Iglesia de El Salvador de Sepúlveda, Segovia
La iglesia del Salvador de Sepúlveda no es sólo uno de los más importantes monumentos del románico segoviano, sino de todo el arte medieval español y con todo merecimiento fue declarado Monumento Nacional el 3 de junio de 1931.
Su historia está ligada a la epopeya reconquistadora cristiana de los reinos de León y de Castilla llevada a cabo en las últimas dos décadas del siglo XI.
En efecto, tras la conquista de Toledo por Alfonso VI, rey de León y de Castilla, los reyes de las taifas andalusíes reclamaron ayuda a sus correligionarios africanos, llamados almorávides. Éstos penetraron pronto en la Península Ibérica y derrotaron al ejército cristiano en la batalla de Sagrajas (1086) y pocos años después asediaron Toledo.
El monarca, que casi pierde la vida en este combate, mandó fortalecer toda una serie de antiguas poblaciones romanas e hispanovisigodas al norte de la Cordillera Central que por entonces se encontraban prácticamente despobladas. Su intención era crear una barrera humana capaz de frenar a los contingentes norteafricanos en caso de que decidiesen arremeter contra el corazón de su reino.
Algunas de estas ciudades repobladas mediante beneficiosos fueros son Salamanca, Ávila, Segovia y Sepúlveda.
La iglesia de El Salvador
Situada en lo alto de la villa de Sepúlveda, a la iglesia de El Salvador se accede por una empinada escalinata que se inicia cerca de la iglesia de Santiago y a la que se llega fácilmente desde la Plaza Mayor. Precisamente desde esta plaza se obtiene una buena vista de la cabecera y del campanario de este emblemático templo románico segoviano.
Su ubicación en alto permite ser divisada desde largas distancias formando, junto a la iglesia también románica de La Virgen de la Peña, la más característica estampa de la ciudad.
Las numerosas gentes de diversa procedencias que arribaron en poco tiempo para poblar la vieja ciudad romana casi abandonada requerían lugares de culto y, posiblemente por ello, se enviaría a un maestro constructor con experiencia en la arquitectura del nuevo estilo que conocemos como románico, que no hacía mucho empezaba a introducirse en España por el Camino de Santiago.
La obras estuvieron comenzadas al menos en el año 1093, fecha que aparece en la superficie de uno de los sillares exteriores del ábside.
La construcción se proyectó, según un estricto planteamiento románico, como una iglesia de una nave con cabecera de ábside de planta semicircular, torre campanario junto al muro norte y galería porticada al sur.
El resultado es un magnífico edificio de perfecta fábrica, sabia conjunción de volúmenes, construida con dorada piedra sillería.
Exterior
Nave
Al exterior destaca poderosamente la gran altura de la nave, que lleva para su afianzamiento estribos prismáticos hasta el alero. El muro meridional presenta tres ventanales de tipo portada con arquivolta de baquetón sobre columnillas y guardapolvos con taqueado jaqués. Especialmente decorado es el contiguo al ábside, que presenta un bajorrelieve encima de las aspilleras con dos animales alrededor del árbol sagrado.
Mientras, en el muro septentrional sólo existe un vano, seguramente por la dura climatología local. En el hastial occidental pervive otra ventana de tipo portada.
Cabecera
El ábside tiene seis columnas entregas, las cuatro centrales lo seccionan en cinco calles y las otras dos se apoyan en el codillo entre el ábside y el presbiterio. En las tres calles centrales se abren sendos ventanales de tipo portada que rodean estrechas aspilleras de iluminación.
Tanto los capiteles de las columnas entregas como de las columnillas de los ventanas llevan motivos vegetales geometrizados muy sencillos, menos algunos de ellos que muestra pequeñas cabezas humanas muy esquemáticamente esculpidas.
Mientras, la corona de canecillos proporciona un repertorio admirable de piñas, rollos, racimos, cabezas de animales, cabezas humanas, personajes de cuerpo entero en distintas actitudes, etc.
La talla de los canecillos y capiteles de El Salvador de Sepúlveda ha sido calificada de tosca y emparentada más con la tradición prerrománica hispana que con la corriente románica europea.
Algunos autores han lanzado la hipótesis de que el maestro constructor intervino sólo en la labor arquitectónica, dejando la escultórica en manos de otros artífices aún inmersos en la tradición del arte prerrománico asturiano.
Si bien es cierto que la talla de los capiteles, tanto exteriores e interiores, son de gran primitivismo, reduciendo su talla a simples incisiones en la piedra, algunos canecillos con cabezas humanas de cabello rizado o de largos mechones terminado en "flequillo", aunque conviven con otros de clara estética prerrománica, muestran un cincel mucho más acorde con otras iglesias contemporáneas que por aquellos años se estaban construyendo en la España cristiana.
Puertas
El templo de El Salvador de Sepúlveda tiene dos puertas de ingreso. Como comprobaremos, ambas son muy sencillas, lo que acentúa la sensación de hibridación con lo prerrománico.
La puerta sur no tiene arquivoltas. El arco de medio punto del vano sólo es trasdosado por una cenefa taqueada. Es evidente que esta estructura esté retocada en época posterior pues carece de impostas y el propio guardapolvos citado parece que está parcialmente amputado, pero en cualquier caso, parece que en su estado original sería igualmente muy sencilla, si bien pudiera tener alguna arquivolta.
Por su parte, el ingreso del imafronte se limita a un arco semicircular de arista viva sobre altas jambas en cuyas caras internas hay talladas a bajorrelieve parejas de rosetas muy primitivas que recuerdan este mismo motivo pero perteneciente a iglesias hispanovisigodas. Son de muy similar factura a las que hay en algunos de los cimacios de las columnas del interior de la nave.
Galería porticada
La galería porticada, parcialmente destruida en su flanco de poniente, tiene ocho arcos que gravitan alternativamente sobre columnas exentas y machones prismáticos.
La fecha de edificación de esta galería es el aspecto más controvertido que rodea al templo. Algunos la consideran una de las primeras galerías porticadas levantadas en el sur de Castilla, equiparando su fecha de construcción a la de la iglesia y haciéndola contemporánea a los pórticos de San Esteban de Gormaz. Otros autores la consideran bastante posterior, incluso la fechan en la época del románico inercial del siglo XIII o XIV.
Probablemente, la realidad se encuentre en un punto intermedio. A tenor de la similitud entre los cuadrumanos que aparecen esculpidos en este pórtico con los de una de las columnas interiores de la parroquia de los Santos Justo y Pastor, podía fecharse e mediados de la duodécima centuria.
En cuanto a la iconografía de estos capiteles de ruda talla hay que señalar que algunos son de difícil interpretación, pero podemos decir que hay plantas, cuadrumanos, aves bebiendo de cálices o picando frutos, el Pecado Original y la ofrenda de Abel a Dios.
Torre campanario
Adosada al costado septentrional, exenta y unida a la iglesia por un pasadizo, se levanta la fuerte torre campanario de dos cuerpos de sillería. El primero es un zócalo liso sobre el que se asienta el segundo cuerpo de planta algo inferior y en el que se superponen dos filas de ventanales.
La primera hilera muestra dos vanos por cada cara con arco doblado de medio punto sobre impostas ajedrezadas que recorren todo el cuadrilátero. La hilera superior tiene dos ventanales ajimezados en cada costado, con columna a modo de mainel. La bóveda superior es esquifada, de lejano origen musulmán.
Interior
Accediendo al interior, se refuerza la sensación de verticalidad apreciable desde fuera y redoblamos nuestra apreciación de que estamos en un templo románico de tamaño moderado pero de perfecta arquitectura románica.
Comprobamos que el templo de El Salvador de Sepúlveda cuenta con planta basilical de una sola nave de tres tramos cubierta con perfecta bóveda de medio cañón con dos arcos fajones que se apoyan en las responsiones de los muros laterales. Sorprende la maestría con que se engarza cada sillar de la bóveda.
Adosados a los muros hay tres pares de grandes arcos abocelados sobre columnas de capiteles también de vegetales y elementos geométricos, como los del exterior.
El interior de la cabecera es de gran austeridad. El arco triunfal es de medio punto con bóveda de horno en el ábside y de cañón en el presbiterio. Tres ventanales de medio punto sencillos sin molduras permiten, junto a los de la nave, la entrada de luz.
Los capiteles del arco triunfal vuelven a mostrar un par de ejemplos de rudos entrelazos vegetales, uno de ellos con una cabecita humana.
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