Guía de la iglesia de Bagüés, Zaragoza
El municipio de Bagüés se localiza en las Altas Cinco Villas (provincia de Zaragoza, Comunidad Autónoma de Aragón), lindando ya con la Jacetania de Huesca entre la Canal de Berdún y el valle de Pintano. Administrativamente, pertenece al Partido Judicial de Ejea de los Caballeros.
Esta pequeñísima población sólo cuenta con 15 personas censadas en la actualidad.
Su ubicación es en un entorno de media montaña prepirenaica, a 890 metros sobre el nivel del mar. Es un territorio ideal para el disfrute de la naturaleza y de las rutas por el patrimonio monumental altoaragonés que está marcado por la abundancia de iglesias románicas.
El caserío del pueblo es un fiel reflejo de su situación geográfica, en las estribaciones de la sierra de San Juan de la Peña, con un clima frío que obliga a que las casas se levanten con robustos sillares de piedra y tejados de losas coronados por curiosas chimeneas protegidas con tejadillos redondos para que no entre la nieve.
Destacan algunas casas solariegas con escudos que evidencian el pasado noble de este lugar.
Aunque el trazado físico actual del Camino de Santiago Aragonés discurre algo más al norte, por Martes y Mianos, hay constancia de que Bagüés también fue parte integrante de la ruta jacobea en el Medievo.
Su cercanía al Camino hizo que se beneficiase del tránsito humano, religioso y comercial. También a nivel artístico, la propia iglesia de Bagüés y sus pinturas pueden relacionarse con decoraciones murales y miniaturas de la zona occidental francesa, en torno a Poitiers; influencias culturales y artísticas que fluían a través del camino jacobeo.
La iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés
La localidad de Bagüés es especialmente conocida por su antigua iglesia parroquial románica que conservaba uno de los conjuntos pictóricos más singulares de Aragón.
En efecto, la iglesia de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés es un monumento señalado del románico aragonés, no sólo por ser un edificio bien conservado del románico lombardo, sino, sobre todo, porque hasta nuestros tiempos ha llegado un bellísimo conjunto de pinturas, considerado uno de los conjuntos pictóricos románicos más importantes conservado en el ámbito europeo.
En la década de 1960 fueron trasladadas y hoy se encuentran expuestas en el Museo Diocesano de Jaca, ocupando un sitio de honor como su mejor joya. De todo ello nos ocuparemos al final de este artículo.
Arquitectura
La construcción de la iglesia de Bagüés se suele fechar alrededor de la década de los ochenta del siglo XI y dependió del monasterio benedictino de San Juan de la Peña.
Algo que agradece el amante del románico rural es que el templo de Bagüés se encuentra completamente exento, separado unos ciento cincuenta metros del caserío que se halla al norte. Al haberse construido sobre un ligero altozano, su estampa es de una gran belleza por su integración con la vegetación del Prepirineo y los campos de labor circundantes.
El templo de los Santos Julián y Basilisa de Bagüés es un templo que originalmente tenía una sola y alta nave más una cabecera orientada con un ábside cuya planta es semicircular, con sencilla puerta de ingreso en el costado septentrional. Su estilo es lombardo, aunque ya incorpora algunos detalles de mestizaje con el románico internacional procedente de la catedral de Jaca, como luego veremos.
Es un momento posterior, pero todavía dentro del periodo románico, se agrandó el templo añadiendo una nave -de menor tamaño- al costado meridional, terminada también en ábside redondo. Para comunicar ambas naves se tuvieron que abrir arcos de medio punto en el muro meridional del templo primitivo. Exteriormente, esta nave está reforzada en varios puntos por grandes contrafuertes.
La iglesia de los Santos Julián y Basilisa también posee una sobria torre campanario a los pies de la primera iglesia. Para algunos autores es contemporánea al edificio medieval, mientras para otros sería posterior.
La edificación del templo lombardo original ofrece varias de las propiedades del estilo como la articulación mural a base de arquillos y lesenas bajo las cornisas, ventana absidal con arco dovelado pero sin columnas y puerta pequeña y sencilla sin apenas decoración.
Sin embargo, como sucede en la iglesia oscense de Barós, el aparejo con que están construidos los muros no son sillarejos sino sillares bien labrados y de altura bastante homogénea. También los arcos murales están formados por dovelas muy bien trazadas y lo más sorprendente es que los salmeres de estos arquillos surgen de ménsulas con relieves geométricos (rollos y cruces) y también algunos figurados con cabezas de animales.
Además, llama poderosamente la atención que por encima de los arquillos lombardos de la nave corre un friso de taqueado jaqués.
Todo ello nos confirma que la construcción, aunque pudiera haberse llevado a cabo a finales del siglo XI, ya estaba recibiendo influjos del nuevo estilo internacional estrenado en España en la catedral de Jaca.
Por su parte la nave y ábside meridional añadidos posteriormente no presentan más que muros lisos sin elementos reconocibles como lombardos ni internacionales.
En el interior todavía quedan restos de las improntas de los frescos que ocupaban la cabecera y buena parte de los muros laterales dejados tras el arrancamiento.
Las pinturas románicas
Los frescos románicos del siglo XII que se encontraban en los muros interiores de la iglesia de Bagüés fueron descubiertas a finales de la década de los cincuenta del siglo XX.
Muy pocos años después, en 1966, fueron arrancados con la técnica del strappo por Ramón Gudiol, siendo trasladadas y reinstaladas en 1970 en el Museo Diocesano de Jaca, donde se habilitó una sala para que pudieran ser admiradas por los visitantes. También en la Sala Bagüés del Museo Diocesano de Jaca se proyecta actualmente un bonito audiovisual en el que se da a conocer el proceso que siguió el taller que realizó las pinturas hace 900 años y el método de traslado de los fresco a Jaca.
Las pinturas de la cabecera tienen la particularidad de no ofrecer la habitual iconografía del Maiestas Domini rodeado de los Evangelistas (Tetramorfos) en el centro de la bóveda absidal, sino la escena de la Ascensión de Cristo a los Cielos.
Bajo esta representación absidal, encontramos en el interior del hemiciclo el pasaje de Jesús llevando la cruz hasta el Monte Calvario y su crucifixión junto a los dos ladrones. A la derecha encontramos, aunque bastante deteriorada, la escena de la Resurrección (las Tres Marías ante el sepulcro vacío con el ángel). También se pintó la resurrección de los muertos y el "Noli me tangere" con María Magdalena arrodillada ante Cristo resucitado.
Las pinturas de los muros laterales desarrollan todo un programa didáctico ordenado cronológicamente -como si fueran las viñetas de un cómic- de los pasajes más importantes de la Biblia desde el Génesis (Antiguo Testamento) hasta los relatos neotestamentarios de los Evangelios.
El avance del relato pictórico-bíblico es de arriba a abajo y de izquierda a derecha.
El carácter didáctico y narrativo de este fascinante conjunto de pinturas románicas nos lleva a datarlas en un momento avanzado del estilo. A pesar de que hay sectores perdidos, un gran número de relatos bíblicos se pueden identificar sin problema como, por ejemplo:
Por otro lado, se cree que en el muro de los pies existiría la representación del Juicio Final presidida, en la parte superior, por un Cristo en Majestad.