Pintura Romana
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Introducción
Heredera
de la pintura griega se presentan las grandes composiciones del imperio
romano. Pintores como Zeuxis, Apeles, Parraísos, Euponpos o Polignotos
fueron grandes maestros de los que bebió la pictórica romana.
La pobreza de los materiales arquitectónicos utilizados en las
construcciones romanas hizo posible un desarrollo de la pintura mural.
Sin embargo no sólo se desarrolló este tipo de pintura de
grandes dimensiones si no que la pintura sobre caballete fue frecuente
entre las clases altas del Imperio romano.
Dos
nombre destacan como precursores de la pintura histórica romana:
Fabius pictor y Pacuvius. El primero, apenas conocido, vivió cerca
del 300 a.c. y sus crónicas nos hablan de las pinturas que realizó
en algunos templos como el de Salus en el Quirinal. Estas pinturas hacían
referencia a la segunda guerra samnítica y de ellas no quedan más
que referencias de Dionysios de Halicarnaso. El segundo pintor hacía
las veces de poeta y al venir de Brindisi, se le podía considerar
semihelénico. Nada sabemos de su producción artística
aunque podemos imaginar que su tendencia hacia lo griego sería
determinante.
Estos dos pintores nos remiten a un tipo de pinturas históricas en las que las representaciones batallisticas y las conmemoraciones de victorias serían los temas más frecuentes. Estas escenas militares fueron concebidas como carteles de propaganda que exhibían los generales vencedores en sus paseos triunfales al volver a casa.
Debemos destacar de estos primeros años de la pintura romana aquella que podemos denominar 'geográfica'. Este tipo de pintura aludía a la necesidad de Roma por conocer los nuevos lugares conquistados. Un ejemplo sería el realizado en el siglo II a.c. sobre Cerdeña en el que se figuraban los hechos principales, riquezas o monumentos mediante pequeños cuadritos. Existían a mediados de este siglo II a.c. los llamados pintores de lugares campestres a modo de cartógrafo. En ellos se describían los países en forma panorámica, vistos desde lo alto.
Otro tipo de pintura llevada a cabo en el periodo de la Republica romana fue el tipo decorativo. El uso de materiales pobres en los edificios como el hormigón, el sillarejo, ladrillos o mampostería, obligaban a colocar sobre ellos un revestimiento. Para ello las paredes se enlucían con una capa de blanco y fino estuco que posteriormente se pulía. El estuco era mármol reducido a polvo que se mezclaba con cal o cola para su adhesión a la pared. La técnica de las pinturas murales producidas dentro de las casas romana está inspirada en la tectónica griega, es decir, la división del muro en tres partes: Zócalo, superestructura y zona intermedia. Ampliándose más tarde con frisos y platabandas. Otra innovación de la pintura romana es la apertura del muro mediante una perspectiva pintada en forma de ventana abierta en la cual se introducían los personajes de dos formas: Mediante pequeños cuadros figurados ó bien colocando a los personajes sobres los zócalos a modo de espacio teatral.
La
propagación de esta pintura decorativa viene dada por el ansia
de lujo interior y suntuosidad que las clases pudientes romanas buscaban
para sus viviendas. La ausencia de muebles y los grandes espacios de patios
y estancias hacían necesario estos revestimientos. Los artificios
pictóricos permitían crear efectos con mayor facilidad y
con menos coste. Un pedazo de arquitectura pintada se hace más
deprisa y también ocupa menos espacio que su construcción
en piedra.
A pesar de la gran cantidad de viviendas y edificios públicos en los que se desarrolló la pintura, es cierto que la que ha llegado hasta nosotros no es representativa de toda la época romana. Más bien los ejemplos se reducen a un tiempo y a una localización geográfica determinada. La mayoría de ellos proceden de las dos ciudades sepultadas por la erupción del Vesubio: Pompeya y Herculano, ambas en los alrededores de Nápoles. De Roma, la gran urbe, apenas tenemos. La amplitud cronológica se marca durante dos siglos, con fin en el año 79 con la catástrofe volcánica. Más allá de esta fecha los restos son prácticamente nulos, si bien sabemos de decoraciones en tiempos de Adriano como alguna bóveda en cámara funeraria o el comienzo de las pinturas de las Catacumbas cristianas.
Los autores de estas pinturas nunca fueron mas allá de ser simples artesanos con una destreza especial, los cuales conocían los repertorios de la gran pintura griega. La técnica utilizada para el enlucimiento de las paredes romanas era la técnica al fresco. A lo largo de los años de estudio se ha producido entre los investigadores de la materia una discusión que ha dado por buena finalmente la aceptación del fresco. Los colores se aplicaban a la pared recién enlucida y húmeda, con ellos conseguían que al aplicar las tintas de los colores, estos penetraran creando una capa gruesa. En ocasiones se pintaba directamente en seco si el enlucido se había secado. Esta pintura se reconoce de inmediato puesto que la poca adhesión del color hace que se cuartee más fácilmente.
Cuatro son los estilos en los que se ha dividido estilística y cronológicamente la pintura romana. Esta clasificación viene definida por las pinturas encontradas en las ciudades de Pompeya y Herculano, vinculando más adelante diversos restos encontrados en otros lugares del Imperio.
Primer estilo Pompeyano
Este estilo se ha denominado de diversas maneras siendo el término más utilizado el de Incrustación por cuanto imita el revestimiento de mármoles. Consiste en la simulación de paredes marmóreas y jaspes veteados a las construidas con sillares labrados. El color de estos mármoles ficticios figura altos zócalos, pilastras adosadas frisos o columnas exentas. Son grandes composiciones murales copiadas de los efectos producidos por los revestimientos reales de mármol.
La influencia que en este primer estilo representa la pintura griega, le da la definición de estilo Helénico. Su marco cronológico abarcaría la segunda mitad del siglo II a.c. hasta los primeros decenios del siguiente. Los ejemplos más sobresalientes de esta etapa serán la Casa di Sallustio y la del Fauno, ambas en Pompeya. En Roma podemos destacar el palacio Flavio situado en el Palatino.
Segundo estilo Pompeyano
Denominado 'arquitectónico', su propio nombre indica, que representa arquitecturas ya completas. La percepción de esta arquitectura va más allá de la unión de elementos constructivos como columnas o frisos. En este estilo se utilizan juegos de luces y sombras que crean relieves. Igualmente se forman líneas de fuga en los elementos pintados que asemejan estar exentos de la pared. Se crea una perspectiva de paisaje externo a la estancia en la que se coloca la pintura. Así pues se simulan paisajes bucólicos a través de ventanales en los que se introducían casas romanas y por primera vez personajes. Éstos eran representados en escenas mitológicas o de género. Todo ello contribuía a crear ilusiones de ámbitos espaciosos que se movían y estaban abiertos a la naturaleza. Introduce por primera vez la figuración de bodegones cotidianos.
A diferencia del primero, este estilo es ya propio de la cultura romana y no una importación griega, si bien debemos destacar que los temas mitológicos de las escenas si pudieran tener herencia griega y no así las arquitecturas en los que se enmarcan. Su marco cronológico se inicia en los tiempos de Sylla extendiéndose hasta los de Tiberio, con etapas de gobierno tan importantes como los de Cesar y Augusto. La villa Farnesina de Roma junto con la Villa de los Misterios de Pompeya serán los ejemplos más destacables de este tipo arquitectónico.
Tercer estilo Pompeyano
Denominado también estilo de los Candelabros por su carácter ornamental. Introduce arquitecturas fantásticas e inverosímiles que se escapan de toda realidad formal y compositiva. Igualmente podemos ver la inclusión de elementos no arquitectónicos como amorcillos que sostienen guirnaldas formando frisos irreales. Este tercer estilo fue bastante efímero puesto que las innovaciones del cuarto pronto se impusieron. Llega a su fin en tiempos de Nerón con pinturas en la Domus Áurea como obra cumbre. En esta Casa romana se inspirarían los artistas del renacimiento para sus decoraciones de grutescos y candelieris, tan manidas en todos los ámbitos de este periodo.
Cuarto Estilo Pompeyano
El terremoto acaecido de la ciudad de Pompeya en el año 63 causo tales destrozos en ella que se debió reconstruir la mayoría de la ciudad. Este hecho es el determinante para conocer la cronología de este estilo ya que todos los revestimientos se hicieron de nuevo, a pesar de que algunos años después se malograran en la erupción del Vesubio. La técnica utilizada en estas nuevas pinturas buscaba los efectos irreales y sorprendentes dejando a un lado la pericia y el preciosismo anterior. Las simulaciones arquitectónicas decaen a favor de composiciones fantásticas, irreales y mágicas que no contienen una realidad objetiva.
Los ejemplos que nos han llegado, tanto de Roma como de Pompeya,
hacen que podamos establecer diferencias entre los dos ámbitos
geográficos. En Pompeya existe una predilección por los
colores vivos como el púrpura, el rojo cinabrio, el azul intenso,
o el amarillo dorado para las columnas. Sin embargo en Roma, las entonaciones
son claras sobre fondos totalmente blancos. En Pompeya son numerosos los
cuadros murales en los que se representan diversos temas. El espacio central
y por tanto, el mayor se reserva para temas mitológicos con desnudos
incluidos. En roma son raras estas grandes composiciones, aquí
se reproducen pequeñas escenas con figuras humanas, siendo frecuentes
los paisajes marinos.
Como ya hemos referido las obras más importantes se concentran
en las dos ciudades italianas con la casa de Lucretius Fronto o la casa
de los Vetii ambas en Pompeya. En Roma son fabulosos los corredores pintados
y las grandes salas de la Domus de Nerón que también agrupa
el tercer y cuarto estilo.
(Autora del texto del artículo/colaboradora
de ARTEGUIAS:
Ana Belén Fernández)