Características del Románico de Zamora
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La
actual provincia zamorana perteneció al reino de León
en sus diferentes circunstancias de unión y separación
de Castilla durante los siglos románicos, además de
ser uno de los enclaves fuertes cristianos de defensa del Duero
en los primeros siglos de la Reconquista.
Los focos de este reino durante el medievo fueron la capital, León, y el propio Camino de Santiago, que pasa no muy lejos de sus tierras.
La
primera característica del románico zamorano es que
es relativamente tardío, como queda de manifiesto, por ejemplo
en las iglesias de San Juan y Santa María de Azogue de Benavente
(VER IMAGEN INFERIOR). Aunque esto se reitere casi siempre cuando
hablamos del románico castellano.
Por ello, son escasas las iglesias del siglo XI. Sólo
Santa Marta de Tera y algunas iglesias de la ciudad de Zamora, como
Santa María la Nueva, Santo Tomé, San Cipriano, etc.
son de la segunda mitad del siglo XI con ciertas notas arcaizantes,
como los ábsides rectangulares, de tradición mozárabe
- visigótica.
Esta
característica prerrománica que seguramente arraigó
fuertemente en estas tierras de manera intensa antes de la llegada
del románico hará que incluso en época tardorrománica
se levantaran iglesias con testero recto.
La mayoría de las construcciones románicas, como en el resto del arte español, son de la segunda mitad del siglo XII y comienzos del siglo XIII y muchas acusan ya influencias cistercienses.
Este hecho es especialmente comprensible en Zamora si tenemos en cuenta la influencia del magnífico monasterio de Moreruela, hoy lamentablemente en ruinas pero con una de la cabeceras más soberbias del arte medieval español.
Aunque la nota más exótica y característica de este románico es de origen bizantino, que se se advierte particularmente en los cimborrios de las catedrales de Zamora, Salamanca y la Colegiata de Toro.
Son estas construcciones tan peculiares, y que se extenderán incluso a Plasencia (Cáceres), las aportaciones más originales del románico Zamorano al estilo en España.
El
románico mudéjar es la consecuencia de la adaptación
de estéticas y formas de construir musulmanas pero siguiendo
estructuras románicas de origen europeo.
En Castilla y León hubo dos zonas en que proliferó
el románico - mudéjar: Toledo y su comarca, con más
acento en lo musulmán, y la de la meseta norte, que floreció
particularmente en las provincias de León, Zamora, Salamanca,
Valladolid, Segovia y Ávila y tuvo su foco en Sahagún,
paradójicamente a la vera del más influyente monasterio
cluniacense.
En la provincia las áreas de mayor difusión
del románico-mudéjar tienen como focos Villalpando
(Tierra de Campos) y Toro (Tierra del Vino). Dentro de las variedades
de templos de este estilo que se extienden por las provincias citadas,
Toro dictó una manera de decorar los ábsides
con largas arquerías ciegas que ocupan el muro totalmente,
en contraposición con otros focos como Cuéllar y Arévalo
donde la articulación se desarrolla mediante varios pisos
de arquerías más cortas de altura.
Las portadas del mudéjar Zamorano no difieren especialmente
del de otras provincias, pues se articulan a base de arquerías
de ladrillo -normalmente apuntadas- apoyadas sobre jambas con impostas
de perfil anacelado.