de sol resultaban
escasas por su localización en lo más bajo de un valle
rodeado por montañas.
La
iglesia debió iniciar su construcción en el año
1218 a tenor de la inscripción conservada en el tímpano
de la Puerta de los Muertos y de la que luego nos ocuparemos.
El maestro de obras tenía por nombre Galterius, personaje que también aparece como responsable firmante de una escritura en el leonés monasterio de Gradefes.
El de Gradefes no es el único monasterio del Císter que conserva claras relaciones con Valdediós sino también el de Sandoval (también leonés).
En 1515 el cenobio va a ser seriamente dañado por una inundación que va a afectar a las dependencias monacales claustrales, aunque no llega a perjudicar gravemente la obra del templo abacial, salvo en el brazo del transepto, motivo por el que su puerta está deformada y el tímpano inclinado. Como consecuencia de esta riada se debieron reconstruir todo el espacio residencial monacal, incluyendo el claustro, que es una notable obra renacentista.
Pero es a partir del siglo XIX, cuando comienzan los serios problemas para el monasterio: primero el saqueo por parte de los franceses y luego la Desamortización, etc.
En la actualidad y tras una efímera vuelta de monjes del Císter, el complejo de Santa María de Valdediós se puede visitar junto al Conventín prerrománico -San Salvador de Valdediós- que se encuentra a unos pocos metros más al norte.
La iglesia
El resultado es que la iglesia abacial de Santa María nos muestra un aspecto netamente románico, siendo un monumental y austero edificio construido plenamente con sillares, compuesto por tres amplias naves, transepto y poderosa cabecera triabsidal articulada por columnas y ventanas de medio punto.
Fachada occidental
La fachada occidental debió ser de una gran monumentalidad, a pesar de no contar con torres campanario, como establecía el Císter, pero ha sido alterado con un porche y adosadas edificaciones en su extremo meridional.
Aún así se puede observar la espadaña original con algunas transformaciones como la tronera superior que es moderna, el rosetón restaurado con tracerías eminentemente góticas y dos de las tres puertas originales.
La puerta principal de esta fachada
oeste es un ejemplar imponente por sus grandes dimensiones y profusión
decorativa. Se abre a la nave central. El vano está bajo
un tímpano rodeado por tres arquivoltas semicirculares donde
se alternan los dientes de sierra -tan populares en el románico
asturiano- con florones de cuatro pétalos y botón
central. La chambrana es ajedrezada. Salta a la vista que quedan
importantes restos de policromía.
La estructura inferior de esta bonita puerta está constituida por cuatro pares de columnas acodilladas, siendo las dos interiores más anchas.
Llama
la atención que se violase aquí la norma cisterciense
de prohibir la escultura figurada en los capitales pues aparecen
varias cabecitas humanas -algunas entre el follaje vegetal- y una
cesta que muestra a un personaje de cuerpo entero junto a una cabeza
humana que muerde un objeto sujeto con sus propias manos.
A la izquierda, correspondiéndose con la nave norte, tenemos otra puerta, bastante más pequeña y sencilla. Consta de arquivoltas con boceles y medias cañas trasdosadas por un guardapolvos de puntas de diamante. Sus cuatro columnas muestran cestas vegetales rematadas en volutas.
Todavía el imafronte cuenta con una tercera puerta, la correspondiente con la nave meridional, aunque no es visible desde el exterior.
Otras puertas de la iglesia abacial
Las
correspondientes a la fachada de poniente no son las únicas
puertas que se conservan en la iglesia. Por un lado, tenemos la
conocida como Puerta de los Muertos, llamada así porque por
ella se llevaba a los monjes fallecidos desde el interior del templo
al cementerio monacal. Se encuentra en la fachada norte del transepto
y contiene el tímpano con la citada inscripción fundacional
que dice exactamente:
El día decimoquinto de las calendas de junio en la era MCCLVI, reinando don Alfonso y siendo obispo de Oviedo Juan y abad de Valdediós Juan IV, fueron puestos estos cimientos estando presente el maestro Gualterio, que construyó esta iglesia.
También se conserva en perfecto estado la llamada Puerta de los Monjes, que comunica la iglesia en su costado sur con el claustro. Éste era el acceso que empleaban los monjes para pasar del templo a las dependencias claustrales en sus rutinarias entradas y salidas.
El interior
La
estructura interior se soluciona mediante arcos formeros todavía
de medio punto para separar las tres naves, que apoyan sobre pilares
cruciformes con columnas adosadas en sus frentes (las que dan a
la nave principal están truncadas al modo habitual del Císter).
Por encima y en cada tramo se abre un ventanal de iluminación
con arco de medio punto y aristas vivas.
Por su parte, los arcos perpiaños son apuntados y las bóvedas de crucería cuatripartitas.
El tramo del crucero también
se cubre con bóveda de crucería, pero en este caso
los plementos se ven reforzados con nervios perpendiculares dividiendo
su superficie en ocho espacios.
En el interior de la iglesia abacial
sí se cumple la norma de aniconismo de
la orden puesto que todos los capiteles son de carácter vegetal
o geométrico. Algunos muestran notables hojas con cintas
perladas mientras que otros se solventan con sumarias hojas apenas
esbozadas.
Los
tres ábsides se abovedan al modo tradicional románico:
bóveda de medio cañón para los tramos presbiteriales
y de cascarón para los ábsides.
Huelga decir que la visita al monasterio cisterciense de Santa María de Valdediós debe ir asociada inevitablemente a la de la iglesia prerrománica de San Salvador -conocida como "El Conventín"- una de las joyas de la arquitectura altomedieval española.
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