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Arqueología Medieval

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La arqueología medieval es una disciplina de reciente creación, con raíces en el siglo XIX, pero reconocida de forma autónoma a partir de mediados del siglo XX. En España, todavía no ha alcanzado el nivel de desarrollo que tiene en países como Inglaterra o Francia.

Su objetivo es estudiar el mundo medieval y las distintas sociedades que se producen en éste a través de las fuentes escritas pero también utilizando la arqueología con objetivos históricos claros. El análisis de los hallazgos arqueológicos, que incluyen materiales como la cerámica, edificios, urbanismo, etc., junto a los datos historiográficos permiten una visión más completa de la realidad del medievo, una interpretación que es el objetivo de la arqueología medieval. El arqueólogo medievalista, es por encima de un técnico, un historiador medievalista.
La Arqueología medieval investiga distintas áreas: el ámbito cronológico-histórico y las distintas Etapas históricas en que se divide la Edad Media (Románico, Gótico…), los diferentes ámbitos geopolíticos (visigodos, Al-Andalus,…), la interpretación de las grandes temáticas comunes al ser humano: la guerra, la muerte, las creencias…, sus construcciones (edificios civiles, religiosos, militares, espacio rural, espacio privado y público, etc.), así como la producción de artes aplicadas, especialmente la cerámica, las vidrieras y la metalistería.

Si la Edad Media comienza con la caída del Imperio Romano, comprender este periodo que abarca de los siglos V al XV desde la perspectiva historiográfica y arqueológica supone el estudio de las fortificación y sistemas defensivos y su evolución en Europa, la distribución de sus espacios habitados, los asentamientos humanos rurales y urbanos y el fenómeno de la despoblación, así como las necrópolis y arquitectura religiosa y la industrial.

Ha de tenerse en cuenta en la investigación de la Arqueología Medieval, el estudio de los Reinos Germánicos, sus migraciones y asentamientos, su estructura socioeconómica y su producción material. El proceso de feudalización europeo provocó una nueva distribución de la población, diferenciándose el ámbito rural del urbano, así como su arquitectura: palacios, castros y fortificaciones, necrópolis, monasterios, iglesias, baptisterios y ermitas, el tipo de producción industrial y comercialización de ésta, así como unas nuevas manifestaciones artísticas y de artes decorativas, que se fueron particularizando según las distintas regiones europeas.

En el ámbito europeo debemos también diferenciar la arqueología oriental y bizantina, con su periodización y particularidades, sus precedentes romanos y sus influencias orientales, su arquitectura y producción industrial y artística, así como su expansión e influencia en Occidente.

Todo lo anterior evidencia que la arqueología medieval, presenta características específicas concretas en cada país. En España y Portugal, por ejemplo, se da la convivencia de diferentes sociedades, la feudal cristiana y la islámica, con sus correspondientes interrelaciones y la evolución de las sociedades desde el mundo tardoantiguo al altomedieval, y la llegada al final de la Edad Media, cuando se instituye el estado central castellano pero que seguirá sufriendo las particularidades socioculturales de la presencia de población morisca.

En España la arqueología medieval se suele dividir en las siguientes etapas:

  • Arqueología de Época Visigoda, entre los siglos V-VII d.C., y que incluye la etapa arriana y la etapa católica.
  • Arqueología de al-Andalus, entre los siglos VIII al XV, diferenciando el periodo paleoandalusí (siglo VIII), la etapa emiral (siglo IX), la etapa califal (siglo X), la etapa taifa (siglo XI), almorávides y almohades (siglo XII), el Reino de Granada (siglos XIII al XV).
  • Arqueología de los reinos hispanocristianos, desde el siglo VIII al XIII. Diferenciando los núcleos de resistencia que se producen desde los primeros momentos de la invasión árabe en el siglo VIII y IX. Y posterior momento de la repoblación (siglos X-XIII).
  • Arqueología de la Baja Edad Media, entre los siglos XIV y XV.
    Incluyéndose en todas estas épocas el estudio de las minorías sociales y religiosas mozárabe, mudéjar y judía.

En la España medieval encontramos características propias. En la construcción, se utiliza tapial incluso en palacios para las edificaciones islámicas, y se aprecia un gran uso en las grandes construcciones cristianas de grandes sillares a soga y tizón, heredados del mundo romano, y sillarejo en construcciones más humildes. Destaca, asimismo, el uso de arcos y bóvedas, el románico utiliza el arco de medio punto y pilares y pies derechos y el gótico arco apuntado, bóveda de medio cañón, y columnas complicadas.

La influencia europea de Cluny, en el primer románico, difunde elementos como pilares cruciformes, que ayudan a equilibrar tensiones constructivas, y una profusa decoración, que será mitigada tras la reforma del Císter y que a su vez, incorporará novedades como la bóveda de crucería y el arco apuntado. Los muros se estrechan, permitiendo más iluminación interior, y mayor esbeltez y altura en la construcción.

Todas las iglesias medievales tienen orientación E-O, con ábside siempre al Este, y suelen tener una o varias naves, en número impar. La planta puede tener forma de cruzar interna o externamente. En el gótico, la estructura se hace más complicada técnicamente, añadiéndose en las grandes catedrales, girola y dos naves laterales para capillas.

Otra construcción importante del momento son los monasterios, que aúna la explotación agropecuaria y la oración, para lo que necesita de un templo y espacios al aire libre. El claustro separa la zona pública de la privada y suele estar ajardinado y dividido en cuatro partes, situándose un pozo o fuente en el centro.

Los núcleos urbanos surgen a partir de distintos comienzos: encomienda, señorío, repoblación de ciudades abandonadas y las nuevas ciudades suelen hacerlo a partir de un castillo, ubicado en la zona más alta del lugar. El castillo suele ser de planta cuadrada, con torres circulares y una torre central "del Homenaje". Cercano a él solía estar la iglesia, con una plaza al frente. Las calles se distribuyen a escuadra o de forma circular en torno al centro de la ciudad, que suele estar rodeada por una muralla, con torres de planta redonda.

Los cementerios solían ocupar un lugar santo, es decir, el atrio que rodeaba la iglesia, especialmente alrededor de la cabecera que es el Sancta Sanctorum del templo cristiano. En ocasiones podían también ubicarse extramuros y las tumbas suelen llevar decoraciones simbólicas.


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