Monasterio de Santo Domingo de Silos
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Dimensión emocional del legendario Claustro Románico de Silos
Santo Domingo de Silos es una pequeña población que creció alrededor del monasterio benedictino que le da nombre. Se encuentra en la comarca de la Sierra de la Demanda de la provincia de Burgos.
El monasterio benedictino de Santo Domingo
de Silos, en concreto las partes románicas conservadas,
representa una de las obras más grandiosas del arte medieval
europeo.
Es un lugar de altas vibraciones espirituales donde la paz y la serenidad alcanzan profundidades inusuales.
Además
de los motivos puramente artísticos de primer orden -arquitectónicos
y escultóricos- el visitante del Monasterio de Silos se
ve envuelto en una esfera de transcendencia que nunca olvida.
La iglesia
El monasterio de Silos tiene antecedentes visigóticos, del siglo VII, y estaba dedicado a San Sebastián.
Aprovechando el auge de estos territorios como consecuencia del esfuerzo repoblador de leoneses y castellanos del siglo X, durante el gobierno del Conde Fernán González, la vida monástica vuelve a Silos provisionalmente hasta que las razzias de Almanzor -a finales de ese mismo siglo- vuelven a desbaratar la vida monástica.
A mediados de siglo XI, Fernando I encomienda al abad Domingo Manso -procedente de San Millán de la Cogolla- restituir la vida monacal en este cenobio. Gracias el inmenso impulso de Domingo, el monasterio de Silos se colocará en el pelotón de cabeza de los monasterios más influyentes de los Reinos de Castilla y León. Entre otras cosas, hizo construir una iglesia de tres naves, aunque siguiendo la tradición prerrománica hispánica -todavía el románico pleno no se había asentado en España- e impulsó la elaboración de códices en su scriptorium.
Domingo murió en olor de santidad en el año 1073, lo que provocó la llegada de peregrinos y las donaciones económicas hasta convertirse en un próspero monasterio que pudo acometer nuevas construcciones.
Su sucesor, el abad Fortunio, continúa las obras de templo, pero en esta ocasión sustituyendo la cabecera de la iglesia prerrománica de Domingo por otra perteneciente al románico pleno (consagró la cabecera triabsidal y el transepto de la iglesia en el año 1088). También se comenzarían, durante la vida de Fortunio, el claustro y el resto de dependencias.
Esta iglesia del Monasterio de Silos, iniciada en las últimas décadas del siglo XI y finalizada en en el XII, debió ser una de las más importantes obras del románico pleno abordadas en España.
Su planta era de tres naves, transepto, cimborrio en el crucero y cabecera triabsidal, planta relacionable a las de San Isidoro de León o San Vicente y San Pedro de Ávila. Luego se debió añadir una gran galería porticada adosada a la nave septentrional y que serviría para "poner de moda" esta estructura en el sur de Castilla tras ser inventada, algunas décadas antes- en San Esteban de Gormaz y Sepúlveda.
Muy lamentablemente, la iglesia románica de Silos desapareció casi completamente hacia 1751 debido a la reedificación y sustitución por un templo neoclásico, construido por Pedro Machuca con planos de Ventura Rodríguez.
De aquel templo románico sólo se conservan algunos muros y pilares y, sobre todo, el brazo sur del transepto, además de la puerta que comunica éste con el claustro, por su muro occidental, que es la llamada Puerta de las Vírgenes.
Esta Puerta de las Vírgenes se conserva muy bien. Muestra una estructura extraordinariamente abocinada, con el vano rodeado por un arco de falsa herradura de tradición mozárabe. Las arquivoltas son de medio punto, mientras las las columnas tienen fustes muy trabajados y capiteles de rica iconografía relacionados estilísticamente con San Pedro de Arlanza pero no con los capiteles del claustro.
La temática de estos cuatro capiteles es la siguiente:
También es interesante el brazo sur del transepto, de importante altura y de buena arquitectura, lo que nos hace imaginar lo que debió ser este noble edificio románico antes de que la piqueta acabara con él.
El claustro
Afortunadamente nos quedó el claustro al completo, de finales del siglo XI y todo el XII.
Consta de planta cuadrada irregular y dos pisos de
esbeltas arquerías sobre columnas pareadas.
Además de la cuidada conjunción de pilares, bancos, arcos y columnas, lo más destacable es la calidad en arte y simbolismo de los 64 capiteles del claustro bajo, con una colección delirante de encestados, zarcillos, acantos, sirenas, arpías, grifos, leones, centauros, dragones y aves fabulosas.
También
hay que citar las arquerías de comunicación entre
el claustro y la sala capitular, perteneciente a comienzos del
siglo XII, aunque se encuentran muy restauradas o, más
bien, casi reconstruidas. Dos capiteles llevan esculpidos parejas
de monos con sus patas y cuellos atados con cuerdas, motivo iconográfico
repetido posteriormente en algunas iglesias españolas.
Una de las mayores originalidades del Claustro de Silos lo constituyen
los ocho grandes relieves o estaciones que
adornan las esquinas.
Son portentosas escenas del final de la presencia de Cristo en la tierra tras su muerte y Resurrección:
Descendimiento de la Cruz
Nicodemo y José de Arimatea inician la bajada de Jesús de la cruz, mientras María toma su mano derecha y San Juan observa los hechos en el lado opuesto. Es de resaltar algunos detalles como la luna y el sol tapados con velos -para mostrar que tras la muerte de Cristo se oscureció el cielo y las aparentes llamas bajo la escena que no es otra cosa que una representación de los vientos de la tormenta que se levantó en ese crucial instante.
Entierro y Resurrección
Ejemplo de poder sintético de la escultura románica, pues se esculpió el entierro de Cristo por Nicodemo y José de Arimatea, mientas aparecen las tres Marías frente al ángel que les da la buena nueva de la Resurrección. Bajo el sepulcro, un friso muestra a siete soldados que parecen tumbados para reflejar que se han dormido mientras suceden los milagrosos acontecimientos.
Discípulos de Emaús
Limpia composición donde los dos discípulos siguen a Jesús que les guía ataviado de peregrino.
Duda de Santo Tomás
Posiblemente el más famoso y fotografíado de todos los relieves del claustro. Jesús levanta su brazo derecho mientras Tomás pone el dedo en la herida. El resto de apóstoles se ubican al lado contrario de la escena, de forma sorprendentemente ordenada y armoniosa.
Ascensión
María y los doce Apóstoles aparecen de pie y encima dos ángeles parecen sujetar las ondas que representan el Cielo. Por encima de todo el conjunto, emerge la cabeza de Cristo con su nimbo crucífero.
Pentecostés:
La mano de Dios, con el índice, proyecta el Espíritu Santo sobre los Apóstoles, incluido San Pablo, con la Virgen María en el centro y sobresaliendo respecto a los demás.
Los dos relieves restantes son:
Los dos (o cuatro) talleres del claustro de Silos
Aunque las evidentes diferencias estilísticas de unas esculturas y otras indican diversas manos en su ejecución, se ha aceptado tradicionalmente la intervención de dos maestros con sus respectivos talleres en el claustro bajo.
En tiempos recientes algunos estudiosos, como Félix
Palomero, han desglosado estos artistas o talleres en cuatro.
De tal manera que el Primer Taller o Maestro serían dos
(posiblemente discípulo uno del otro) y el Segundo Taller
o Maestro también dos (de nuevo maestro y discípulo
respectivamente).
Para los autores tradicionales las diferencias estilísticas
evidentes entre estos cuatro grupos escultóricos, más
que por la intervención de distintos artistas, sería
por la evolución técnica y aprendizaje del mismo
maestro.
Nosotros somos partidarios de la hipótesis de Palomero, puesto que los estudiosos olvidan frecuentemente que los talleres estaban formados por un maestro y varios discípulos y eran muchas las manos distintas que trabajaban en las obras. No obstante y con el fin de simplificar, haremos la división tradicional en sólo dos talleres, puesto que las similitudes estilísticas son más notables que las diferencias.
Taller del Primer Maestro del claustro bajo de Silos
El
primero maestro o taller debió trabajar a finales del siglo
XI o más probablemente a comienzos del XII. Su obra corresponde
a las pandas este y norte del claustro.
Las grandes protagonistas de sus capiteles son las
figuras de los animales. Bestias como leones, arpías, aves,
etc. son representadas con sus cuerpos planos, esculpidos a bajorrelieve
y muy hieráticos, frecuentemente rodeados de una malla
de tallos o follaje que parece aprisionarlas. Los detalles de
plumajes, pelo, etc. es de excelsa delicadeza y finura. No cabe
duda de que la escultura del Pimer Taller estuvo influida por
la eboraria hispanomusulmana.
Otra característica secundaria es la ejecución
de las columnas con fustes muy separados y pronunciado éntasis
o abultamiento central.
Los relieves esculpidos por este taller serían los de:
En ellos se aprecia un gran sentido del ritmo y la repetición en sus figuras, al mismo tiempo que una gran capacidad de síntesis narrativa pues se aprovecha un solo relieve para componer diversas escenas secuenciales.
Taller del Segundo Maestro del claustro bajo de Silos
El segundo taller haría su trabajo a mitad del siglo XII y continúa con el mismo bestiario que su predecesor, pero adquiriendo mayor volumen y naturalismo. Son especialmente espectaculares sus capiteles de arpías y dragones, frecuentemente acompañados por flores de aro, con hojas carnosas y frutos arracimados.
Importantes son, por su iconografía bíblica
y calidad plástica, dos capiteles que se ocupan del Ciclo
de la Natividad (Anunciación, Visitación y Nacimiento)
y de la Pasión (entrada de Jesús en Jerusalén, lavatorio
de pies y Última Cena).
En cuanto a los relieves, de este taller serían los de:
Árbol de Jesé
Este segundo taller influyó mucho sobre la escultura románica de grandes comarcas castellanas, sobre todo de Burgos y Soria.
Otras diferencias entre los dos talleres
Además de las evidentes diferencias
estilísticas entre ambos talleres hay una distinción
arquitectónica muy significativa y que nos permite reconocer
inmediatamente los capiteles de uno y otro. Nos referimos a la disposición
de las columnas.
El primer taller dispuso las columnas separadas lo que hace que
los capiteles mantengan su independencia menos en la parte superior
donde se unen cerca del ábaco común.
Además, dichos capiteles tienen una silueta algo acampanada. Por otro lado y esto es algo muy evidente, los fustes de las columnas tiene éntasis o abultamiento central, no cilíndricas como es habitual en el románico. El éntasis es propio de columnas grecorromanas y pudiera ser que este maestro se hubiera inspirado en ruinas romanas cercanas (¿quizás Clunia?) .
En la obra del Segundo Taller la morfología es evidentemente distinta. Las dos columnas de cada grupo están juntas (tocándose) lo que da posibilidad de un gran capitel común, ya no de disposición acampanada sino más bien troncopiramidal.
Esta estructura del segundo taller será la que básicamente se extienda en la mayoría de los claustros y galerías porticadas castellanas. Una excepción son los pórticos de Saúca y Carabias (Guadalajara) que se asemejan más a las columnas del primer taller (a pesar de tener más 100 años de distancia cronológica).
El Claustro alto
El
claustro alto de Silos es de finales del siglo XII y se acusa una
popularización de su arte. Desde el punto de vista estilístico
se relaciona con el segundo taller aunque con pérdida de
calidad.
Además,
el carácter simbólico de los maestros precedentes
desaparece y se cae frecuentemente en la escultura de cestas vegetales
muy esquemáticas y geometrizadas. Cuando los capiteles son
vegetales, se cae en el anecdotismo, amén de perder calidad
y finura en su talla.
No obstante hay que reconocer que arquitectónicamente,
la superposición de los dos pisos con idéntica disposición
de las arquerías presta mayor espectacularidad al conjunto.
También el claustro alto eleva la altura del conjunto, aislándolo
del mundo circundante, enfatizando la sensación de intimidad,
paz y serenidad que cualquier persona siente al entrar en este maravilloso
recinto.
Otros tres aspectos destacables del Monasterio de Santo Domingo
de Silos son la lauda sepulcral del santo, la estatua de la Virgen
de Marzo y la techumbre con decoración mudéjar.
Más información del Claustro alto del Monasterio de Silos
Sepulcro del santo y la Virgen de Marzo
El paseo por el claustro de Silos nos invita a mirar hacia el interior del patio, en dirección a las arquerías. No obstante, es imposible no apercibirse de dos elementos escultóricos notables en sus pandas: la lauda sepulcral de Santo Domingo de Silos y la estatua de la Virgen de Marzo.
Lauda del sepulcro de Santo Domingo
Aunque frecuentemente, en guías y folletos, se habla de la presencia del sepulcro o, incluso, del cenotafio del santo, lo que verdaderamente tenemos es el claustro de Silos es su lauda (tapa) del sepulcro de de Santo Domingo Manso, obra del siglo XIII y tiene esculpida el cuerpo yacente del santo, que porta el báculo abacial y un libro en sus manos. Un ángel le está coronando, mientras dos personajes suplicantes se postran a sus pies. Más abajo aparecen dos dragones, simbolizando lo demoniaco, que por su posición parece que son vencidos por el santo.
La lauda está apoyada sobre unos pies esculpidos
con figuras de preciosos leones muy expresivos por su esquematismo.
Estatua de la Virgen de Marzo
En cuanto a la Virgen de Marzo es una enorme estatua pétrea de María como Sedes Sapientiae, con el Niño Jesús. Se ha especulado con la posibilidad de que formara parte del tímpano de una puerta del siglo XIII.
María se encuentra muy hierática y frontal, al estilo de la iconografía románica, pero Jesús se encuentra ya sentado sobre el muslo izquierdo de la Virgen y dirige su cuerpo al lado contrario, rasgo que suele ser más propio del gótico.
El aljarje mudéjar que cubre las pandas del claustro
Otro punto de interés del claustro bajo del Monasterio de Santo Domingo de Silo es el alfarje mudéjar de finales del siglo XIV que lo techa. Se encontraba completamente policromado, aunque actualmente hay algunas partes, correspondientes a la galería norte, perdidas y reconstruidas en el siglo XIX.
A la habitual decoración pictórica de temática geométrica y vegetal le acompañan una serie de interesantes escenas profanas costumbristas de la época bajomedieval: ganadería, caza, tauromaquia, amén de otras de tipo alegórico.
Beato de Silos
El Beato del Monasterio de Santo Domingo de Silos fue copiado por los monjes Domingo y Munio e iluminado con 106 miniaturas por el prior Pedro entre 1091-1109. Se conserva en la British Library de Londres.
Permanece en él la tradición mozárabe, aunque se considera que existe una yuxtaposición de estilos con el románico, representado en su famosa miniatura del Infierno y el Peso de las Almas de San Miguel.
Tesoro de Orfebrería del Monasterio de Silos
Desde que Hildburgh identificó por primera vez a algunas piezas como españolas, se ha discutido mucho sobre el tema y se tiende a creer en la existencia de talleres en España sobre todo relacionados con Silos. En el Museo de la Abadía se conservan, entre otras obras de arte de gran valor de orfebrería y esmaltes, las siguientes:
Arqueta Relicario
Magnífica Arqueta esmaltada rectangular con cubierta a dos
vertientes, coronada por una crestería de motivos calados
con arcos de herradura. Incorpora las escenas de la Crucifixión
y a Cristo en Majestad en la Mandorla, además de santos o
apóstoles bajo arcos de medio punto. Parece ser obra de Limoges.
Otras piezas que el visitante puede admirar "in situ"
en el museo del monasterio son: la cruz gemada (siglo XIII), donación
del rey Alfonso VIII, hecha en bronce y filigrana, el Báculo
Abacial y la Paloma Eucarística.
Frontal de la urna de Santo Domingo
Sin
duda, el frontal de la urna que rodeaba el sepulcro de Santo Domingo
de Silos (actualmente en el Museo de Burgos) es una de las
obras cumbres de la orfebrería y esmaltería medieval
española.
Es obra de 1165-1170 y se trasladó desde el claustro a la iglesia para facilita su veneración a los peregrinos.
Se representa a Cristo en Majestad rodeado del símbolo del Tetramorfos y los doce apóstoles bajo arquerías de medio punto sobre la cual se ven edificios de la Jerusalén Celestial. En esta obra trabajaron excelentes esmaltistas y maestros del metal capaces de labrar las delicadas cabezas de Cristo y los apóstoles, o los fustes y capiteles de las columnas que lo adornan y tras dibujar las superficies a esmaltar con trazo seguro.
Procedente de este monasterio pero custodiada en el Museo de Burgos es la conocida como Arqueta de Silos, obra árabe del siglo XI (Taller de Cuenca) con magníficos marfiles pero que contiene placas de bronce sobredorado con esmaltes románicos de gran hermosura, especialmente el de la tapa que representa al Cordero entre dos animales que parecen ser aves o ave y dragón.
Cáliz mozárabe
Se cree obra del segundo tercio del siglo XI, mandado realizar
en vida del propio Santo Domingo y dedicado al anterior patrono
del Monasterio (San Sebastián).
Está hecho en plata dorada, formado por dos medias esferas unidas por una caña a la que corta un nudo, también esférico. La decoración está compuesta por columnas que soportan arcos de herradura formando arquerías aderezadas por diversos motivos ornamentales que rellenan los espacios. En la base existe la siguiente inscripción: IN NOMINE DOMINI OB HONOREM SCI SABASTIANI DOMINICO ABBAS FECIT.
Influencia silense en el románico español
La influencia de la escultura silense en el románico castellano y aragonés fue de primera magnitud.
Nos referimos a las formas de esculpir del llamado "Segundo Taller" del claustro y que de manera más o menos degenerada encontraremos en casi toda la provincia de Burgos, Soria, Segovia y parte de Palencia, además de en otras latitudes como en el románico alavés, navarro y aragonés.
La correa de transmisión de la escultura silense normalmente se atribuye a la desparecida catedral románica de El Burgo de Osma (Soria) y que, dada su importancia, podía haber sido un foco amplificador e irradiador hacia el resto de Castilla y hacia tierras aragonesas y navarras.