Guía de la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico, Zaragoza
En el extremo más septentrional de las Cinco Villas se sitúa una de sus plazas más emblemáticas, monumentales y de mayor relevancia histórica, no en vano presume orgullosa de ser cuna del Rey Fernando de Aragón. Nos referimos por supuesto a la villa de Sos del Rey Católico.
La población, un auténtico museo al aire libre en sí misma, responde al modelo de villa fortificada medieval coronada en lo alto de la llamada "Peña Feliciana" por el binomio monumental que conforman su fortaleza y la iglesia de San Esteban, desplegándose desde ellas un intrincado laberinto de estrechas callejas jalonadas de palacios y casas solariegas en su mayoría correspondientes a su segundo momento de esplendor vivido entre los siglos XV y XVI.
Centrándonos en la hoy parroquia de San Esteban, en primer lugar conviene aclarar que consta de dos espacios: una cripta bajo la advocación de Santa María del Perdón iniciada a mediados del siglo XI, y justo sobre ella y concebida de manera unitaria, una segunda fase o "iglesia alta" dedicada a San Esteban, concluida ya entrada la duodécima centuria.
Este modelo de iglesia en doble nivel dotada de cripta es bastante frecuente en tierras aragonesas y navarras (Loarre, Murillo de Gállego, San Martín de Unx o el propio Monasterio de Leyre) y responde a una doble necesidad: por un lado, la puramente estructural, para igualar las irregularidades orográficas del solar en el que se pretende asentar y, por otro lado, la litúrgica, al conferir al espacio una multiplicación de altares para la celebración de misas.
De cualquier manera, en el caso de Sos del Rey Católico parecen responder a un planteamiento homogéneo desde el primer momento ya que, además, la iglesia está perfectamente integrada en el perímetro del castillo, adaptándose al terreno y complementando incluso sus defensas.
La Cripta o Iglesia Baja de Santa María del Perdón
Dedicada como hemos señalado a Santa María del Perdón, la cripta de la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico presenta una estructura de tres cortísimas naves de apenas dos tramos irregulares que rematan en tres ábsides jerarquizados (más ancho y profundo el central) cubiertos con bóveda de horno y precedidos de sus correspondientes tramos rectos.
Su espacio interno gravita en torno a dos potentísimos pilares cilíndricos de nada menos que dos metros y medio de diámetro en el que descansan las bóvedas y, además, colaboran en la más que compleja cimentación de la "iglesia alta".
El acceso a la cripta se realiza desde su costado occidental, donde un pasadizo de cinco tramos abovedados con medio cañón y aristas salva el desnivel y permite la comunicación entre el castillo y el resto de la población, única forma posible ya que cualquier otra opción queda anulada bien por la muralla o bien por el acantilado rocoso.
La portada se abre en el tramo central del citado pasadizo, componiéndose de cuatro arquivoltas de medio punto tan solo animada decorativamente hablando por unas bolas o perlones.
Cuenta la cripta con un segundo acceso desde su ángulo suroeste de la nave a través de una estrecha escalera de caracol embutida en el propio grosor del muro y que permite la comunicación entre ambos niveles sin necesidad de salir al exterior.
Los elementos más destacables de la cripta desde el punto de vista escultórico son los dos capiteles que sostienen el arco triunfal de ingreso a la capilla mayor, de magnífica labra y en los que podemos reconocer a dos mujeres mesándose los cabellos en una de las cestas y, quizás el más conocido, el decorado con dos aves de precioso plumaje que entrecruzan sus cuellos para picotearse las patas.
Este capitel es una de las señas de identidad del llamado "Taller del Maestro Esteban" (entre otras denominaciones, como el Maestro de las Platerías, de la Puerta Francígena, del claustro de la catedral de Jaca, etc.) y cuya presencia en el entorno navarro y aragonés está perfectamente documentado durante la primera década del siglo XII en que trabajaba en la desaparecida fachada principal de la catedral de Pamplona.
Muy interesantes y de enorme vistosidad son las pinturas murales conservadas en los hemiciclos absidiales central y norte. Se trata de pinturas murales, ya del gótico lineal, datadas entre los siglos XIII y XIV.
En la capilla norte se reconocen representaciones
alusivas a la vida de San Gil, escenas de la Vida Pública de
Cristo y, ya en el cascarón, un Cristo en Majestad rodeado por
el Tetramorfos.
En el hemiciclo central aparecen en un primer registro diversas escenas
de la vida de la Virgen, cada una de ellas individualizada bajo un arco
apuntado.
Presidiendo la composición en el cuarto de esfera, una preciosa escena de Cristo coronando a su madre María. Justo delante, además de una bonita talla de la Virgen del Perdón, se conserva una mesa de altar trasladada desde el ábside sur con pinturas alusivas a San Pedro.
Otra de las obras capitales de arte mueble de la iglesia baja de este templo de Sos del Rey Católico es la imagen románica de madera del Cristo crucificado del siglo XII.
La iglesia "alta"
Dedicada a San Esteban, la que llamaríamos "iglesia alta" de San Esteban de Sos del Rey Católico repite el esquema de tres naves de la cripta, aprovechando de hecho sus soportes como cimentación y asentamiento, aunque en este caso las naves se alargan en un tercer tramo aunque también condicionado tanto por la irregularidad del terreno como por las defensas preexistentes de la fortaleza.
Su visión exterior, sobre todo desde el este, resulta de enorme esbeltez y verticalidad ya que sumando cripta e iglesia alta, alcanza nada menos que 30 metros de altura, complementando así la defensa de la fortaleza por el lado en que ésta sería más vulnerable.
Son muy destacables las celosías que cierran los vanos de los ventanales de sus ábsides. Aunque hay contar con un buen teleobjetivo o unos prismáticos, se pueden contemplar las esculturas figuradas de algunos capiteles y canecillos.
Al interior, lo más destacable es la articulación de los tres ábsides a base de una galería de cinco arcos de medio punto cada una de ellas, abierto el central en forma de vano.
Los capiteles, muy perdidos en su momento al ser adaptados retablos (hoy retirados) son mayoritariamente vegetales, destacando entre los figurados una representación de Adán y Eva que de inmediato nos evoca al de la portada de Santa María de Uncastillo, otro con las aves que entrecruzan sus cuellos inspirado en el de la cripta, o un personaje que se lleva la mano al cuello mientras una serpiente parece susurrarle algo al odio.
Del resto de cestas interiores, entre las más conocidas está la representación del infierno en la que el demonio sostiene un caldero que contiene tres cabezas cadavéricas mientras sendos diablejos caldean el fuego con fuelles.
La portada principal
Sin lugar a dudas y pese a su deterioro, el elemento más interesante de la iglesia superior es su portada principal, abierta en el costado norte, en paralelo al pasadizo, accesible mediante una escalinata que salva el desnivel del terreno y protegida por una especie de pórtico renacentista que, lamentablemente, no ha conseguido frenar los devastadores efectos de los agentes climatológicos sobre su programa escultórico.
Despliega la portada tres arquivoltas de medio punto que reposan sobre seis estatuas columnas, disponiéndose entre ellas series en tres alturas con representaciones menores.
Pese a su deficiente estado de conservación y en algunos casos gracias a inscripciones, algunas de las estatuas columna son identificables como San Juan, San Pelayo o el Rey David. En otras resulta más complicado, pudiendo tratarse de San Lorenzo, un Obispo indeterminado y una reina. De las representaciones intercaladas entre ellas, llama la atención un San Miguel contra el dragón.
En el tímpano, también desgastadísimo, se reconoce a Cristo en Majestad (Maiestas Domini) mostrando el Libro de la Vida y flanqueado por el Tetramorfos; mientras que en las arquivoltas, además de una mujer mordida por serpientes en sus pechos o una madre con su hijo protegidos por un soldado que se enfrenta a un león, se despliegan principalmente escenas del Ciclo de la Infancia de Cristo como la Visitación, la Epifanía, la Matanza de los Inocentes, etcétera.
En la arquivolta exterior encontramos todo un repertorio de animales reales y fantásticos como leones, águilas, dragones, etc. Una pareja de seres híbridos -quizás cinocéfalos- llaman la atención por poseer cuerpos humanos completamente vestidos con cabeza de animales, uno de los cuales enseña las dos filas de dientes bien afilados. Se toman las manos como enamorados.
(Autor del texto de este artículo
de ARTEGUIAS:
José Manuel Tomé)