Guía de la iglesia de San Vicente de Larumbe (Navarra)
Introducción
Larumbe es una pequeña aldea situada a menos de una veintena de kilómetros al oeste de Pamplona, en el Valle de Gulina. Nuestro interés en esta localidad navarra se centra en su interesante iglesia de San Vicente, muy poco conocida salvo por los muy amantes del arte medieval.
Arquitectura de la iglesia de San Vicente
La iglesia parroquial de San Vicente se encuentra en lo alto del monte que domina la población, rodeada por un amplio atrio poblado de hierba. Se trata de un voluminoso templo que parece pertenecer al siglo XIII, constando de una sola nave engarzada a una cabecera de ábside poligonal. Una torre sobria y no demasiado alta se alza a los pies del edificio. Dispone el templo de una puerta de la misma época en el muro meridional y una galería porticada muy llamativa en ese mismo costado que se nos antoja de unas décadas posterior.
La Galería Porticada
Arquitectura de la galería porticada
La galería porticada es, sin duda, el elemento más interesante de la iglesia de San Vicente de Larumbe, tanto en el plano arquitectónico como escultórico.
Su ubicación y proporciones son idénticas a los pórticos románicos que hay alrededor de Pamplona y otros muchos en el sur de Castilla y León y Guadalajara (del siglo XII), pero es obvio que la de Larumbe es una construcción gótica del siglo XIII avanzado, que algunos han relacionado con las iglesias góticas pamplonesas como la de San Saturnino.
Construida con sillares de color grisáceo y adosada al costado meridional del templo, consta de una puerta de arquivoltas apuntadas que es flanqueada por un vano a su izquierda y dos a su derecha, que se alzan sobre podium corrido con contrafuertes resaltados. Estos ventanales son muy elegantes y obedecen a la estética de los claustros góticos, constando de arquivoltas muy apuntadas que cobijan dos arcos menores -también ojivales- separados por mainel ochavado y un óculo tetralobulado en la parte superior.
En algún momento de la dilatada historia de esta iglesia, el vano oriental fue modificado, eliminando el parteluz y horadado el podium convirtiendo el ventanal en una nueva puerta de acceso al interior del pórtico. Ignoramos la finalidad perseguida con esta alteración.
El espacio superior del pórtico está completamente cubierto mediante bóveda pétrea de crucería sencilla, cuyos nervios apean en ménsulas figuradas con extraños personajes monstruosos que soplan dos cuernos. Tampoco faltan las cabezas de terribles rasgos y fauces repletas de afilados dientes que probablemente quieran representar rostros de leones.
Capiteles figurados
Todos los capiteles del pórtico están completamente repletos de escultura historiada, tanto en sus caras externas como internas. Es algo que sorprende un poco pues el gótico, salvo en sus puertas monumentales, fue menos propenso a la escultura monumental.
Pero no cabe duda de que, en la iglesia de San Vicente, trabajó un taller que combinó las formas arquitectónicas inspiradas en las iglesias góticas del siglo XIII de Pamplona con una escultura de clarísima inercia románica. Tal arcaísmo no es exclusivo de esta iglesia sino que en amplias comarcas rurales de la España cristiana medieval la tradición románica tardó muchas décadas en desaparecer, persistiendo durante todo el siglo XIII e, incluso, alcanzando las primeras décadas del XIV.
Centrándonos en el caso que nos ocupa, la iglesia de San Vicente de Larumbe, el taller artesano que realizó las esculturas del pórtico recurre a temáticas religiosas del Nuevo Testamento, combinándolas con el bestiario real y fantástico, dotando a sus figuras de gran vivacidad y expresionismo pero sin lograr finura estilística, lo que suele ser bastante habitual en los escultores medievales que trabajaron en iglesias rurales. En origen, tal fuerza plástica se vería incrementada mediante la policromía que cubriría las estatuas.
Dentro de las escenas religiosas podemos inventariar las siguientes:
Entre los temas no religiosos tenemos una serie de animales de cuerpo entero, como águilas, leones, así como diversos mascarones que pueden ser interpretados como cabezas de leones y/o dragones.
Tampoco faltan los mascarones presuntamente humanos de cuyas bocas surgen hojas, quizás lejanamente relacionados con los "green men" nórdicos.
Es tanta y tan atrayente la escultura que nos ofrece esta galería porticada que nos podemos olvidar de saborear el ambiente interior de este espacio parcialmente sagrado y profano al mismo tiampo. A través de sus ventanales podemos deleitarnos con la vista de los verdes paisajes boscosos del Valle de Gulina, recortados por los perfiles de las arquerías pétreas bien trabajadas.
Los canecillos
Para terminar la descripción de esta galería porticada tan sumamente interesante, añadiremos que se conservan numerosos canecillos historiados en su alero. De nuevo está presente el expresionismo vivaz de las escultura de este taller. Aparecen cabezas humanas y monstruosas con ojos completamente redondos, narices piramidales, grandes mofletes y bocas carnosas y salientes.
Tampoco faltan las habituales escenas profanas del románico rural con temática sexual y familiar, como una mujer que perece iniciar un coito o una madre con un niño en sus brazos.
La Puerta
La entrada al interior de la iglesia se practicó en el muro meridional y muestra unas formas que, aunque avanzadas, parecen confirmar una fecha anterior de erección del templo a la del pórtico. Cuentas con cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas constituidas por baquetones y escocias. Los apoyos son las jambas del interior y dos parejas de columnas, cuyas cestas son vegetales pero trabajadas por un buen cincel.